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6 jun 2014

Reseña: Letter Composed During a Lull in the Fighting, de Kevin Powers

Kevin Powers, Letter Composed During a Lull in the Fighting (Londres: Sceptre, 2014). 96 páginas.


Siempre hay un comienzo. O en otras palabras: por algo se empieza. En el caso de la primera estrofa del primer poema de este libro de Powers:

‘Amen may have meant “to begin”
back then. So be it, the desert, I imagine,
said. So be it, as the car I’m travelling in
turns right on state highway 71,
due west into the vast unending waste
of Texas.’
Puede que entonces amén quisiera decir
“comenzar”. Que así sea, dijo, imagino yo,
el desierto. Que así sea, mientras el coche en el que viajo
gira a la derecha en la carretera estatal 71,
rumbo al oeste, al interior del inmenso, interminable erial
de Texas.’ (mi traducción, así como el resto de las citas en esta reseña).

Siempre se debe comenzar con una palabra, ¿y qué mejor que comenzar con una que significa “final”? Porque puede que, al fin y al cabo, en determinados momentos, las palabras (¿conoce alguien algún medio de expresión de los sentimientos humanos que sea más fiable que las palabras?) nos fallan, se vuelven vacilantes, sus contornos se difuminan, cuando no se desvanecen por completo.

Más adelante, en ese mismo poema, ‘Customs’, Powers escribe ‘I can tell you exactly/ what I mean.’ Y sin embargo, resulta significativo que se vea abocado a repetir la misma oración dos versos más adelante. Sospecho que no le sirven tanto las palabras para decir(nos) exactamente lo que quiere decir. Hay que tener cuidado con las palabras, que también pueden convertirse en un arma arrojadiza. O en una bomba.

En otro de los poemas de Letter Composed During a Lull in the Fighting, que lleva por título ‘Improvised Explosive Device’, Powers juega con la imagen de un poema repleto de cables, un poema cuyas palabras ‘estuvieran hechas/de metal.’ La guerra de Iraq, en la que participó Powers en 2004 y 2005, es el tema esencial de los dos libros que hasta la fecha ha publicado. Algunos de los poemas de este libro precedieron a The Yellow Birds (una reseña del cual puedes leer aquí). Enunciar el horror requiere siempre un esfuerzo que rara vez consigue remontar los obstáculos que el propio lenguaje nos tiende: la dificultad intrínseca de un querer decir como voluntad irrenunciable de expresar lo que de otra manera es indecible se multiplica en el caso del sujeto traumatizado, como bien podría yo mismo aseverar a título personal.

No debería extrañar por tanto que Powers busque superar ese obstáculo con un poema-bomba: “Si este poema te ha dejado sordo,/ si las palabras que hay en él están humeantes,/ si partes de él te han atravesado el cuerpo/ o los cuerpos de aquellos a quien amas, esto ayudará en buena medida/ a explicar por qué, en unos cuantos años,/ preferirás dormir en un diván.[…]”

Si la verdad es la primera víctima de una guerra (frase que célebremente se atribuye al senador estadounidense Hiram Johnson), puede que sea el lenguaje (y la poesía como máxima expresión estilizada del lenguaje) la primera línea de defensa de la verdad. La ironía es, en todo caso, un instrumento defensivo necesario para hacerle frente a la barbarie: “somos nosotros la guerra/ con pequeños trozos de metal/ nos atravesamos unos a otros”, dice Powers en el poema que da título al libro.

Es posible que los poemas de Kevin Powers no le hablen a todo el mundo del mismo modo. Al fin y al cabo, la respuesta que todo lector produce ante un poema es algo íntimo, algo muy subjetivo y no siempre o no totalmente compartible. Hay poemas de Letter Composed During a Lull in the Fighting que personalmente no consiguen arrancarme una respuesta, mientras que otros parecen despertar emociones de tanto significado que daría cualquier cosa por encontrar significantes con los que poder expresarlo.

