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3 ene 2015

Reseña: Land's Edge, de Tim Winton

Tim Winton, Land's Edge: A Coastal Memoir (Camberwell: Hamish Hamilton, 2010 [1993]). 109 páginas.

Land’s Edge: a coastal memoir se publicó por primera vez en 1993, en una edición que, por lo visto y leído, era de gran tamaño y muy poco asequible para el público en general. Penguin Books a través de su sello Hamish Hamilton lo reeditó en 2010 en formato también de tapa dura pero mucho más asequible. Como indica el subtítulo, se trata de un relato autobiográfico, pero para quienes conocemos en cierta profundidad la obra de Winton, resulta ser un librito de mucho interés. Land’s Edge recoge las inquietudes, los temas, las obsesiones vitales y literarias de Winton, y el gran telón de fondo que aparece y en cierto modo protagoniza prácticamente todas sus novelas: el Océano Índico.

Quizás resulte significativo (al menos para mí lo es) que Winton escribiera Land’s Edge unos cuantos años antes del tsunami que cambió hace diez años las vidas de los moradores de las costas de ese océano para siempre. Al menos para mí lo es. Ese amor que le profesa Winton, esa misteriosa contemplación e introspección a la que parece invitarnos (cuando no forzarnos) el océano, el discurrir de la vida de tantos australianos junto al margen de la tierra, están todos ahora en 2015 permanentemente a la sombra de una catástrofe que lamentablemente se repetirá algún día. La cuestión no es si se repetirá, sino cuándo, y si contaremos con la tecnología punta necesaria para evitar tantas muertes como en 2004.

Formalmente el libro se compone de siete capítulos, y cada uno de ellos viene introducido por un episodio personal e íntimo del autor, impreso en tinta azul. Además, cada capítulo viene precedido de una fotografía de Narelle Autio. Son fotos absolutamente espectaculares de escenas marinas y playeras que no hacen sino realzar lo que ya es de por sí una esmeradísima edición.

Winton combina los recuerdos de la niñez con episodios autobiográficos de tiempos más recientes. Escrito en una prosa exquisita, el relato de Land’s Edge está sin embargo dotado de una cadencia rítmica que lo aproxima mucho a la poesía. En el transcurso de esta absorbente narración autobiográfica el autor plantea algunas preguntas para las que en ocasiones esboza algo que podría parecer una respuesta, aunque en su mayor parte sus conclusiones son naturalmente ambivalentes.

Australia es un continente cuyo corazón es un desierto, y ello tiene una profunda influencia en la psique de los australianos. Dice Winton: “En ninguna otra parte del continente hay una mayor sensación de estar atrapado entre océano y desierto que en Australia Occidental. En muchos lugares a lo largo de este vasto y solitario litoral la playa es el único margen entre ellos. Desde el mar uno contempla directamente el desierto rojo, y desde el desierto se ve el brillo acerado del Océano Índico. En las playas hay canguros, y conchas marinas en las planicies.” (p. 35, mi traducción)

Atrapados o no, los australianos viven en la playa de una manera que no he observado en ninguna otra parte del mundo. Nos atrae el océano, pero entramos en él con miedo. En ese sentido, se podría establecer una especie de paralelismo entre la renuencia al cambio tan presente en la vida sociopolítica de Australia y el muy extendido miedo al océano y lo que éste alberga. Escribe Winton: “El océano es la metáfora suprema del cambio. Espero lo inesperado, pero nunca estoy completamente preparado.” (p. 83, mi traducción)

Naturalmente, también se hace presente en Land’s Edge otra de las cuestiones que han (pre)ocupado la vertiente pública de Winton desde hace décadas: la conservación de los ecosistemas marinos y litorales y la protección de la biodiversidad en los océanos. Ojalá la lectura de Land’s Edge consiga ganar más adeptos a la causa medioambientalista. Es un libro sencillo pero ciertamente inolvidable.

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