Kamila Shamsie, Kartography (Londres: Bloomsbury, 2002). 343 páginas.
¿Cuál sería tu reacción si un día alguien te revelara algo sobre tu propia
familia que tus padres te hubieran ocultado durante muchos años? ¿Y si esa
información pusiera en evidencia a tu propio padre? ¿Hasta qué punto podemos (o
debemos) denunciar la tacha moral de una persona que nos lo ha dado todo y a la
que hemos buscado emular en nuestro progreso hacia la madurez?
Ese es, en buena parte, el dilema al que se enfrenta la joven pakistaní
Raheen, la protagonista de esta novela de Shamsie. Pero no es el único. Quizás
el más acuciante (al que por lo menos le dedica más páginas la autora) es el de
la amistad (y mucho, pero que mucho, romance) con su primo Karim.
Narrada por una joven Raheen, ya graduada de una universidad
estadounidense, la novela comienza con unos jóvenes Raheen y Karim compartiendo
unas vacaciones en una gran propiedad rural de un familiar en el norte de
Pakistán. La violencia latente en las calles de Karachi empuja a sus padres a
alejarlos de la ciudad. Raheen trata de explicarse (y explicarnos a nosotros
sus lectores) la relación con Karim a lo largo de los años, y el porqué del gravísimo
deterioro de esa amistad tras la salida de Karim y su familia de Pakistán cuando
apenas contaba 12 años, camino de Londres.
El centro de Karachi. Fotografía de Asjad Jamshed |
El secreto del que Raheen nunca ha sido sabedora se remonta muchas décadas:
concretamente a 1971, cuando Pakistán Oriental se separó del Occidental,
formando el estado que hoy en día se llama Bangladesh. Los padres de Raheen y
Karim rompieron sus compromisos de boda y terminaron por intercambiar sus
parejas. ¿Qué es lo que les llevó a esa decisión? ¿Cómo se produjo y qué
consecuencias emocionales tuvo sobre las dos mujeres con que se casaron? Lo
quebradizo de esas relaciones tiene su reflejo en la fragilidad de la relación entre
Raheen y Karim.
El trasfondo determinante es, por supuesto, la intransigencia moral y la
fuerte intolerancia que la religión tiene sobre las relaciones entre personas
de distinto sexo en Pakistán. El contraste entre la descripción de las fiestas
regadas con alcohol en las que se embarcaba la generación de sus padres y del rampante
puritanismo al que tiene que hacer frente en las calles de Karachi le sirve a
Shamsie para abordar el tema de la represión con cierto humor. Sin embargo, la
autora no explora en la misma medida la discordancia entre la clase acomodada y
privilegiada a la que pertenecen Raheen y sus amigos y la mísera existencia a
la que se ven abocados la mayoría de los ciudadanos de Karachi. No resulta ser
suficiente la ironía con la que Raheen cuenta las lujosas celebraciones nocturnas
y la vacuidad de ese pequeño sector tan privilegiado de la sociedad de Karachi,
especialmente porque la propia Raheen da la impresión de sentir abundante
displicencia por los múltiples problemas que aquejan a la población más humilde
de la ciudad.
A caballo entre la Bildungsroman
y la novela romántica, Kartography no
termina, en mi opinión, de cuajar como historia. Pienso que hay algo que no
cuaja en una narración centrada más en los vaivenes sentimentales de una joven
que en un terrible episodio del pasado, el cual, parece decirnos Shamsie, es
determinante en todas las vidas de las generaciones futuras. Kartography está a
años luz de Burnt Shadows, por ejemplo, y carece del rigor narrativo del
que Shamsie hizo gala en A God in Every Stone. Un pelín decepcionante para mi gusto.
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