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10 sept 2015

Reseña: There but for the, de Ali Smith

Ali Smith, There but for the (Nueva York: Pantheon Books, 2011). 236 páginas.

Siempre me han encantado los juegos de palabras, los retruécanos, las combinaciones juguetonas de letras. “¿Quién te lo contó?”, le preguntaba yo a mi hija Clea cuando ella tenía tres o cuatro años, y sin esperar respuesta, le decía: “Me lo contó el melocotón”. Creo que, en gran medida, el hecho de haber podido aprender otras lenguas me ha servido para apreciar aún más si cabe el aspecto lúdico del lenguaje.

El hechizo que el lenguaje ejerce sobre nosotros es uno de los aspectos más atractivos de esta penúltima novela de la escritora escocesa Ali Smith. Ya el título (There but for the) es un juego de palabras, resultante de la yuxtaposición de la primera palabra de cada una de las cuatro partes en que se divide el libro. Es, por lo tanto, potencialmente intraducible, aunque se trate de una expresión que en realidad está inacabada. Cabe de entrada preguntarse dónde queda, o qué es, ese “there” al que nos refiere el título: es posiblemente un objetivo, un destino, al que se podría llegar, si no fuera… ¿por qué?

Hay, por supuesto, mucho más que juegos de palabras en There but for the. Hay una situación de tintes absurdos que funciona como detonante de la trama: en mitad de una cena en casa de los Lee, Genevieve y Eric (o GenEric, jaja), justo antes de que Gen sirva la crema quemada del postre, uno de los invitados, Miles, sube al piso de arriba, se encierra en el cuarto de los invitados y se queda allí sin decirle nada a nadie. Solo al día siguiente se dan cuenta los dueños de la casa de lo que ha sucedido. En la primera parte, ‘There’, es una mujer escocesa llamada Anna Hardie la que acude a la casa en respuesta a la petición de ayuda de Genevieve, quien ha encontrado su dirección de email en el móvil que Miles dejó en su abrigo.

"¿Te gustaría pasear por el túnel luego? ¿Sí, quizás?, le dijo la niña a Anna. Lo construyeron en 1902 y pasa por debajo del río, ¿has pasado por él alguna vez?" (p. 12, mi traducción). Fotografía de John Sparshatt.
La segunda parte, ‘But’, es una de las sátiras más mordaces que he leído en mucho tiempo sobre el sistema de valores de la clase inglesa acomodada, una burla feroz de la insoportable hipocresía, petulancia y prejuicios de los que hacen gala los anfitriones y sus amigos más cercanos. En esta segunda parte se incluye el relato de la cena anterior al encierro de Miles desde la perspectiva de Mark, un cincuentón gay que había conocido a Miles unos días antes durante una representación de The Winter’s Tale groseramente interrumpida por el pitido de un teléfono móvil.

La tercera parte, ‘For’, nos traslada a una habitación de un hospital en Reading, donde la anciana May Young pasa sus últimos días, empeñada en evitar por los medios que sean necesarios que la trasladen a una residencia de la tercera edad que detesta. Cuando aparece Josie, una joven a la que Miles Garth le ha encargado que vaya a visitarla en el día del aniversario de la muerte de su hija Jennifer ocurrida décadas antes, May aprovecha la ocasión y huye del hospital en compañía de Josie y un amigo suyo.

En la última parte, ‘The’, el personaje central es Brooke, la niña de 9 años que en cierto modo sirve de nexo entre las tres partes anteriores, y que estaba presente en la cena en casa de sus vecinos Eric y Gen cuando Miles se refugió en el cuarto de los invitados. Brooke está casi obsesionada con los juegos de palabras y posee unas increíbles dotes lingüísticas para una niña de tan corta edad, además de una inacabable curiosidad y una importante propensión a la cháchara, pero es por boca de Brooke que Smith considera las cuestiones narratológicas más pertinentes de la novela, y por ende en torno a la ficción como género. ¿Qué es un hecho? ¿Qué es la historia?, se pregunta y pregunta una y otra vez Brooke a los adultos con los que pasa largos ratos. Puede ser que la seriedad de estas cuestiones esté muy por encima del intelecto que cabría esperar de una niña, pero Smith crea un personaje ciertamente creíble además de divertido, que nos fuerza a enfocar nuestra atención en la historia de Miles y en las tramas secundarias.

A Smith parece gustarle provocar al lector y desafiar los gustos acomodaticios imperantes, como ya pude comprobar en los relatos de The Whole Story and Other Stories. Además de la alteración del lenguaje que suponen los numerosísimos juegos de palabras de los que parecen disfrutar todos los personajes (a Mark le habla su difunta madre desde el más allá en pareados, Anna Hardie ha renunciado recientemente a su puesto en un “Centro de Permanencia Temporal”, May Young rememora su juventud y la vida de su familia en clave a ratos humorística, a ratos conmovedora) la novela cuenta con características un tanto díscolas e inusuales: es un desafío literario a la literatura facilona de usar y tirar.

"El reloj galvano-magnético de Shepherd es un reloj esclavo. Un reloj esclavo es un reloj dirigido por un reloj maestro, cuyo mecanismo está en otra parte diferente del reloj esclavo. El reloj galvano-magnético de Shepherd tiene también marcadas 23 horas en lugar de las 12 habituales, como si fuese un reloj de duración doble con un 0 en la parte de arriba donde tendrían que estar la medianoche y el mediodía, para hacer un total de 24. Lo que quiere decir que a veces es la nada en punto. ¡La nada en punto! ¿Qué hora es? Es la nada y cuarto. Es la nada y media. Doctor, doctor, creo que soy un reloj. Bueno, pues no le dé usted mucha cuerda al asunto. Un chiste de los días antes de las pilas para relojes y de los relojes digitales." (p. 189-90, mi traducción). Fotografía de Christine Matthews 

Smith es juguetona al escribir, crea un texto inteligente e ingenioso, y deja algunas frases de un humor sutil pero inolvidable: “La verdad, es un alivio que el cuarto cuente con baño propio”, explica Genevieve respecto al cuarto para invitados el que se ha encerrado Miles. Pienso que la trama está manejada con mucha soltura, y los tiempos narrativos son los adecuados para cada uno de los personajes. Todo en ello en pos de una feroz sátira de la sociedad del tercer milenio. There but for the será un durísimo reto de traducción para quien se enfrente a ella. Por mi parte, ya tengo ganas de hincarle el diente a How to Be Both, la última entrega de Ali Smith, que se publicó hace ahora un año. Como suele decirse: ‘Watch this space’.

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