Albert Wendt. The Adventures of Vela. Honolulu: University of Hawai’i Press, 2009 . 276 p.
Ya no se escriben muchos libros como éste. Y ya casi nadie lee libros como el que nos ha regalado Wendt para nuestro deleite. The Adventures of Vela es una novela en verso libre del poeta, novelista y artista samoano, habitualmente residente en Nueva Zelanda, Albert Wendt. En The Adventures of Vela las vicisitudes diarias de nuestra existencia en esta sociedad moderna y altamente dependiente de la tecnología se mezclan con las crónicas de Vela, una suerte de trovador del océano Pacífico, quien va recorriendo los siglos de la historia, desde el tiempo mitológico de la creación del mundo según las antiguas creencias polinesias hasta nuestros mismos días, a bordo de un vuelo nocturno que parte desde Shanghái rumbo a Sydney, una parte del libro algo desligada del tema general..
Wendt ha consumido muchos años en completar esta gran obra. En la obra vamos cruzando los siglos en la compañía del poeta narrador, que nos dispone a Vela, compositor de canciones, en su viaje por el tiempo, desde la mitología de Nafanua, la diosa samoana que conquistó la paz para su pueblo, pasando por una extraordinaria sociedad que comparte el pensamiento, los Nei, a los cuales Vela subvierte hasta llevarlos al borde del aniquilamiento, y Olfact, la sociedad de la ‘smellocracy’, en la cual todo contacto humano está basado en el olor.
Uno de los aspectos más llamativos de The Adventures of Vela es su musicalidad, su innegable oralidad. Sus versos nos transportan a un tiempo lejano, prehistórico, en el que todas las historias, las leyendas contadas por los ancianos alrededor de un fuego mientras se esperaba a la hora de la cena, se transmitían de manera oral. La voz del poeta narrador nos acerca a esos dioses, los atua, con defectos humanos, y lo hace sin tapujos: Vela, Nafanua y los diversos personajes que se cruzan en la vida de Vela se nos presentan mediante un alto grado de carnalidad y sexualidad, y en la obra resuenan ecos de obras clásicas como Cuentos de Canterbury, Decamerón o La Celestina. El resultado es una obra literaria vibrante, compleja y sorprendente.
Una vez inmerso en la lectura de The Adventures of Vela, el lector queda atrapado por la voz del narrador. He aquí un fragmento del capítulo cuarto, ‘The Contest’:
The Contest
‘We are the remembered cord
that stretches across the abyss
of all that we’ve forgotten
We don’t inherit the past
but a creation of our remembering’
sang Vela
(1)
The contest remains a divining bowl of seawater
in my decaying skull (in it I read again the
tides of my life):
Alopese of Manu’a half-atua half-tagata born
of the Rock where the La rises and Tagaloa
hatched his human reflection
Alopese the Tuimanu’a ‘s Lord of War who read
the signs and harnessed the atua’s ferocity
in the Conch’s whispering
Diviner of the Word who fattened on the mana
of defeated heroes the tanifa’s bitter blood
and the ambidextrous songs of the dolphin
Reader of the future who could lift out
of body as the blue-beaked ti’otala
that cheekiest of birds
It was he who ate the night away as he flew
and at the bright rooster’s call we woke
he was the unblinking eye of our malae
Eyes as rapacious as midnight
tight wrap of muscle and austere sinew
around his talking staff
Long hair bleached skullwhite
with limestone ancient tattooed skin like
shark’s hide bristling
Leaning on his staff rooted to the earth
he rose (even the La shivered) to clog
my moa with fear (and awe)
‘I’ve come to meet the one who is man
and woman gifted who they say can sing all
the seasons through into the future!’ he called
El certamen
‘Somos el cordón de memoria
que se extiende por el abismo
de todo lo que hemos olvidado.
No heredamos el pasado
sino una creación de nuestros recuerdos’
cantó Vela
(1)
En mi cráneo en descomposición el certamen
sigue siendo un cuenco de zahorí
de agua de mar (en él leo otra vez
las mareas de mi vida):
Alopese de Manu’ai semi-atuaii semi-tagataiii nacido
de la Roca donde se alza Laiv y donde Tagaloav
incubó su reflejo humano.
Alopese el Señor de la Guerra de Tuimanu’avi que leyó
los signos y domó la ferocidad del atua
en los susurros de la Caracola.
Zahorí de la Palabra que se cebaba con el manavii
de héroes derrotados la amarga sangre del tanifaviii
y las canciones ambidextras del delfín.
Lector del futuro que podía alzarse fuera
del cuerpo como el ti’otalaix de azulado pico
el más desvergonzado de los pájaros.
Fue él quien se comió la noche mientras volaba
y con la esplendente llamada del gallo despertamos,
suya era la imperturbable mirada en nuestro malaex.
Ojos tan voraces como la medianoche,
ceñido envoltorio de músculo y tendón austero
alrededor de su cayado parlante.
Largos pálidos cabellos blancos como calavera
de piedra caliza vetusta piel tatuada
como pellejo de tiburón, erizándose.
Apoyado en su cayado enraizado en la tierra,
se alzó (y hasta el La tembló) hasta atorar
mi moaxi de miedo (y asombro).
‘He venido a conocer al que está dotado de hombre
y mujer de quien dicen que con su canto puede atravesar
todas las estaciones hasta el futuro!’ dijo en voz alta.
Notas a la traducción:
i Manu’a, un remoto grupo de islas del archipiélago samoano, consta de tres islas principales, Ta’u, Ofu y Olosega. Forman parte de la actual Samoa americana.
ii atua, dios.
iii tagata, hombre.
iv La, el sol.
v Tagaloa, también llamado Tagaloa-lagi o Tagaloa de los cielos) es visto generalmente como el ser supremo, el creador del universo, señor de todos los dioses y progenitor de los demás dioses y los humanos.
vi Tuimanu’a, también Tui Manuʻa, considerado el título de jefe más antiguo en la cultura samoana y polinesia.
vii mana, poder supernatural.
viii tanifa, tipo de tiburón devorador de hombre.
ix pájaro autóctono del Pacífico, emparentado con el martín pescador.
x malae, lugar sagrado, semejante a la plaza del pueblo (salvando las distancias, claro).
xi moa, el pecho, y por extensión, el corazón, el alma. Sa-Moa, el pueblo del Moa.
Pero se trata de un libro complejo, en el cual los simbolismos pueden escapar a nuestra atención con facilidad, y por tanto la relectura paga dividendos. La historia de Samoa dentro del proceso colonial y la progresiva eliminación de su cultura y religión a manos de los misioneros cristianos, que llegaron con ‘palos de fuego y un libro’. De ese modo, Nei, ese lugar de paz y abundancia al que arriba Vela, viene a ser una metáfora del impacto que el colonialismo (Vela) tuvo sobre los colonizados, y de cómo la imposición de un sistema de creencias y valores morales sobre otra civilización terminará siempre por producir su destrucción.
El capítulo final, ‘The final revelations’, constituye la narración de la invasión de Samoa por parte de los colonizadores europeos, y Wendt nos presenta los eventos como si estuviera narrando la filmación de una película. El efecto es en ocasiones un tanto extraño, mas Wendt demuestra tener cierta maestría narrativa: la tensión de los sucesos va en aumento y culmina con la traición a la diosa y reina de Samoa, Nafanua.
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