22 feb 2020

Reseña: The Danger Game, de Kalinda Ashton

Kalinda Ashton, The Danger Game (Collingwood, VIC, Sleepers Publishing, 2009). 288 páginas.
La lengua inglesa cuenta con algunas expresiones que son no solamente precisas sino también encantadoras por su musicalidad. Una de ellas es “one-hit wonder”, referida a bandas (o también solistas) que alcanzan el triunfo comercial con un tema para luego desaparecer de la escena y no volver a cosechar ningún gran éxito. Pero no es el caso de The Danger Game, que no alcanzó cifras destacables de ventas cuando se publicó en 2009.

Uno de mis one-hit wonders favoritos. Aunque la cara de psicópata que hace el cantante en el videoclip hoy no se llevaría. Mamamy Sharona.

Lo que sí extraña es el hecho de que Kalinda Ashton no haya publicado ninguna otra novela desde entonces. Como primera novela, The Danger Game cuenta con varias virtudes y pocos aspectos que puedan desdeñarse o apuntarse como muy negativos. De hecho, el libro le valió a su autora premios tanto en Australia como en el Reino Unido. Cuenta con una buena estructura narrativa, aunque no sea perfecta. La primera mitad tiene un buen ritmo y engancha al lector con un cierto aire de novela de misterio.

El problema es que no hay misterio propiamente dicho, sino una confesión y la constatación de que el azar de la vida a veces se cobra víctimas inocentes. En ese sentido, The Danger Game no aporta un desenlace tras más de doscientas páginas en las que parecía vislumbrarse una insinuación de sorpresa decisiva. No, no la hay. A menos que romper con un amante, un hombre casado, e iniciar a continuación una relación sexual con una amiga de tu juventud pueda catalogarse como sorpresa argumental en una novela que indaga en un trágico suceso que rompe una familia para siempre.

La novela cuenta con tres voces narrativas diferentes: Alice es la hermana mayor y principal narradora de la historia. Louise y Jeremy son los hermanos gemelos. A ella no le va lo de los estudios; en cambio a Jeremy lo brutalizan compañeros de la escuela porque es un chico callado, tímido y estudioso. Pero es siempre el punto de vista de Alice el que impera.

Todo se viene abajo para esa familia la noche en la que Jeremy muere en un incendio, a la edad de 10 años. Un padre sin trabajo y alcoholizado; una madre que, asustada por la violencia y harta de pasar estrecheces, ya tenía decidido irse de casa; y tres jovencitos que tratan de sobreponerse a las dificultades diarias con peligrosos juegos en los que se retan unos a otros. En fin, una familia disfuncional que, tras la muerte de Jeremy, se hace añicos.

Muchos años después, Alice es profesora en una escuela pública de Melbourne. Ha logrado salir adelante en la vida. Louise, en cambio, está en Sydney intentando dejar la heroína por enésima vez. El padre malvive en un bloque de apartamentos de vivienda pública, y la madre sigue desaparecida e ilocalizable.

Es Louise quien insiste en reconstruir lo sucedido la noche de la muerte de su hermano gemelo. Alice, en cambio, está inmersa en las pequeñas batallas que los educadores siempre libran contra las burocracias o la intransigencia de las autoridades. En cierta modo, Kalinda Ashton nos hace ver a través de la historia de Alice y Louise que la desintegración de esa familia tantos años antes tiene mucho que ver con los terribles efectos negativos que la pobreza endémica, la marginación y la dejadez oficial tienen sobre grupos escolares desfavorecidos. No es noticia, pero no por ello debe dejarse de denunciar.

¿Encontrarán Alice y Louise a su madre? ¿Podrán cerrar ese capítulo tan duro y triste de sus vidas y mirar al futuro con optimismo? ¿Habrá un final feliz? Independientemente del desenlace, sabemos todos que, en nuestra aturdida y abstraída sociedad en ya la segunda década del siglo XXI, los problemas se acumulan uno encima de otro.

¿Volverá a publicar novelas la autora? Espero que así sea. Pese a las imperfecciones de este debut, Ashton demuestra tener dotes para la creación literaria. La ocasional sobreabundancia de imágenes y metáforas le priva a la narración de cierto punch. Incluso podría aventurarse que un cambio de punto de vista narrativo, dándole a Louise la misma oportunidad de explayarse que tiene Alice, hubiera enriquecido el libro.

Como denuncia del sistema que consagra el privilegio y socava los cimientos del estado del bienestar, The Danger Game no consigue profundizar en el tema, aunque sí deja huellas. Un buen debut de otra autora australiana que parece haberse desvanecido tras su primer libro.

13 feb 2020

Ana Penyas' Estamos todas bien: A Review

Ana Penyas, Estamos todas bien (Barcelona: Salamandra, 2018). 112 pages.
I was born twenty-five years after the Civil War ended, but was a very young eyewitness to (in the opinion of many) some of the worst years of the Francoist regime: the early 70s. For someone like my mother, born in 1936 just months into the conflict, those forty years of Fascist rule were a completely different story. Life was extremely hard – particularly in regions Franco and his collaborators chose to punish with gusto. Under Franco, women were the target of two powerful, tyrannical entities: the Spanish political version of Fascism (Francoism) and the Catholic Church, which were (and still are) solidly joined at the hip, as if they were Siamese twins.

