“Sería yo el rey del espacio infinito incluso encerrado en una nuez, si no fuera porque tengo pesadillas” (Hamlet, II.ii.260)
Esta cita es,
curiosamente, la que Jorge Luis Borges escogió (en inglés) como epígrafe de ‘El
Aleph’. Y digo yo que debe de ser harto divertido ser Ian McEwan. A estas
alturas de su dilatada carrera literaria se puede permitir prácticamente
cualquier cosa. Como utilizar Hamlet en la trama de una novela negra. Pero
para más recochineo, en Nutshell, el Hamlet con el que realiza sus malabares
artísticos McEwan es un feto: de ahí la cita del acto II que he copiado más
arriba, y que el maestro argentino empleó como guiño a su lugar-cum-momento del
universo en donde se compendia todo: mundos, tiempos, espacios y saberes.
La idea es
extremadamente ambiciosa, no creo que nadie lo ponga en duda, pero el hecho es
que, como lector, uno tiene que dejar constantemente de lado, esto es, ignorar,
el hecho de que quien narra la historia es un feto. ¿Puede suspender su incredulidad
el lector ante las disquisiciones intelectuales de un nonato? Pst… Si
simplemente quieres disfrutar de la prosa de McEwan, Nutshell debería
agradarte, y mucho. No hay misterio: el asesinato se produce mucho antes del final
del libro, y el desenlace es, por así decirlo, intrascendente. Otra criatura
viene al mundo en un parto prematuro.
Y como en Hamlet,
hay una Gertrude (Trudy) y un Claudius (Claude): ella vive en una mansión medio
en ruinas que pertenece en realidad a su marido, John, poeta y académico de poca
estofa. Está preñada y a punto de dar a luz. John y Trudy se han separado
porque ella quiere tiempo para recalibrar su situación, pero la relación está
definitivamente terminada. Al igual que en Hamlet, hay un pérfido
hermano, Claude, agente inmobiliario y especulador que necesita dinero. Y a
todo esto, es Claude el que se está tirando a la joven madre embarazada.
El joven Hamlet mata a su tío Claudius. Pintura de Gustave Moreau (1826-98) |
¿Se saldrán con
la suya? Y si las cartas les vienen mal dadas, ¿se revolverán el uno contra la
otra? La podredumbre moral se agrega a la ruina de la vivienda y los malos
olores que la suciedad, la mugre y la dejadez han ido acumulando desde que John
dejó su casa, y todo ello bien bañado en buenos vinos blancos, botella tras
botella, amén de una buena botella de escocés. Menuda familia. No es de
extrañar que el nonato hable de estrangularse con el cordón umbilical…