6 dic 2012

Diciembre-Aussies holgazaneando en verano

A typical lazy-bones Aussie in summertime
Con la llegada de los calores de diciembre, los antípodas se relajan y disfrutan de días más largos y cálidos, y acuden a refrescarse a playas y piscinas.

Este blog se tomará durante este mes y los primeros días de enero un largo descanso, aunque el bloguero no va a relajarse en ninguna playa ni al lado de una piscina. Durante las siguientes siete semanas estaré recorriendo un fascinante país asiático con la familia, en un largo periplo que nos llevará a Ho Chi Minh City, Hanoi, Halong Bay, Vinh, Hue, Hoi An, Buon Ma Thuot, Dalat, Mui Ne y el delta del río Mekong, entre otros lugares.


He hecho algunos preparativos específicos para este viaje tratando de aprender algunas palabras y frases básicas en la lengua vietnamita. Por ejemplo:
  •          Hãy mang theo mt chai rượu vang đ.
  •          Vui lòng mang theo mt chai rượu vang trng.
  •          Hai loi bia.
  •          Bao nhiêu tin?
  •          Thc phm là rt tt, cm ơn.
Por si te pica la curiosidad, las tres primeras sirven para pedir alcohol. La cuarta te ayuda a pagar la cantidad que hayas consumido, y la quinta, la más importante, sirve para alabar a la cocinera. Es, evidentemente, un compendio de vocabulario muy útil para debatir sobre las bondades de un sistema político comunista, de partido único, en el seno del cual se da, desde el mismo gobierno, un fuerte impulso y bastante libertad de maniobra a la empresa capitalista.

Para esos momentos en este largo viaje en que no pueda entablar largas y sesudas conversaciones de carácter sociopolítico en la lengua nativa de los habitantes del país, me llevo dos libritos, uno en inglés, titulado Infinite Jest, de un tal David Foster Wallace (1000+ páginas) y otro en castellano, que se titula El amor verdadero, escrito por alguien que se hace llamar José María Guelbenzu, y que supera las 500 páginas.

No habrá travel blog de este viaje, pero sí confío en tomar muchas notas para poder luego escribir algo, que, como la mayoría de las cosas que escribo, no estoy muy seguro de que valgan la pena leer. Tiempo al tiempo. Como dicen en la TV, permanezcan atentos a sus pantallas.

En todo caso, deseo a todos los que se acercan a este blog con regularidad, a los que solamente lo hacen de uvas a peras, e incluso a todo aquel que haya llegado por casualidad hasta aquí, unas buenas vacaciones y una buena entrada en el año 2013. Ojalá sea un buen año.

Have a safe holiday, and best wishes for 2013!

3 dic 2012

Reseña: Pistola y cuchillo, de Montero Glez



Montero Glez, Pistola y cuchillo (Barcelona: El Aleph Editores, 2011). 124 páginas.

Hace muchos, muchos años me llevé a una novia que tenía por entonces a un concierto de Ketama. Probablemente éramos los únicos no gitanos entre los numerosos grupos que poblaban las gradas de la Plaza de Toros, pero el concierto valió la pena. Tanto como aborrezco las sevillanas y esa rancia estética españolista que las suele acompañar, aprecio el buen cante. De entre todos los grandes cantaores a los que he oído a lo largo de mi vida, el Camarón de la Isla ha quedado siempre en lo más alto de mi pedestal particular.

Pistola y cuchillo no es una biografía del Camarón, sino una novelita (los límites del género son siempre elásticos) que recrea momentos de la vida del gran cantaor flamenco desde la perspectiva del narrador, criador de gallos de pelea y acérrimo admirador de Camarón. Es por tanto más homenaje que ficción, aunque Montero Glez bebe de la ficción para rendir homenaje al cantaor. En sus páginas, Pistola y cuchillo transparenta la enorme devoción con la que Montero escribe de su personaje protagonista.

El libro se inicia con una curiosa reflexión sobre lo efímera que es toda representación artística y sobre los límites de su autenticidad: “A la entrada de la Venta Vargas, por donde antes aparcaban los coches, le han puesto una estatua. Dicen que es él, pero no se le parece. Además de no reír tampoco canta y ni siquiera tararea. Por si fuera poco, hay veces que a la estatua le falta algún trozo y sé bien que son gitanos quienes los arrancan para luego venderlos.”

Tomando la Venta Vargas como centro neurálgico del proceso de acopio de recuerdos que realiza el narrador, el texto va y viene por la vida del Camarón, desde su niñez a su primer concierto en Madrid, lo acompaña a Nueva York y a París, a las giras que emprendió por todo el territorio del estado, rememorando a través de la recreación la presencia del artista flamenco: su pose, su mirada, su silencio, su risa, su humor.

Muy distinto es Pistola y cuchillo de otros libros de Montero Glez, como Sed de champán, que leí hace ya muchos años, y que me pareció por entonces una brillante voz nueva en la narrativa en castellano producida en la Península Ibérica. Montero Glez parece a veces escribir con navaja, dando tajos y estocadas cuando lo ve necesario, cortando el aire y el espacio hasta hacer que mane la sangre a borbotones. Pistola y cuchillo tiene más bien poco que ver con otra novela suya que ya reseñé en su momento (Pólvora negra), excepto por la forma que tiene el autor de contar una historia. Montero siempre pone su sello, personal e intransferible; puede que no sea del agrado de todo el mundo. No es, desde luego, facilón e inane, como la gran mayoría de la narrativa que se publica en castellano hoy en día en España.

Camarón de la Isla: Pistola y cuchillo

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