Alexis Wright, Carpentaria (Artarmon: Giramondo, 2006). 519 páginas.
El golfo de
Carpentaria es una extensísima área que comprende parte del Territorio del
Norte y del oeste de Queensland. Es quizás una de las zonas menos atractivas
para el turismo en la mitad septentrional del continente australiano: no puede
competir con la Gran Barrera del Arrecife Coralino ni con los alicientes de
Kakadu, por ejemplo. Es en esta región antiquísima en la que Alexis Wright
sitúa su novela, que fue galardonada con el Premio Miles Franklin en 2007.
Imagen desde satélite del golfo de Carpentaria |
Con 519 páginas, Carpentaria es una larga y densa obra,
con numerosísimos personajes y muchos y variados temas. Wright crea en una
pequeña ciudad ficticia llamada Desperance (con los evidentes ecos de
‘desesperación’ y ‘esperanza’), espejo de cualquier localidad del outback australiano, en el que las
comunidades indígena y la blanca viven separadas. En Desperance, los blancos
viven en ‘Uptown’, mientras que la comunidad indígena está también dividida (un
enfrentamiento en torno a cuál de los clanes tiene genuinamente el derecho a
considerar la zona suya, tema que se repite en una novela más reciente, Mullumbimby, de Melissa Lucashenko) entre este y
oeste, zonas marginales cercanas a los vertederos y que carecen de los
servicios municipales más elementales.
El personaje
principal es Normal Phantom, pescador que complementa sus ingresos con las
verdaderas obras de arte que realiza como taxidermista. Norm, a quien Uptown
nombra líder de la comunidad indígena (un papel de interlocutor que él rechaza
con total indiferencia), patriarca y uno de los últimos ‘elders’ con
conocimientos antiquísimos y misteriosos de la tierra y el mar. Si Norm es el
líder de la zona occidental de Desperance, en lo que la narradora denomina Pricklebush,
su enemigo es Joseph Midnight, y su enfrentamiento es épico y parece haberse
originado en tiempos inmemoriales. Los otros tres personajes que forman parte
de la trama principal son Angel Day, la mujer de Norm, que tras varios años lo
abandona y se marcha con Mozzie Fishman, una especie de fanático espiritual que
se dedica a recorrer el outback con
sus numerosos acólitos en un convoy de coches destartalados, siguiendo los
caminos tradicionales del Dreaming indígena,
convoy que por momentos nos recuerda a los integrantes del memorable programa The Bush Mechanics.
El tercer personaje
central de esta descomunal épica indígena australiana es Will Phantom, hijo de
Norm y Angel Day, quien tras una violenta discusión con su padre, se marcha de
la casa familiar y se une a Mozzie para iniciar una especie de guerra de
guerrillas contra la compañía minera que busca explotar el subsuelo a costa de
destruir el ecosistema y las tierras que son sagradas para los indígenas. El principal tema que subyace
en la narración de Carpentaria es sin
duda la desposesión de las tierras de los pueblos indígenas aborígenes por
parte de una población colonial blanca que no entiende ni quiere entender sus
tradiciones, ni desea cambiar sus actitudes prepotentes ante los quebrantos que
el nuevo orden social y económico supone para los habitantes ancestrales de
esas tierras.
Desde un punto de
vista meramente literario, Carpentaria es sin embargo una narrativa caótica y
desordenada. En sus inicios carece de ritmo, y cuando los titubeos preliminares
dan paso a la narración propiamente dicha, el lector se encuentra con una falta
de concreción cronológica que ciertamente desorienta. El pasado surge sin
previo aviso entre los sucesos narrados, y sucesos imaginados por algunos personajes
parecen adquirir visos de realidad. Una cosa es el juego narrativo que el
realismo mágico pueda aportar a una gran novela como Carpentaria, y otra bien distinta es infligir en el lector la confusión
en tanto que recurso narrativo.
Atardecer en Cloncurry, lugar donde nació la autora |
Y no es que ese
desbarajuste esté excesivamente extendido en Carpentaria. No es el caso. Pero si a lo anterior le sumamos una
mezcla algo deshilvanada de registros y la falta de control de la perspectiva
de la voz narradora, nos encontramos ante una gran obra perdida en su propia
maraña de historias, perspectivas y ángulos. Se echa en falta una mayor fijación
de los diversos aspectos literarios que suelen contribuir a darle cuerpo a una novela.
Es cierto que no
puede ser fácil hacer que confluya la tradición oral de la antiquísima literatura
indígena con las convenciones escritas del género novelístico. Wright hace un uso
constante de marcadores discursivos coloquiales (‘Well!’) que coexisten con polisílabos
y términos propios de registros especializados como el jurídico o el económico.
Pese a todo, la presencia de la autora domina toda la novela, y son muchas más
las virtudes que los defectos: el paso de pasajes rebosantes en lírica a diálogos
y pasajes con un lenguaje más prosaico deja de resultar tan llamativo con el
paso de las páginas.
Un simpático recordatorio de la fauna local en Normanton, golfo de Carpentaria |
En Carpentaria Wright no deja en el tintero
ninguna de las peliagudas cuestiones que lamentablemente atenazan la vida de
las comunidades aborígenes en demasiadas partes de Australia: la muerte de
ciudadanos indígenas bajo custodia policial, los jóvenes que inhalan gasolina,
la pobreza perenne, la exclusión de los indígenas de los polos de toma de
decisiones, el racismo o la violencia.
Es una pena, no obstante, que tantos
hilos queden sueltos. ¿Qué sucede con las hermanas de Will? ¿Sobrevive Kevin
Phantom a la paliza que le propinan? ¿Regresa el repugnante alcalde Bruiser a
Desperance? Son solamente algunas de las muchas preguntas que quedan sin
respuesta, y habrá sin duda quien diga que son elementos secundarios de la
novela, y por tanto su resolución no es tan relevante.
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