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2 feb 2019

Reseña: The Largesse of the Sea Maiden, de Denis Johnson

Denis Johnson, The Largesse of the Sea Maiden (Londres: Vintage, 2018). 207 páginas.
¿Son aburridos los personajes que se asemejan a lo que solemos llamar la gente normal? Yo diría que Denis Johnson habría contestado a esta pregunta con una rotunda afirmación, quizás con una mínima reserva, algo así como “¿qué quiere decir ‘normal’?”

The Largesse of the Sea Maiden fue el último libro de Johnson antes de su muerte en 2017. Es una rica colección de relatos – cinco en total – en la que abundan los personajes marginales, solitarios, derrotados, intoxicados, alcoholizados, aprovechados, arruinados, perdidos, etc. Ninguno es estrictamente normal.

Las historias se ubican en lugares tan distintos entre sí como un centro de tratamiento para adictos y una universidad. Lo que destaca en todo momento es la destreza de Johnson para hacer natural y creíble lo que en principio no debiera tener ni un atisbo de verosimilitud: por ejemplo, que el hermano gemelo de Elvis (Jesse, nacido muerto) no hubiese muerto y fuese en realidad adoptado por otra familia.

El primero de la colección, que da título al libro, presenta una estructura inusual para un relato corto. Es más, parece una simple compilación de episodios y anécdotas, a primera vista inconexas, con títulos muy llamativos, y que el narrador, un publicista, va acumulando: Una cena en la que le piden a una mujer que bese el muñón de un hombre con una pierna amputada; un millonario que arroja al fuego de la chimenea un cuadro de altísimo valor porque le da la gana; una llamada telefónica de su exmujer, en la que le dice que los médicos le han dado semanas de vida y va a morir pronto, pero el narrador se queda de repente confundido, y ya no sabe si es su primera o su segunda exmujer; un encuentro en los baños de un hotel con alguien que resulta ser el hijo de un viejo amigo, que le explica que su padre murió hace ya años, y al despedirse de él, el narrador le dice que salude a su padre de su parte…

La siguiente historia se titula ‘The Starlight on Idaho’, y en esta Johnson adopta el género epistolar para construir un relato. El narrador es Mark Cassandra, internado en un centro de rehabilitación de toxicómanos, desde donde escribe cartas a todos los miembros de su familia, al doctor, al Papa, a su patrocinador, al mismo demonio… Son epístolas de desesperación, de confesión, de acusación. Mark cree ser Jesús, nuevamente venido al mundo a expiar pecados, pero ¿solamente sus propios pecados?

El tercer relato lleva por título ‘Strangler Bob’ [Bob el estrangulador]. Cuenta las peripecias del narrador, un joven en una cárcel de un condado no identificado, al que los otros reclusos han apodado Dink. Uno de los episodios más extraños relata lo que les sucede cuando uno de ellos recibe una revista de coches en la que una página ha sido bañada en una sustancia similar a la psilocibina.

‘Triumph Over the Grave’, el penúltimo, es el más metaliterario de los cinco. Comienza con el narrador en una cafetería, engullendo huevos con beicon, y una imagen en el espejo que le recuerda a la mujer de un amigo ya muerto, y de eso pasa con toda naturalidad a la revisión médica de rodilla a la que sometió años antes mientras estaba bajo los efectos de LSD. A esto le sigue la historia de un escritor amigo de un amigo que se recluyó en un rancho, y al que le ruegan que acuda a visitar. Dice el narrador: “Escribir. Es trabajo fácil. El equipo no es caro, y puedes dedicarte a esa ocupación en cualquier parte. Tú mismo te marcas las horas, haces el gandul en casa en pijama, escuchando jazz y bebiendo un café a sorbos mientras se te escapa otro día.” (p. 106, mi traducción) Y concluye el relato con una frase magistral, que ya había sintetizado en el título: “No importa. El mundo sigue dando vueltas. Está claro que en el momento en que esto escribo, no estoy muerto. Pero puede que sí para cuando tú lo leas.” (p. 130, mi traducción)

Las tumbas de los Presley en Memphis. Fotografía de Pastor Sam.
Como hizo en The Laughing Monsters, reseñada hace poco más de año ymedio, Johnson exhibe en estos relatos (especialmente en el segundo y el último) el tema de la locura, pero lo hace con ciertas dosis de desconfianza. Es algo más que evidente en el último relato de este volumen póstumo, ‘Doppelgänger, Poltergeist’, en el que el poeta y académico Kevin Harrington cuenta la admiración que ha sentido a lo largo de los años por otro poeta, Marcus Ahearn, quien desde hace mucho tiempo está obsesionado con Elvis Presley. Ahearn ha construido su propia teoría conspirativa sobre la muerte del cantante nacido en Tupelo: una insania que añade a la ya controvertida vida del Rey: robos de tumbas, apariciones fantasmales, suplantación de identidad con dobles y la intervención de la CIA, entre otras muchas cosas como documentos legales posiblemente genuinos, o quizás falsificados. El relato llega a un final abrupto el 11 de septiembre de 2001 en el centro de Nueva York.

