9 feb 2014

Reseña: The Good Life, de Hugh Mackay

Hugh Mackay, The Good Life (Sydney: Pan Macmillan, 2013). 264 páginas.

Uno de los datos que más me han sorprendido en este libro del sociólogo australiano Hugh Mackay figura en la página 244. Dice así: “En la ciudad australiana de Tamworth, el análisis de los historiales  médicos de los pacientes a lo largo de un periodo de tres meses en 2011 mostró que un 77 por ciento de pacientes que superaban los 75 años de edad y que murieron en el hospital habían realizado su primera discusión documentada en torno al tema de cómo terminar su vida solamente tres días antes de su muerte.” Cuando los avances médicos y tecnológicos han hecho posible la prolongación artificial de la vida hasta límites que, hace unos cincuenta años, habrían parecido cosa de ciencia ficción, más importante debiera resultarnos tomar una decisión sobre el tema mientras contamos con el aplomo y el conocimiento necesarios para ello. Después de todo, ¿no quedará una buena vida estropeada por una mala muerte?

La buena vida es el tema del libro de Mackay, escrito en un lenguaje sencillo, que busca alcanzar al mayor número posible de personas. The Good Life se compone de siete capítulos, y en el primero (‘The Utopia Complex’) intenta demoler el concepto tan en boga en las dos últimas décadas de la felicidad como meta única y última en la vida, tan frecuentemente propugnado por esas ‘filosofías’ de la positividad, que a mi parecer no son más que propaganda de baratillo. Mackay denuncia la absoluta futilidad de la búsqueda de la felicidad como meta en sí misma.

Mackay propone en cambio que la felicidad es, en el mejor de los casos, un producto subsidiario, no la meta, de una vida bien vivida. Es difícil en general no estar de acuerdo con las observaciones de Mackay; pero se trata de observaciones muy generalizadas, y no siempre acertadas. The Good Life es un libro dirigido a un público muy amplio y variado. Como comentario crítico de los males y vicios que afligen a la malacostumbrada sociedad occidental actual es una propuesta válida y útil. Pero el lector que busque ideas más profundas y elaboradas no las encontrará en The Good Life.

Con todo, el libro me pareció algo incompleto. Entre otros aspectos no tratados por Mackay está cómo puede afrontar un ser humano el resto de la vida ante la pérdida de un hijo. Sí menciona el tema en el caso de viudedad, o en el de sobrevivir a una experiencia traumática, pero muy por encima. La pérdida de un hijo es una pérdida con características muy diferentes a la pérdida de un padre o un hermano o un amigo, que marca el resto de los años de una vida que, por muy buena que pueda ser, estará siempre truncada, mermada de futuro.

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