Powers escribe en verso libre, en un tono que puede fluctuar entre sobrio y ansioso, a veces en un murmullo entrecortado, solitario, que merece ser escuchado. No debiera ser tan difícil acercarse, aplicar el oído con ánimo de comprender y sentir también su ira, o su aislamiento, como en 'Meditation on a Main Supply Route': “I am home and whole, so to speak./ The streetlights are in place along the avenue/ just as I remembered/ and just as I remembered/ there is tar slick on the poles/ because it has rained. It doesn’t matter./ I know these roads will work/ their way to me. They may arrive/ right here, at this small circle of light/ folding in on itself where brick/ and broken sidewalk meet./ So I must be prepared. But I can’t remember/ how to be alive. It has begun/ to rain so hard I fear I’ll drown.” [He vuelto a casa entero, por así decirlo./ Las farolas ocupan su sitio a lo largo de la avenida/ justo como lo recordaba/ y justo como lo recordaba/ hay manchas de alquitrán en los postes/ porque ha llovido. No importa./ Sé que estas calles sabrán encontrar/ el camino que lleva hasta mí. Puede que lleguen/ aquí mismo, en este pequeño círculo de luz/ que se pliega en sí mismo allí donde se encuentran/ el ladrillo y la acera quebrada./ De modo que debo estar preparado. Pero no me acuerdo/ de cómo estar vivo. Ha comenzado/ a llover tan fuerte que temo ahogarme.]

Acordarse de cómo estar vivo cuando uno ha dejado atrás el horror de la muerte y el absurdo de la existencia. Ingrata tarea. Menos mal que siempre nos quedará la poesía. O en todo caso, un poema-bomba, con el que poner punto final a la pesadilla.

20 may 2014

Herencia: un poema de Kevin Powers


Herencia

Qué útil es estar enamorado
de cosas inútiles.
Los viejos nopales marchitos
del jardín, cuando éramos jóvenes,
me encantaban. Entre otras cosas, me encantaba
esa botella de vidrio diáfano
de cerveza Old Milwaukee que tú tirabas
desde la ventana del coche
al cubo de la basura
cuando llegabas a casa,
me encantaba cómo se rompía
en una docena de trozos quebrados,
y cómo otra docena
los rodeaba
igual que las constelaciones, me encantaba
la dignidad que parecía haber
en el hecho de que cualquier cosa que esté en órbita
deja de ser por un tiempo
algo más que necesario.
También yo una vez amé a un anciano,
a quien no le interesaban las cosas inútiles,
como este poema, el cual pudiera
muy bien estar por ahí,
en órbita con él.


Traducción de 'Inheritance', poema del libro Letter Composed During a Lull in the Fighting (2014), de Kevin Powers.

11 may 2013

Reseña: The Yellow Birds, de Kevin Powers


Kevin Powers, The Yellow Birds (Londres: Sceptre, 2012). 226 páginas.

“La guerra trató de matarnos en la primavera”. La prosopopeya en esta primera oración de The Yellow Birds deja bien claro que es posible que nos encontremos ante un libro distinto, un relato en torno a la Guerra (así, en mayúscula) como el fenómeno (anti)social más significativo en la historia de la humanidad, del cual parece que, lamentablemente, nunca sabemos abstraernos definitivamente. Mientras escribo estas palabras, o en el momento en que tú, lector, las leas (aunque sean muy pocas las personas que vayan a leerlas), en algún lugar del mundo alguien dispara y mata a otro alguien, quien será llorado por sus padres, hermanos, hijos o amigos.