In Estamos todas bien (which I would tentatively translate as We’re all fine, girls!) Valencian illustrator and graphic artist tells the life-story of her two grannies: Maruja and Herminia. More a homage than a proper narrative, given the constraints the graphic novel as a medium imposes upon the creator, the book seeks to be, quite understandably, a tribute, not a tale.

Penyas contrasts the past with the present of Maruja’s daily routine: loneliness, ageing and the resulting difficulty of moving in a pedestrian-unfriendly environment are shown in the first pages. The long walk back home from the park that used to take barely a few seconds now takes her minutes. Memories mix with current events through images and voices.

Does TV make it bearable to be alone for hours at a time?
Migration in post-war Spain is another of the topics covered by Penyas. In the case of Granma Maruja, she moved from Las Navas del Marqués, north of Madrid, to Gestalgar, a village in inner Valencia, an excursion to which remains one of my earliest memories as a child.

With friends like these, who needed enemies?
Penyas is a very subtle narrator, allowing her drawings to tell the reader as much as the reader wants to find out. See for instance the example below, where Maruja is being harassed by one of the bar’s regulars. The work is boring, the customers (all male, of course) are sexual predators, while the photograph of the genocidal dictator who happens to be Head of State “por la gracia de Dios” presides over the scene. Below, the dreary view from the bar reinforces the dispiriting outlook for a young woman like Maruja.

It may sound like an urban myth these days, but many people went to Madrid to make sure the dictator was truly dead. He was indeed, but his adherents and followers remain conspicuously active. At my grandmother's shop, by midday that day all the cava had been sold. Some celebrations!
For her part, Herminia also migrated with her husband and children to Valencia, the city, from Quintanar del Rey, a small village in Cuenca. With a large family to look after, they struggled to make ends meet. The dream of returning to the countryside slowly faded into oblivion, while one of her daughters became involved in left-wing politics fighting through outlawed newspapers against the agonising regime and the dictator.

Estamos todas bien has won two significant awards, the National Comic Award in 2018, and the 10th FNAC-Salamandra Graphic Novel Award in 2017. As a heartfelt tribute to the two grannies who must have helped her become who she is now, the book is simply astounding. As a narrative, however, it lacks punch. The story meanders between the nostalgic and the denunciation of the extremely discriminatory culture against which the two women must have battled through the years. It is, moreover, a sad state of affairs that a neo-Francoist political party has resurfaced (which goes to prove Franco has never really “died”) and attacks women’s rights (as well as those of migrants, linguistic minorities, the LGBT community and others).

The guy at the bar in front of you could be a murderous criminal one day... the one behind you by the bottle of brandy is a genocidal dictator. Where would you go?
An enjoyable book, no doubt. Perhaps a much longer version would have enhanced the story and the message, although it would have made the book a lot more expensive. Moltes gràcies, T. M’ha agradat moltíssim.

¡Chisss! ¡Camarero! Un par de tercios y una ración de sepia a la pancha. Ellas les hacen el gasto. Sin el bar de la esquina, la economía española estaría más hundida que el Titanic.

1 March 2023: Great news! Estamos todas bien has been published in English by Fantagraphics, translated by Andrea Rosenberg as We’re All Just Fine.

9 feb 2020

Reseña: Living in the Maniototo, de Janet Frame

Janet Frame, Living in the Maniototo (North Sydney: Vintage, 2018 [1979]). 236 páginas.

Tenía este libro de la autora neozelandesa en las estanterías desde hacía años, y decidí cogerlo el día antes de salir de viaje para Nueva Zelanda. El título me indujo a pensar que la novela estaría de algún modo situada en lo que se conoce como Maniototo, una extensa llanura al este de las cordilleras de la Isla Sur. Craso error. Maniototo apenas aparece en el libro, y desde luego Frame no incluye descripción alguna de cómo era vivir en esa parte del mundo.

Que lo anterior no se interprete como una crítica negativa del libro. Es sencillamente una observación sobre lo engañoso que puede ser un título. Publicado el día en que cumplía yo 12 años, curiosamente fue reseñado un mes después en The New York Times por una joven escritora llamada Margaret Atwood, quien por cierto confundió el nombre Blenheim del ficticio barrio de Auckland con otro lugar (posiblemente inexistente) llamado Glenheim. Sí existe Glenfield, probablemente la inspiración para el detestable centro comercial de la zona que Janet Frame bautiza como Heavensfield.

Glenfield, Auckland. Centro comercial construido años después de la novela. ¿Una visión del futuro? ¿La premonición de la fealdad capitalista?
¿Y qué decir entonces de Living in the Maniototo? Pues confesar que me ha parecido que es una novela extraña, singular y atípica parece no decir mucho a favor de su lectura, pero a quien le guste la literatura que mezcla realidad y ficción de la misma manera que el gazpacho junta tomate y pepino este libro le va a dejar un excelente recuerdo.

