Hay ocasiones en
las que en mitad de la lectura de un libro se produce un suceso que otorga un
significado especial a las palabras que has leído la noche anterior. Una de
esas ocasiones me ocurrió mientras leía este importantísimo libro del australiano
Lowenstein. Quizás haya sido profético o premonitorio. Quizás fuera simplemente
la constatación de algo que, de algún modo, ya estaba, valga el juego de
palabras, escrito. A la mañana siguiente de leer el párrafo que he traducido a continuación,
la noticia en primera plana aquí en Australia era las explosiones cuidadosamente
planificadas de los buscapersonas de muchos de los miembros de Hizbulá, que mataron
a al menos 12 personas e hirieron a cerca de 2800.
«…Israel
tenía la tecnología para competir con cualquier potencia mundial, y Pegasus [el
spyware o software espía desarrollado por el Grupo NSO] era un juguete
en comparación con lo que era capaz de hacer el estado judío. El poder
de NSO y el estado israelí era casi imparable, atrapando incluso a Apple, que en
2021 se vio obligada a distribuir una actualización de emergencia de software para
sus 1650 millones de usuarios después de que Citizen Lab descubriese una
vulnerabilidad en su sistema operativo que NSO había explotado. A diferencia de
muchos en los medios occidentales, Apple difundió un comunicado de prensa y apuntó directamente a una participación judía: “El
Grupo NSO crea tecnología de vigilancia sofisticada y patrocinada por un estado
que permite a su software espía altamente selectivo vigilar a sus víctimas». (p. 168, mi traducción; el subrayado es mío).
Este es un libro
de periodismo investigativo de especial urgencia, pues día tras día, semana
tras semana, el gobierno sionista de Netanyahu no solamente prosigue su violenta
campaña militar en Gaza y el sur del Líbano contra Hamás e Hizbulá, sino que ataca también a las
fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU. Para los periodistas han cubierto
estos conflictos, su trabajo está resultando ser extremadamente peligroso: más
de 130 han sido asesinados por los militares israelíes.
Son dos las tesis
principales que plantea (y demuestra) The Palestine Laboratory: por un
lado, hay varias empresas israelíes con fuertes vínculos con el estado de Israel
que exportan armas y tecnología a gobiernos autoritarios de todo el planeta,
que las emplean en operaciones de represión y flagrantes violaciones de los
derechos humanos contra sus propios ciudadanos.
Por otro lado,
Israel utiliza a los palestinos que residentes en lo queda de Palestina como cobayas
de un macabro laboratorio. La principal baza publicitaria que juegan las
empresas armamentísticas sionistas en las exposiciones de armas y eventos similares
es que sus productos han sido probados en combate. Esto es: Israel ha
convertido su ocupación militar de Palestina en un negocio considerablemente
rentable – a costa de las vidas de decenas y decenas de miles de personas, incluidos
menores de edad. Motivos para sentir náuseas sobran.
¿Cómo es posible que un pañuelo se haya convertido en algo reprimible y condenable? ¿Hacia dónde vamos? La kufiya o kefiyeh palestina. Fotografía de Reina91. |
El mundo debe
comenzar a distinguir entre sionismo y judaísmo. Es urgente. Escribe
Lowenstein: «Para
alguien como yo, que lleva más de veinte años informando sobre Israel/Palestina,
los sucesos del 7 de octubre [de 2023] y sus consecuencias han sido espeluznantes.
Veo todos los días fotos y videos de palestinos muertos en Gaza. Esto se está
haciendo en mi nombre, como judío que soy, y la gran mayoría de la comunidad
judía instituida por todo el mundo ha respaldado sin reservas al gobierno de Israel».” (p. xvi del Prefacio, mi traducción).
El libro hace un
repaso de todos los lazos que Israel ha tenido a lo largo de su corta historia
con regímenes dictatoriales, antidemocráticos y sangrientos, desde el carnicero
Pinochet hasta el apartheid de Sudáfrica, pasando por el Irán de Pahleví (¡Quién
te ha visto y quién te ve!) y los brutales asesinatos de periodistas mexicanos.
Lowenstein lanza
un aviso apremiante a la comunidad global. Si el ascenso del etnonacionalismo al
estilo sionista persiste en este siglo XXI y, gracias a la tecnología de las
empresas del espionaje y el armamento y el imparable progreso de la IA, se
extiende a otras regiones, el panorama no será solamente desolador sino terrorífico.
The Palestine Laboratory lo publicó Capitán Swing este mismo año en castellano: El laboratorio palestino, con traducción a cargo de Gabriela Ellena Castellotti.
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