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22 feb 2018

Reseña: The King is Always Above the People, de Daniel Alarcón

Daniel Alarcón, The KIng Is Always Above the People (Nueva York: Riverhead Books, 2017). 240 páginas.
“El lugar en el que naces es, simplemente, el primer lugar del que huyes.” La emigración como tema fundamental de la vida contemporánea es el trasfondo de esta brillante colección de relatos del estadounidense y peruano Alarcón, de quien ya leí hace unos años At Night We Walk in Circles, novela que no dudo nunca en recomendar a quienes me preguntan por aquí en Canberra sobre Perú y su especial coyuntura política.

En este volumen Alarcón se adentra en la cuestión de la transformación que padecemos al emigrar. Cada vez que regresamos a ese lugar que es el primero del que uno huye, y que algunos dan en llamar patria (no es, desde luego, mi caso), nos redescubrimos y nos redefinimos.

De los diez relatos que componen The King is Always Above the People, dos destacan por su longitud, que los acerca a la categoría de nouvelle. Son ‘The Provincials’ y ‘The Auroras’. En el primero, el joven Nelson, que está a punto de reunirse con su hermano en los Estados Unidos, viaja con su padre Manuel al pequeño pueblo de donde es originario. Su cometido es ser el albacea del testamento de un familiar que ha fallecido recientemente. Su visita es recibida con alegría y (aparentemente) sana envidia de los lugareños que todavía recuerdan a Manuel como un excelente estudiante que demostró ser muy valeroso al irse a la capital. Por la noche se reúnen con algunos conocidos en un restaurante, y Nelson se hace pasar por su hermano (quien ya lleva varios años emigrado) y a medida que el alcohol les va soltando la lengua a todos, Manuel es objeto de duras críticas. Alarcón incluye el guion de un curioso sainete tal como lo imagina Nelson, cuya verdadera vocación es el teatro y el cine. Que en el lugar de donde nos hemos marchado a veces se nos reciba con muy poca simpatía puede ser algo amargo, por la razón que sea, es una de las más palpables realidades del emigrante. Una vez te marchas, ya no perteneces ni a un sitio ni a otro. Tierra de nadie.

‘The Auroras’ es una divertida (aunque tenga un desenlace amargo) recreación contemporánea del mito de Ulises y Circe. Narrada en tercera persona, cuenta cómo un profesor de literatura huye de la capital a una ciudad portuaria tras el fracaso de su matrimonio. Allí conoce a Clarisa, mujer de un marinero que está de viaje. Clarisa lo invita a quedarse con ella. Con el paso de los días el profesor queda más y más enmarañado en la especie de telaraña que la joven Clarisa le ha tendido, atendiendo a sus amigas mientras ella está fuera de casa. Clarisa le lanza un reto tras otro, y el joven profesor cae en una trampa tras otra, hasta esclavizarse.

De los demás cuentos, me llamó la atención el primero, ‘The Thousands’. Narrado en primera persona del plural, cuenta un episodio bastante habitual en Perú: la toma de tierras para llevar a cabo asentamientos en lugares donde no existía antes población alguna. Recuerdo que uno de nuestros guías en Ica señalaba hace un par de años en el horizonte un pequeño barrio alejado de la ciudad y explicaba que eran “ilegales”.

En ‘República and Grau’, cruce de calles que pudiera perfectamente existir en el centro de Lima, un chico de 10 años es enviado a trabajar como lazarillo de un viejo ciego que mendiga en uno de los semáforos del centro de la ciudad. Cuando el chico no trae a casa el dinero que su padre esperaba conseguir, se emplea con violencia. El ciego, por su parte, es casi un calco de su homónimo en el Lazarillo de Tormes. Como en el anónimo del siglo XVI, el desenlace es violento e inesperado, pero deja muy buen sabor de boca.

También cabe destacar ‘The Ballad of Rocky Rontal’, cuyo aliciente es que está narrada en segunda persona. Es la historia de un niño abocado desde su niñez a la violencia de las bandas, el crimen y la cárcel. ¿Puede rehabilitarse alguien que ha mamado la violencia desde muy pequeño?
Imagen procedente de asiasociety.org
Alarcón escribe con buen criterio, la suya es una prosa nítida y agradable, y se adivina un sutil matiz irónico en sus descripciones. El título del libro procede de un grabado del artista iraní Ardeshir Mohassess (1938 –2008). En otras partes del mundo, en un gesto un poco más generoso y sin duda civilizado, se limitan a poner el retrato del rey boca abajo.

25 may 2014

Reseña: At Night We Walk in Circles, de Daniel Alarcón

Daniel Alarcón, At Night We Walk in Circles (Londres: Fourth Estate, 2013). 374 páginas.

El realismo mágico se encontraba en un estado moribundo ya antes de la muerte de Bolaño. En una época en que la emigración ha difuminado las fronteras lingüísticas hasta prácticamente hacerlas invisibles, un narrador de origen peruano y criado en los Estados Unidos, Daniel Alarcón, diluye aún más esas fronteras al escribir en lengua inglesa una novela de temática inapelablemente latinoamericana. La pobreza, la violencia en las calles, el régimen brutal imperante en las prisiones, el narcotráfico, la represión policial y militar, la corrupción política, aun ese idealismo zurdo que el presidente uruguayo Mujica recientemente calificaba de infantil: son todos aspectos de la vida en Latinoamérica a los que Alarcón hace referencia directa o indirectamente en At Night We Walk in Circles.