El legado que dejó Denis Johnson es mucho mayor que este compendio de relatos. Son todos de una gran calidad, lo que nos dice que, de haber vivido unos cuantos años más, habría producido más obras de alto nivel. No importa. El mundo sigue dando vueltas. Por ahora.

El libro lo publicó Random House en castellano también en 2018, en traducción de Javier Calvo, bajo el título de El favor de la sirena.

29 ago 2018

Reseña: Nobody Move, de Denis Johnson

Denis Johnson, Nobody Move (Londres: Picador, 2009). 196 páginas.
Esta novela de Denis Johnson (fallecido en 2017), cuya The Laughing Monsters reseñé en su momento, la escribió originalmente Johnson como novela por entregas para la revista Playboy en 2008. Nobody Move [Que nadie se mueva] explora el género de la novela negra con una parquedad verdaderamente sublime. El número de personajes protagonistas es el mínimo requerido para una novela de este calibre: son tres. Además, están los secundarios, a los que por supuesto Johnson hace caer como moscas: igualito que en aquellos anuncios de Raid que veíamos en la España de la “Transición modélica” (y que ahora me parecen tan cutres) de los 80.

Personajes secundarios de una novela negra... Todo buen autor los mata bien muertos.

Se abre el telón y aparece Jimmy Luntz, quien con ese nombre no puede ser otra cosa que un perdedor. Además, lleva puesto un esmoquin blanco, el color ideal para que chille la sangre. En el bolsillo de la camisa lleva la hoja de las carreras del hipódromo de Santa Anita. Jimmy ha estado participando con el coro al que pertenece en un concurso. Han quedado decimoséptimos de entre veinte. Podría ser peor.

Y, de hecho, lo es. Porque al salir del centro de convenciones le está esperando Ernest Gambol. Este viene a cobrar las deudas que Luntz tiene con un tal Juárez. Vente conmigo, Jimmy, le dice. En vez de pedirle que espere a que se cambie de ropa, Jimmy se sube al Cadillac con Gambol. Tras un par de horas en el coche, Luntz decide que no va a dejar que le maten, así que se adelanta y le dispara a Gambol. Pero no lo mata. Craso error. Ahora le tocará huir.

En su huida conoce a una mujer que también huye, y curiosamente, se llama Anita. La joven ha sido acusada (y condenada) de un desfalco de 2,3 millones de dólares, que ha cometido su marido. Diríase que ninguno de los dos tiene mucho que perder, siempre y cuando la una consiga deshacerse del ex y del juez con el que éste se ha conchabado, y el otro consiga despistar a Gambol y Juárez.

En un paso subterráneo como este ocurren cosas... Bienvenidos a Alhambra, California. Fotografía de Ken Lund, de Reno, Nevada. 
En apenas 190 páginas Johnson cuenta una enorme historia, y lo hace con muchísimo humor (muy, muy negro), diálogos vibrantes, repletos de ironía, y escuetos esbozos de lugares, ambientes y acciones. Trepidante es sin duda la palabra.

¿De dónde ha salido Jimmy Luntz? No se sabe, pero una anécdota de su niñez lo retrata perfectamente: cuando alguien le ofrece unos dólares por limpiar un remolque, Jimmy lo hace a conciencia, empleando hasta cinco días para terminar la faena. Cuando llega el momento de recibir su pago, le ofrecen dos opciones: el dinero en efectivo o un boleto de lotería. Jimmy elige lo segundo. Y no hace falta que te diga lo que pasa, ¿verdad?

¿Podrán darles el esquinazo a los pistoleros? ¿Es Anita el amor definitivo para Luntz? ¿Quién saldrá vivo de todo este enredo? ¿Quién sale ganando? Pues el lector, claro está: quien disfrute del género, gozará con Nobody Move. Muy recomendable.