Con apenas 21 años y sin un futuro profesional definido, el joven estadounidense John Bartle se alista en el ejército para la segunda campaña de Iraq. Durante el periodo de instrucción previo a su partida conoce a Daniel Murphy, de 18 años. Entre ellos surge la amistad, posiblemente más dictada por las circunstancias que por la afinidad de sus personalidades. En el momento de la despedida de sus familiares, Bartle le promete a la madre de Murphy que cuidará de él, y que se lo traerá “de vuelta a casa”. Esta (¿piadosa?) mentira y el posterior comportamiento de Bartle a su regreso a los EE.UU. se sitúan en el centro de la novela: la mendacidad que con el tiempo pasa a formar parte, en menor o mayor grado, de la vida de todos los seres humanos, sea a través de sus acciones o sea través de sus palabras. “El mundo nos convierte a todos en mentirosos”, dice el narrador. Más que el mundo, es la vida la que con el tiempo nos hace mentir: el recuerdo de un mismo episodio cobra dimensiones totalmente diferentes según lo narre una u otra persona.

La Guerra es eso a lo que hombres muy poderosos, viejos y soberbios, envían a chicos muy jóvenes e inexpertos. Muchos  de ellos matan y mueren, y los que sobreviven, por lo general, regresan con heridas físicas o mentales. Las primeras, en el mejor de los casos, cicatrizan; las segundas, más difíciles de diagnosticar, son mucho más difíciles de tratar.

La narración de Powers está basada en su propia experiencia; se alistó a los 17 años (¿tiene acaso un chico de 17 años la suficiente madurez como tomar una decisión de ese tipo?) y sirvió en Iraq en 2004 y 2005. Con el paso de las semanas y meses, Bartle y Murphy se vuelven insensibles a la muerte y a la destrucción de la que son actores, insensibilidad que obviamente es necesaria para poder subsistir en el infierno que la Guerra lleva como escenario allá donde surge o la crean (como en el caso de Iraq). Sin que Bartle se dé cuenta, Murphy se aísla y se encierra en sí mismo. El muchacho pierde finalmente la chaveta, desaparece y se convierte en otra víctima más de la guerra de Iraq.

Powers dota a la novela de una interesante y provocativa estructura. Los capítulos trasladan al lector de Iraq a los Estados Unidos en un vaivén temporal, desde el antes al después del periodo de casi dos años en que Bartle combate en Al Tafar. Esta estructura no lineal ayuda a reproducir la fragmentación de la memoria de Bartle, y muchas de las escenas, descritas por medio de fogonazos, retazos de imágenes, olores o sonidos, reproducen la desintegración resultante del trastorno por estrés postraumático que padece el soldado.

The Yellow Birds es un magnífico libro que, en mi opinión, podría haber sido mucho mejor. En su primera novela, Powers emplea sus dotes de poeta con gran impacto, como las explosiones de mortero que desconciertan a los soldados en Al Tafar. Abundan los párrafos en los que el lenguaje es más protagonista que los personajes o la acción misma. El efecto, sin embargo, no resulta siempre tan logrado como uno quisiera. El conjunto se resiente en ese aspecto, porque solamente con un lenguaje pulido no puede construirse una gran novela. Por ejemplo, Powers/Bartle nos dice que la tarea de rememorar es “como juntar un rompecabezas con las piezas boca abajo: las formas te son familiares, la imagen se desdibuja rápidamente, el mudo color pardo del refuerzo de cartón es una burla de su totalidad y conclusión”. Powers contrapone imágenes de gran belleza en las que despliega sus dotes líricas con brutales escenas del campo (urbano) de batalla, donde no hay lugar para la poesía: médicos que intentan recomponer las tripas de un soldado moribundo, un cadáver bomba estratégicamente situado por el enemigo en mitad de un puente; el cuerpo castrado, sin orejas ni nariz de un soldado, arrojado desde el minarete de una mezquita.

Cerca de cien años después, otro poeta vuelve a recordarnos una de las pocas verdades que podemos intentar transmitir a nuestros descendientes, a las próximas generaciones. La vieja mentira del sacrificio final por la patria que todavía se les vende a los jóvenes. Como escribió Wilfred Owen en 1918:
you would not tell with such high zestTo children ardent for some desperate glory, The old Lie; Dulce et Decorum est Pro patria mori.

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