Max Porter, Grief Is the Thing with Feathers (Londres: Faber & Faber, 2015). 114 páginas.
¿Cuántos libros
valiosos e irrecuperables habrán quedado abandonados a lo largo de la historia
a causa de la indiferencia y/o la ignorancia de numerosos editores? Nadie puede
saberlo, pero bueno es que, de vez en cuando, alguien reciba tan sencillo reconocimiento
de la industria del libro por una obra audaz, que rompa moldes y resquebraje
las tradiciones y las expectativas más comunes, como la publicación de ese
libro imposible.
Grief Is the Thing with Feathers es un libro inclasificable. No es novela;
tampoco es un libro de poesía propiamente dicha, y pese a su formato coral no
se aproxima en ningún momento al género dramático. Un híbrido contado a veces
en verso, a veces en prosa, a tres voces: la del Padre, la de los Chicos y la
de esa cosa con plumas a la que se refiere el título, el Cuervo.
¿Te acuerdas del "Cuervo Loco, pica, pero pica poco"? Fotografía de Toby Hudson. |
Este es un
inusual libro en torno a la muerte y el duelo. La fallecida es la madre (tras
un pequeño accidente doméstico en el que se golpea la cabeza); los que quedan atrás
son el marido y los dos hijos varones, que hablan con una sola voz incluso
cuando uno de ellos se refiere al otro. Porter no nos da sus nombres, ni falta
que hace.
El padre trata de
seguir adelante mientras escribe un análisis de un libro del poeta Ted Hughes
titulado Crow. El estudio llevará el
título Crow on the Couch: A Wild Analysis. El Cuervo del poeta entra en las
vidas de los tres varones de la casa, convirtiéndose en el personaje
protagonista del proceso de supervivencia y curación, ese proceso que, al menos
en inglés, sí se puede identificar claramente con una palabra: “grieving”. El
Cuervo se compromete a acompañar al Padre y los chicos hasta que su presencia
ya no sea necesaria.
Hay humor, hay
dolor, hay absurdo, hay poesía, hay algo de todas esas cosas, como sucede en la
vida de quien haya perdido a un ser amado. Hay verdades brutales, expresadas
sin tapujos: “Moving on, as a concept, was mooted, a year or/ two after, by
friendly men on behalf of their well-intentioned wives. […] Oh, I said, we
move. WE FUCKING HURTLE THROUGH SPACE LIKE THREE MAGNIFICENT BRAKE-FAILED
BANGERS, […] Moving on, as a concept, is for stupid people, because/ any
sensible person knows grief is a long-term/ project. I refuse to rush. The pain
that is thrust upon/ us let no man slow or speed or fix.” {Alguien sugirió el seguir
adelante, como concepto, un año o dos después, amables hombres que hablaban en
nombre de sus bienintencionadas esposas. […] Ah, les decía yo. Nosotros
seguimos. JODER, SEGUIMOS LANZADOS POR EL ESPACIO, COMO TRES ESPLÉNDIDOS CACHARROS
SIN FRENOS, […] Seguir adelante, como concepto, es para gente estúpida, porque
cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que el duelo es proyecto de largo
plazo. Me niego a darme prisa. Que nadie reduzca ni incremente ni arregle el tempo
del dolor que se nos inflige.} (p. 99, mi traducción)
Escrita mediante
fragmentos aparentemente inconexos, Grief
Is the Thing with Feathers se detiene a veces en los detalles que mejor
explican el todo. También es cierto que gran parte de las referencias
intertextuales a la poesía de Hughes y de Emily Dickinson (véase el
poema ‘Hope’ de la autora estadounidense) pasan desapercibidas si, como es
mi caso, no se es especialista en la obra de ambos.
Ted Hughes. Retrato a cargo de Reginald Gray. |
En su reseña para el Times Literary Supplement, Anna Girling señalaba que “si no fuera
por sus conexiones en el mundo editorial, de una carrera en la que primero fue
librero y luego editor (en Granta y en Portobello Books), es poco probable que
este libro se hubiese publicado” (mi traducción). Por suerte para muchos lectores
que buscan algo diferente y perspicaz, un reto formal y franco a los formatos y
modos prestablecidos, no fue así.