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11 mar 2024

Reseña: I am Homeless if this is not my Home, de Lorrie Moore

Lorrie Moore, I am Homeless if this is not my Home (Londres: Faber & Faber, 2023). 193 páginas.

Si todavía no has comenzado a leer esta novela, vas a encontrarte cuando lo hagas con lo que parecen ser dos hilos narrativos independientes que resultan difíciles de conjugar entre sí. Es mucho más adelante cuando Moore explicita el nexo que conecta las dos partes. Y aunque esa conexión sea tenue, temáticamente hay duda de que sea válida.

Finn, profesor de secundaria suspendido a causa de las ideas que propaga entre sus alumnos, viaja a Nueva York para acompañar a su hermano moribundo, Max. Los dos rememoran íntimamente y con buenas dosis de humor episodios compartidos en sus vidas, haciendo un pequeño examen de su relación. A medida que vas leyendo esta parte te das cuenta de que la neurosis ha plantado una firme pica en el territorio mental y emocional de Finn. Cuando parece evidente que Max va a seguir vivo poco más de 24 horas, Finn recibe un mensaje en su móvil que le hace regresar inmediatamente a Ohio.

El año es 2016, Trump va a ganar las elecciones pese a perder (no conviene olvidarlo) en número de votos. La razón por la que Finn deja en su lecho de muerte a Max se llama Lily. La mujer con la que ha compartido muchos años de su vida, muchas alegrías y también muchos sinsabores. Le dice a Max: «¿Cómo explicártelo? Lily dice que se quiere morir. Es lo que dice siempre. Pero nunca te lo he dicho. Ha sido su otro yo. Es su secreto, y también mío. Pero su deseo de morir no es ella de verdad. El deseo se convierte en acciones y palabras a causa de su enfermedad. Es una habitación extra en esa casa que es su mente. Es como una araña que tiene dentro que, desde un rincón, le dice que la queme». (p. 28, mi traducción)

Tras un delirante viaje con accidente y rescate incluidos, Finn llega y descubre que a Lily ya la han enterrado. Se ha suicidado, pero Finn es incapaz de aceptar esa realidad, acude al cementerio ecológico y en su exquisita alucinación la encuentra no muerta del todo. Lo que sigue es una road movie en forma de novela. Si crees que una zombi y su exnovio son personajes ridículos para construir una trama, es mejor que lo pienses dos veces.

Es cierto: al principio a Lily le sale tierra de la boca y las lombrices le adornan el cuerpo. Moore disfruta detallando el proceso de descomposición: se le descoloran los ojos, comienzan a marcarse las costillas en su abdomen y la piel se le enverdece en una tonalidad grisácea, como la de un huevo muy cocido.

En una de las paradas que hacen se alojan en una fonda donde Finn consigue darle un baño de agua caliente a Lily. Es allí donde Finn encuentra un cuaderno en el que Elizabeth, poco tiempo después del final de la Guerra Civil, le escribió una serie de cartas a su hermana muerta. Moore maneja diestramente la intercalación de esas cartas en la otra narrativa. El resultado es un libro que nos habla del duelo, que nos presenta una versión amable de esos fantasmas (que pueden sernos tan verosímiles) de quienes nos han dejado sin convertirse en una historia de horror. Es un libro en el que Moore demuestra un enorme talento para combinar el ingenio y la inteligencia que acompañan a la locura que podríamos llamar ‘buena’ por un lado, y la irritación y la amargura de los que sufren la pérdida de un ser amado por el otro. Es brutal, sin duda, pero también hermoso.

I am Homeless if this is not my Home es una sobresaliente adición en la obra de Lorrie Moore, de quien reseñé hace ya diez años el volumen de cuentos Bark.

He seleccionado un fragmento de la primera carta de Elizabeth a su hermana en la que habla de ese país extranjero que llamamos pasado. Espero que te guste.