18 may 2017

Reseña: The Laughing Monsters, de Denis Johnson

Denis Johnson, The Laughing Monsters (Nueva York: Farrar, Strauss and Giroux, 2014). 228 páginas.
¿Quién es Roland Nair y qué demonios hace en Freetown, la capital de Sierra Leona? Al comienzo de este poco convencional thriller, Nair cuenta que ha transcurrido poco más de una década desde su última visita a la ciudad. En el aeropuerto espera encontrar a su amigo Michael Adriko, un ugandés con el que ha compartido innumerables aventuras, entre otros lugares, en Afganistán.

Una playa de Freetown, donde Roland Nair bien podría estar ahora mismo vendiendo secretos oficiales, o tomándose el sexto vodka martini de la tarde.Fotografía de Erik Cleves Kristensen. 
Mientras relata su espera en un hotel venido a menos, de Nair aprenderemos que tiene, además del estadounidense, un pasaporte danés, y que trabaja para los servicios de inteligencia de la OTAN. Adicto al alcohol y al sexo con prostitutas, Nair no es ni por asomo un James Bond.

Pero a Freetown ha venido, además de a encontrar a Adriko (por órdenes de su agencia), a reencontrarse con África, y de paso, a hacerse rico vendiendo secretos oficiales. El caso es que, desde el momento en que vuelve a hacer equipo con Michael, queda claro que cada uno va a actuar por interés propio. Además, Michael ha llegado acompañado de Davidia, una atractivísima afroamericana hija del comandante a cuyas órdenes estaba Michael antes de desertar ("desconectarse", según Michael).

El plan de Michael es muy sencillo: ir a Uganda y desde allí entrar ilegalmente en la República Democrática del Congo para reconectar con su clan y contraer matrimonio con Davidia. Sobre el papel, parece una fiesta cojonuda, ¿no? Sin embargo, Nair sabe que Michael miente con más frecuencia que respira.

Cuando Michael le revela que su plan incluye la venta de uranio enriquecido, Nair sabe que los problemas solo han hecho que empezar. En su huida hacia adelante, Nair, Adriko y Davidia atropellan a una mujer a la que no prestan auxilio, luego lograrán cruzar la frontera en el Landcruiser robado (prestado, según Michael), para luego quedar separados tras sobrevivir al ataque contra un pequeño pueblo por parte de unas violentas milicias congoleñas no definidas, además de sobrevivir al hambre y la sed, o a la miseria y la desesperación de los lugareños de una región montañosa conocida como The Laughing Monsters, o los monstruos risueños.

Montañas del Parque Nacional Virunga, República Democrática del Congo. A simple vista, no parecen para nada monstruosas. In situ, la cosa podría cambiar, y mucho.Fotografía de Guy Debonnet.
La paulatina descomposición mental y moral de Nair queda perfectamente reflejada en las páginas del diario que escribe. Me resultó curioso que Johnson escogiera el formato del relato en primera persona: ¿hasta qué punto es creíble lo que nos cuenta Nair, un narrador nada fiable, alcoholizado y corrompido hasta la médula, cuyo compañero de aventuras es un mentiroso patológico como Michael Adriko? Sin duda, es una estrategia deliberada: Johnson decide mostrar a Nair tal como es, a través de sus propias palabras. Para él, las mujeres son objetos de usar y tirar: la primera noche en Freetown se lleva a una menor a su habitación. En su posterior delirio, le propone a Davidia que huya con él y deje tirado a Michael. Más que un antihéroe: un degenerado, un ser totalmente aborrecible.

A medida que se adentra en una parte del mundo en que nunca encontrará un espacio propio, Nair se mueve en un escenario chocante, horripilante y desesperanzado. Su degradación parece no tener límites. Cuando unos lugareños comparten un extraño licor que extraen de plantas autóctonas, todos rompen a reír. ¿Quiénes son los monstruos que ríen ahora?

The Laughing Monsters no es una novela que destaque por la belleza de su prosa, ni por un intrincado desarrollo de la trama. ¿A quién le hace falta acción cuando con las mentiras y medias verdades que unos se cuentan a otros y la continua postergación de todas las informaciones y sus decisiones te permiten avanzar en la forja de un libro?

The Laughing Monsters fue publicada en castellano por Random House Mondadori en 2016, con traducción a cargo de Javier Calvo. Sin ser una obra que vaya a pasar a la Historia (ésa con la hache mayúscula, sí), ha conseguido picarme bastante la curiosidad como para que siga buscando libros de Denis Johnson. De ella me quedan muy marcados su subtexto y una descorazonadora moraleja: ese enorme charco de sangre, muerte, enfermedad, hambre y desesperación que es el interior de África, donde los arroyos son tóxicos y los muertos en la carretera quedan en la cuneta a merced de los animales, donde la sobreexplotación de los recursos es ley.

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