La narradora comienza con un divertido truco: Mavis Halleton nos dice que la podríamos conocer por alguno de los varios seudónimos o nombres alternativos que usa (Alice Thumb o Violet Pansy Proudlock, entre otros). Se jacta de haber enterrado a dos maridos, y tras la muerte del segundo decide retomar su carrera literaria con un viaje a los Estados Unidos. La primera escala la hace en Baltimore, en la casa de su amigo Brian, en un barrio poco recomendable. Semanas más tarde llegará el sobrino de Brian, un muchacho confuso cuya visita da lugar a extrañas situaciones y embarazosos desencuentros.

De Baltimore Mavis/Alice vuela a Berkeley, en la Bahía de San Francisco. Los Garrett, unos amigos suyos, van a irse de viaje a Italia y le prestan la casa mientras estén fuera. La ocasión la pintan calva, dicen. Silencio, soledad, y tiempo para escribir.

El caso es que a las pocas semanas se produce un terremoto en el norte de Italia, y le llega la noticia de la muerte de los Garrett en el desastre. Para más sorpresa todavía, el abogado de los difuntos le comunica que le han dejado a ella la casa en su testamento. Mavis sabe que a la casa iban a venir otras dos parejas de amigos de los Garrett. Compungida, y al mismo tiempo un tanto avergonzada por haber heredado una casa de una pareja a la apenas conocía, Mavis decide hospedar a los cuatro.

En cierto modo es en este punto en el que realmente comienza la novela. Si antes Mavis ha narrado su vida con el primer y el segundo esposo y la espantosamente aburrida y mediocre existencia en Blenheim, a partir de la llegada de los invitados, la narración adopta una perspectiva diferente e intrigante.

Las interacciones de Mavis con los Prestwick (Roger y Doris) y los Carlton (Theo y Zita), y entre ellos cuatro, conforman una confabulada historia, desbordante de ironía y buen humor. Además, Frame (a través de su alter ego, la escritora Mavis) salpica el libro de singulares reflexiones sobre el arte de la ficción. Una muestra:
“Como una solitaria abeja carpintera, una escritora atesora pedacitos del múltiple surtido y luego procede a roerlos de manera obsesiva, construyendo una larga galería, anidando su existencia misma en el interior de esa comida. Quien se los come, desaparece. Aparecen entonces los personajes en esa larga galería. Pero estoy hablando, sin embargo, de la ficción. Yo tenía cuatro invitados. Quería saber algo de ellos. Era natural su tentación de intentar ‘contarlo todo’, puesto que se hallaban dentro de un límite de tiempo y luchando de forma constante contra él, mientras que los personajes de ficción tienen todo el tiempo del mundo y mucho más, y no hace falta que cuenten, de manera deliberada, secreto alguno”. (p. 128, mi traducción)
Y en verdad que la novela es así, tal como la describe la narradora: una larga galería, o si se quiere, un desfile narrativo de singulares personajes, a los que, insiste Frame, hay prestar atención. Desde los dos maridos, Lewis Barwell (durante veinte años) y Lance Halleton (que “durmió con dos calculadoras de bolsillo bajo la almohada en nuestra noche de bodas” (p. 34, mi traducción), pasando por el estafador Albert Wynyard, con el que se obsesionó Lance tras dejar su trabajo como profesor de francés para convertirse en cobrador de deudas.

Luego están los muchos personajes de Baltimore: la anciana asistenta de Brian en su casa de Baltimore, la Sra. Tyndall, que la invita a contemplar en directo el milagro de las diez de la mañana del Hermano Coleman:
“Concluido el himno, la muchedumbre guardó silencio, y el Hermano Coleman levantó los brazos como un sacerdote y entonó con voz apasionada:‘Dad todo lo que tenéis a Dios. No os estoy pidiendo que me deis dinero a mí, quiero que se lo deis a Dios. Acercaos, todos, ¡sí, todos!’ decía casi gritando, ‘vaciad los monederos a los pies de Dios por el amor de Dios; no importa lo pequeño que sea lo que ofrezcáis, Dios lo acepta, Dios lo comprende.’” (p. 82, mi traducción)
O el joven Lonnie, el sobrino díscolo de Brian, que se apropia de la colección de monedas de una familia que lo invita a pasar unos días en su casa de campo. Y los personajes en Berkeley, a cada cual más chocante y ridículo. Y esta revista de personajes ficticios concluye con una sorpresa que Frame se saca de la chistera como por magia. El final es, sencillamente, genial.

En las calles de Dunedin, esta placa rinde homenaje a su escritora más famosa.
Una novela que se anticipó mucho al tipo de ficción que produciría décadas más tarde el postmodernismo y la autoficción, tan denostada en algunas partes. Que yo sepa, nunca fue traducida al castellano ni al catalán.

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