En las primeras páginas de la novela me llamó la atención la presencia de un narrador que es más espectador que protagonista. Hay un yo que se declara participante al final del primer capítulo – y lo hace de forma sorprendente, por medio de un “nosotros”. Pero desde un principio nos advierte además de que su irrupción en la historia es muy tardía y en cierto modo impropia, de manera que su presencia no es ni por asomo abusiva.

At Night We Walk in Circles cuenta en realidad dos historias, la de Henry Núñez, actor y dramaturgo que en los años 80 formó una compañía teatral llamada Diciembre, desde la cual producía representaciones de carácter subversivo, que bien pronto llaman la atención de las autoridades. Es la época de lo que Alarcón (o el narrador de la novela) denominan la “guerra” – los terribles años de la guerrilla de Sendero Luminoso. Una noche, ya con el teatro vacío, Henry es arrestado. Unos días después es acusado de un delito de “terrorismo”.

La otra historia es la de Nelson, otro actor mucho más joven que se une en marzo de 2001 a Núñez y su amigo Patalarga tras hacer una audición. El reformado Diciembre sale de gira por la cordillera andina, visitando remotos pueblos donde imperan un ritmo de vida y una cultura tan diferentes de los de la capital. La obra que van a representar es la misma que le costó a Núñez la libertad unos quince años antes: El Presidente idiota.

Si bien Alarcón nunca menciona a su Perú natal (Alarcón creció en los Estados Unidos), no cabe ninguna duda de que At Night We Walk in Circles se sitúa en el país andino. La cárcel donde Núñez cumple condena es muy posiblemente la infame Lurigancho.

La trama lleva al lector al pasado, a los orígenes de Diciembre y a las penalidades que Henry sufre en la cárcel, donde sobrevive gracias a la ayuda de Rogelio, de quien se hace amante. Henry pasa de haber sido dramaturgo prestigioso en una época de convulsión social y política a ejercer en 2001como profesor de ciencias en una escuela secundaria, divorciado y un tanto amargado. Alarcón dedica muchas páginas a las interacciones entre los actores en los ensayos de una obra extremadamente crítica con el poder político institucional. Se contrapone al engreimiento y altanería de Henry el entusiasmo y admiración de Nelson por el líder de Diciembre.

Casi al final de la gira, Henry decide de pronto cambiar el itinerario para acudir a visitar el pueblo natal de Rogelio, y presentarse a su familia, quienes piensan que está todavía vivo. En realidad, Rogelio había muerto en la cárcel poco después de que Henry cumpliera su pena, una víctima más de la salvaje represión policial y militar en medio de la “guerra”. Es ese pueblo (también el pueblo natal del narrador, quien solamente se refiere a él por la letra inicial, T) en el que la trama sufre un sorpresivo giro que supone el fin de la gira teatral y la separación de Nelson de sus dos compañeros de escenario. Una pelea con el hermano de Rogelio, Jaime – un personaje siniestro y cruel que había ocultado la muerte de Rogelio a sus padres – lleva a los intérpretes a escenificar una disculpa ante la madre y la hermana de Rogelio. Inexplicablemente – es un decir, pues no quisiera revelar demasiado del argumento de la novela – Nelson queda preso en T, representando un papel que jamás hubiera considerado.

Alarcón maneja con destreza el tempo narrativo: es precisamente el hecho de que haya un narrador que va cobrando mayor protagonismo conforme avanza la novela – finalmente se identifica como periodista de una revista de la capital – lo que permite ir revelando detalles a su antojo. El suspense es solamente un aliciente añadido a la atmósfera de malos augurios y oscuros presentimientos que crea Alarcón.

El desenlace es explosivo: cuando un Nelson hambriento, cansado y desorientado regresa a la capital, su destino ha dejado de estar en sus manos. Sus intentos por convencer a su exnovia Ixta de que vuelva con él y criar juntos al bebé que ella lleva en sus entrañas (Nelson sospecha que el bebé es suyo) son sueños inasibles e inalcanzables. La tragedia está servida, y solamente se necesitan aditamentos como el azar y el alcohol para que la sangre, por así decirlo, llegue al río.

Con numerosos, complejos personajes bien desarrollados y un estudiado ritmo narrativo, At Night We Walk in Circles resulta ser una excelente novela, pese a que Alarcón decide no profundizar en algunos aspectos narrativos secundarios que dejan interrogantes en el aire: por ejemplo, ¿hasta qué punto se insinúa que Nelson pudiera ser bisexual, como Henry?


La novela la ha publicado ya en castellano Seix Barral (en traducción de Jorge Cornejo) bajo el título de De noche andamos en círculos. Recomiendo, para quien quiera contrastar otras opiniones, esta reseña de Santi Fernández Patón en Hermano Cerdo.

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