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21 jun 2020

Reseña: Home Fire, de Kamila Shamsie

Kamila Shamsie, Home Fire (Londres: Bloomsbury, 2017. 264 páginas.

Al comienzo de esta séptima novela de Kamila Shamsie (en este blog puedes encontrar reseñadas cuatro de las seis anteriores: la dramática Burnt Shadows, la entretenida Salt and Saffron, A God in Every Stone y Kartography, que en su día me decepcionó) la joven inglesa de origen paquistaní Isma está en Heathrow a punto de tomar un vuelo intercontinental, de esos que se solía tomar antes del COVID, para comenzar su doctorado en Amherst. Su destino es Nueva York. Antes de permitirle abordar el vuelo, su equipaje es registrado con minuciosidad, y después es sometida a un interrogatorio que, como mínimo, es extremadamente indiscreto, y que incluye el siguiente intercambio:

«¿Se considera usted británica?», le dijo el hombre. «Soy británica.» «Pero… ¿Se considera usted británica?» «He vivido aquí toda mi vida.» (p. 5)

Durante muchos años Isma ha jugado el papel de hermana mayor, y también de madre y padre, de los gemelos (Aneeka y Parvaiz). La madre murió tras una enfermedad y el padre, yihadista de los locos carniceros de ISIS, murió mientras era trasladado a Guantánamo, tras ser arrestado en Afganistán. No es, por lo tanto, un entorno familiar ni feliz ni placentero. Sin embargo, Isma ha tratado desde siempre de criar a sus hermanos pequeños para que sean ciudadanos responsables y adquieran una buena educación.

De manera que cuando Parvaiz traba amistad con simpatizantes del DAESH y luego se marcha al norte de Iraq a ayudar a filmar las ejecuciones de los verdugos del autoproclamado califato, Isma no lo duda y pone sobre aviso a las autoridades. Ello le granjea el rencor inmediato de Aneeka, cuyo enojo se concentra en esa traición familiar, pero no alcanza a ver otro tipo de deserción mucho más grave: el compromiso de proteger a sus hermanas de todo mal.

En las primeras semanas de sus estudios en los EE.UU., Isma conoce a otro británico de ascendencia paquistaní. Eamonn es el hijo del Ministro del Interior del gobierno de Su Majestad, Karamat Lone. Aunque en esa primera parte Shamsie nos da a entender que Isma y Eamonn podrían haber llegado a algo más que una amistad, el hecho es que, en la segunda parte, es Eamonn quien toma la iniciativa de acercarse a Aneeka, a quien ya había visto en fotos. La gemela de Parvaiz decide emprender una arriesgada huida hacia adelante, enamora al hijo del ministro para poder utilizarlo luego como peón en una audaz estrategia: conseguir que el ministro ayude a Parvaiz a regresar indemne e ileso a Londres.

La tercera parte del libro se titula ‘Parvaiz’, y nos lleva a Estambul y a Raqqa. Testimonios y reportajes sobre el régimen de terror, brutalidad y fascismo religioso que los delirantes miembros de esa secta del fin del mundo impusieron en esa parte del mundo por espacio de unos años hay de sobra. En Home Fire, Shamsie apenas describe algunos incidentes y momentos que, como era de esperar, hacen que Parvaiz ponga pies en polvorosa tan pronto como le surge la oportunidad.

Pero escapar del integrismo y de la barbarie no es fácil. A Parvaiz (o Pervys) lo cazan en las calles de Estambul, justo cuando intentaba buscar protección. Y es ahí donde el tema clave de Home Fire comienza de verdad. El ministro toma la decisión de prohibir la repatriación del cuerpo de su hermano gemelo:

“Hace apenas unos minutos el ministro del Interior habló con nuestro corresponsal político, Nick Rippons, acerca de Pervys Pasha:
-      De modo que tenemos otro caso de un ciudadano británico que…
-   Voy a cortarte ahí, Nick. Como sabes, el día que asumí mi puesto tomé la decisión de revocar la ciudadanía de todas las personas con doble nacionalidad que hubieran salido de Gran Bretaña para unirse a nuestros enemigos. Mi predecesor solamente usó esos poderes de forma selectiva, lo cual, tal como he dicho en repetidas ocasiones, fue un error por su parte.
-          Y Pervys Pasha, ¿tenía doble nacionalidad?
-          Así es. De Gran Bretaña y de Paquistán.
-         Y en términos prácticos, ¿tiene esto alguna consecuencia, ahora que está muerto?
-          Su cuerpo será repatriado a su nación de origen, Paquistán.
-          ¿No será enterrado aquí?
-         No. No vamos a permitir que los que se alzan en vida contra el suelo de Gran Bretaña mancillen ese mismo suelo a su muerte.
-          ¿Han informado a su familia en Londres?
-         Ese es un asunto que corresponde a la Alta Comisión de Paquistán. Perdona, Nick, no tengo tiempo para más. (p. 188-89, mi traducción)

Es, por lo tanto, una recreación del dilema que enfrentó Antígona en el clásico de Sófocles. Aneeka tiene que elegir entre obedecer la ley de Tebas, que prohíbe enterrar a los traidores, y el precepto religioso que le exige enterrar a su hermano. Aneeka toma la decisión de ir a Karachi y acompañar el cadáver de su hermano hasta que se levante la prohibición de repatriarlo. Quiere, lógicamente, que Parvaiz sea enterrado junto a su madre.

“Karachi: autobuses de colores vivos y edificios insípidos, paredes repletas de grafitis, vallas publicitarias con anuncios de teléfonos móviles, refrescos y helados, pájaros trazando círculos en el cielo incandescente. Parvaiz habría querido bajar las ventanillas y escuchar todos esos nuevos sonidos, pero ella permaneció sentada en el coche, en un silencio que únicamente alteraban las rejillas traqueteantes del aire acondicionado, un silencio concebido no por ella sino por su primo, el guitarrista, que se negaba a explicar por qué al desembarcar la habían escoltado funcionarios del aeropuerto, que la habían trasladado en un vehículo a la terminal de mercancías, donde estaba él esperándola a recogerla en un coche beige que tenía en el parabrisas la pegatina que proclamaba su membresía de un club de golf. Parecía más adecuado para un hombre de negocios que para un músico.” (p. 208, mi traducción) Fotografía de Asjad Jamshed.
Home Fire es una intensa novela en torno a temas muy actuales: el conflicto entre estado e individuo, representado por el dilema entre la desobediencia civil y el cumplimiento de la ley al que individuos de un comportamiento usualmente íntegro se ven abocados cuando se enfrentan a la injusticia y a la intransigencia del político populista de turno. Una valiente propuesta que interroga acerca de qué debemos entender por identidad y por justicia. El desenlace es, en cuatro palabras, electrizante, dramático, inesperado y cruel. Como la vida misma.

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