14 may 2021

Reseña: The Making of Christina, de Meredith Jaffé

Meredith Jaffé, The Making of Christina (Sydney: Pan Macmillan Australia, 2017). 367 páginas.

Christina tiene 45 años y vive con su madre, Rosa, en la pequeña granja tasmana donde creció. “Dos mujeres disecadas que enfrentan un futuro incierto, aferrándose la una a la otra. La verdad llegó como un acto de Dios. Arrasó sus vidas llevándose consigo sus posesiones y experiencias, haciendo añicos sus recuerdos, recordándoles que lo temporal e ilusorio que es el control que se tiene sobre la vida. Tras su paso, queda la culpa. La culpa ha grabado a Christina como un tatuaje, ha dejado cicatrices y costras del sarpullido que apareció al saberla por vez primera, y que nunca la ha dejado. Una especie de llaga en braille marcada en la piel que narra su historia. La verdad no fija nada. Para empezar, no le ha devuelto a Bianca.” (p. 1, mi traducción)

Bianca es la hija de Christina. Faltan 4 semanas para la Navidad. Bianca ha pasado el último año en el extranjero, como maestra de inglés, o huyendo quizás de esa historia. El abuelo Massimo murió poco tiempo después de que se supiera la verdad que ha marcado a estas mujeres de tres generaciones de una misma familia de inmigrantes italianos en Australia.

Jaffé nos cuenta esa verdad en capítulos que alternan el pasado con ese presente inmediatamente anterior al posible regreso de Bianca a Tasmania que tanto desea Christina. ¿Cuál es esa verdad?

Unos diez años antes, Christina consigue un suculento contrato para la empresa en la que está empleada: la renovación de la casa de Jackson Plummer, adinerado hombre de negocios de Sydney. Cuando él la invita a almorzar y posteriormente se la lleva a la cama, Christina se cree afortunada. Se divorció del padre de Bianca y siente que la soledad le estaba corroyendo y vaciando el espíritu.

Se inicia pues una intensa relación, aunque Jackson nunca menciona la posibilidad de romper con su esposa. Por eso la sorpresa es mayúscula cuando, tras uno de sus viajes de lujo, Jackson le propone que busque una casa al oeste de Sydney, cerca de las Montañas Azules, donde vivirán los tres como una familia.

Dicho y hecho: hay una enorme casa vacía en mitad de una zona remota al norte de las Montañas Azules. Un lugar aislado y aparentemente seguro, que en su momento perteneció a un artista mediocre que cayó en desgracia. Christina pone todo su empeño (y ahorros) en recuperar la casa y conseguir reconocimiento del lugar como patrimonio histórico-artístico. ¿Quizás todo ese empeño y atención los haya estado prestando en exceso o, peor aún, en detrimento de su hija?

En la composición de esta novela la autora optó por no adoptar la estructura de un thriller: no hay misterio que resolver, sino un crimen que castigar y una culpa que asumir y arrastrar. Ya desde el principio se explicita que Plummer no resultó ser trigo limpio: su crimen es abominable y pagará por ello.

Es Bianca quien decide revelar al mundo lo que ha estado ocurriendo a espaldas de Christina. Que la madre no sea cómplice no quita que dejara de velar por la seguridad de su hija adolescente. Christina será objeto del juicio negativo de todos: de la doctora que examina a Bianca; de la compañera de cuarto de Bianca en el colegio donde estudia internada durante la semana; de la inspectora de policía que llevará el caso.

También Rosa, la abuela emigrada, le confiesa a Christina la verdadera razón por la que ella y Massimo salieron de su pueblo y emigraron a Australia. El mal habita en todas partes y tiene forma de hombre.

Christina no puede seguir sentada. Recorre las sendas de gravilla de la rosaleda dando tumbos de aquí para allá, en un estado de agitación. El Disparate de Rosa, un tributo floral a todo lo que perdieron. La muerte y la destrucción, reemplazadas por un derroche de colores y olores que impregnan el aire. Pero Christina no puede dejar de preguntarse si el dolor de su madre sigue vivo. Si es posible alguna vez alcanzar un punto en el que el pasado cobre sentido. Rosa y Massimo crearon una distancia física respecto a su pasado y el tiempo había hecho el resto, pero ¿había cicatrizado la herida? Christina reflexiona sobre la contundencia de su madre y el pozo profundo de la bondad de su padre. No tiene ni idea de cómo eran antes de que aquellos sucesos cambiasen sus vidas. Dice el proverbio que lo que no te mata te hace más fuerte. Pero Christina no está tan segura de que sea cierto. (p. 263, mi traducción). Fotografía de kisaragitsuan.

The Making of Christina es una narración muy trabajada: los cabos están bien atados y aporta un desenlace que uno podría caracterizar como lógico, aunque predeciblemente feliz. Falla un poco el ritmo narrativo en el nudo de la novela: no me queda claro que la historia en torno al pintor Rivers y las maldades que pudo o no haber cometido en la casa debiera haber ocupado tanto espacio en la novela.

En realidad, si la autora hubiese optado por transformar la trama en un misterio, la obra habría perdido buena parte de la fuerza que posee. Es un buen relato que muestra hasta qué punto una persona puede no conocer a fondo a alguien con quien ha vivido mucho tiempo y a quien ha confiado la seguridad y el cuidado de sus propios hijos.

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