Ali Smith, There but for the (Nueva York: Pantheon Books, 2011). 236 páginas.
Siempre
me han encantado los juegos de palabras, los retruécanos, las combinaciones
juguetonas de letras. “¿Quién te lo contó?”, le preguntaba yo a mi hija Clea cuando
ella tenía tres o cuatro años, y sin esperar respuesta, le decía: “Me lo contó
el melocotón”. Creo que, en gran medida, el hecho de haber podido aprender
otras lenguas me ha servido para apreciar aún más si cabe el aspecto lúdico del
lenguaje.
El
hechizo que el lenguaje ejerce sobre nosotros es uno de los aspectos más
atractivos de esta penúltima novela de la escritora escocesa Ali Smith. Ya el
título (There but for the) es un
juego de palabras, resultante de la yuxtaposición de la primera palabra de cada
una de las cuatro partes en que se divide el libro. Es, por lo tanto,
potencialmente intraducible, aunque se trate de una expresión que en realidad
está inacabada. Cabe de entrada preguntarse dónde queda, o qué es, ese “there”
al que nos refiere el título: es posiblemente un objetivo, un destino, al que se podría
llegar, si no fuera… ¿por qué?
Hay,
por supuesto, mucho más que juegos de palabras en There but for the. Hay una situación de tintes absurdos que
funciona como detonante de la trama: en mitad de una cena en casa de los Lee,
Genevieve y Eric (o GenEric, jaja), justo antes de que Gen sirva la crema
quemada del postre, uno de los invitados, Miles, sube al piso de arriba, se
encierra en el cuarto de los invitados y se queda allí sin decirle nada a nadie.
Solo al día siguiente se dan cuenta los dueños de la casa de lo que ha
sucedido. En la primera parte, ‘There’, es una mujer escocesa llamada Anna
Hardie la que acude a la casa en respuesta a la petición de ayuda de Genevieve,
quien ha encontrado su dirección de email en el móvil que Miles dejó en su
abrigo.
La
segunda parte, ‘But’, es una de las sátiras más mordaces que he leído en mucho
tiempo sobre el sistema de valores de la clase inglesa acomodada, una burla
feroz de la insoportable hipocresía, petulancia y prejuicios de los que hacen
gala los anfitriones y sus amigos más cercanos. En esta segunda parte se
incluye el relato de la cena anterior al encierro de Miles desde la perspectiva
de Mark, un cincuentón gay que había conocido a Miles unos días antes durante
una representación de The Winter’s Tale
groseramente interrumpida por el pitido de un teléfono móvil.
La
tercera parte, ‘For’, nos traslada a una habitación de un hospital en Reading,
donde la anciana May Young pasa sus últimos días, empeñada en evitar por los
medios que sean necesarios que la trasladen a una residencia de la tercera edad
que detesta. Cuando aparece Josie, una joven a la que Miles Garth le ha
encargado que vaya a visitarla en el día del aniversario de la muerte de su
hija Jennifer ocurrida décadas antes, May aprovecha la ocasión y huye del
hospital en compañía de Josie y un amigo suyo.
En la
última parte, ‘The’, el personaje central es Brooke, la niña de 9 años que en
cierto modo sirve de nexo entre las tres partes anteriores, y que estaba
presente en la cena en casa de sus vecinos Eric y Gen cuando Miles se refugió
en el cuarto de los invitados. Brooke está casi obsesionada con los juegos de
palabras y posee unas increíbles dotes lingüísticas para una niña de tan corta
edad, además de una inacabable curiosidad y una importante propensión a la
cháchara, pero es por boca de Brooke que Smith considera las cuestiones narratológicas
más pertinentes de la novela, y por ende en torno a la ficción como género.
¿Qué es un hecho? ¿Qué es la historia?, se pregunta y pregunta una y otra vez Brooke
a los adultos con los que pasa largos ratos. Puede ser que la seriedad de estas
cuestiones esté muy por encima del intelecto que cabría esperar de una niña,
pero Smith crea un personaje ciertamente creíble además de divertido, que nos
fuerza a enfocar nuestra atención en la historia de Miles y en las tramas
secundarias.
A Smith
parece gustarle provocar al lector y desafiar los gustos acomodaticios
imperantes, como ya pude comprobar en los relatos de The Whole Story and Other Stories. Además de la alteración del
lenguaje que suponen los numerosísimos juegos de palabras de los que parecen
disfrutar todos los personajes (a Mark le habla su difunta madre desde el más
allá en pareados, Anna Hardie ha renunciado recientemente a su puesto en un “Centro
de Permanencia Temporal”, May Young rememora su juventud y la vida de su
familia en clave a ratos humorística, a ratos conmovedora) la novela cuenta con
características un tanto díscolas e inusuales: es un desafío literario a la
literatura facilona de usar y tirar.
Smith
es juguetona al escribir, crea un texto inteligente e ingenioso, y deja algunas
frases de un humor sutil pero inolvidable: “La verdad, es un alivio que el
cuarto cuente con baño propio”, explica Genevieve respecto al cuarto para
invitados el que se ha encerrado Miles. Pienso que la trama está manejada con
mucha soltura, y los tiempos narrativos son los adecuados para cada uno de los
personajes. Todo en ello en pos de una feroz sátira de la sociedad del tercer
milenio. There but for the será un
durísimo reto de traducción para quien se enfrente a ella. Por mi parte, ya
tengo ganas de hincarle el diente a How
to Be Both, la última entrega de Ali Smith, que se publicó hace ahora un año.
Como suele decirse: ‘Watch this space’.
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