«Cuando regreso a los lugares del pasado, ya no queda nada en ellos, como si me lo hubiese inventado yo todo. Es como si la vida fuese un sueño, colocado junto la ventana para que se enfríe, como un pastel, y que más tarde, te lo roban. Son esos los momentos en que me siento y te imagino y me pregunto qué dirías. La reminiscencia es un dolor de oídos, afirmarías tú. Aunque supongo que yo misma soy típica: taciturna, remilgada, no tan cristiana como finjo ser, contra las madamas, tal como ha observado el caballero que me corteja. Muchos de mis inquilinos (los jugadores de cartas, los guerrilleros del Sur, los judíos y los indios Shawnee) se han impregnado de la nueva cultura: la electricidad, los ferrocarriles, los globos aerostáticos y el desierto occidental que aún continúa inventándose una fiebre de la plata después de la del oro y luego de nuevo otra de la plata, quizás para que haya más retratos de soldados y guerras, ocasionando que todo el mundo de repente eche a volar como estrafalarios muchachos hacia un lugar cuyo nombre incluya la palabra Dust o Butte o Scratch, ululando y canturreando, acarreando la gran carga de sus lejanos corazones moribundos, y todos van mucho más lejos de lo que debieran. El grito de “¡Hacia el oeste!” de los soldados desengañados. Hay ahora una vereda de madera en la calle principal que es idónea para dirigirlos hasta allí; unas tres manzanas como mínimo. Se nota en el aire un tufillo a despilfarro. Ayer vi a una gran gorrina muy crédula, trotando por el camino marcado por los surcos de las ruedas, como si hubiera oído que se contaba algo y se hubiera comido a su camada para poder estar libre e investigar. Aunque probablemente terminaría atiborrándose con el cuerpo de algún muchacho en algún campo en alguna parte, después de las lluvias. Los cerdos de los granjeros todavía desentierran a los soldados muertos. Y no es que para eso haga falta estar cerca de un campo de batalla. Algunos de los chicos eran desertores o iban rezagados, todos tenían hambre, y los fusilaron, y ahora, años después, escarban sus restos y sirven de alimento para el ganado». (p. 11-12, mi traducción)

Campo de batalla de la Guerra Civil estadounidense en New Market (Virginia).

El libro lo va a publicar en castellano Seix Barral dentro de unas pocas semanas con el título Si este no es mi hogar, no tengo un hogar. La traducción está a cargo de Albert Fuentes Sánchez.

12 abr 2014

Reseña: Bark, de Lorrie Moore

Lorrie Moore, Bark (Londres: Faber & Faber, 2014). 192 páginas.

Uno de los primeros cuentos que recuerdo haber leído de Lorrie Moore es uno que tradujo Mauricio Salvador para Hermano Cerdo, que llevaba por título ‘También eres feo’; ya en el primer párrafo, ‘You’re Ugly, Too’ (1990) mostraba un juego de palabras digno del mismísimo Nabokov: “Normal Man Marries Oblong Woman”, en donde Normal y Oblong son dos pueblos del estado de Illinois. En este nuevo volumen de cuentos de Moore, los juegos de palabras se presentan desde el mismo título, Bark.

La corteza de un árbol y por extensión la piel o cualquier capa que recubra algo (o a alguien), el córtex cerebral, el ladrido de un perro o el grito iracundo de un hombre que da órdenes, la marihuana, una embarcación… todas las anteriores son posibles acepciones de “bark”. Moore revela las debilidades, las dudas e incertidumbres que asaltan a sus personajes, arrancando las capas con que se defienden a través de las palabras.

Sin embargo, Bark es en mi opinión un volumen algo desigual, no solo en cuanto a la calidad de los cuentos que incluye sino también por lo que respecta al enfoque estructural del cuento por parte de la autora. Se compone de un total de ocho narraciones, de las cuales dos son mucho más largas que el resto: ‘Debarking’ y ‘Wings’. Aunque Moore sitúa los cuentos en los EE.UU. post-11/9, a diferencia de, por ejemplo, George Saunders, la crítica de Moore no parece ir más allá de aludir a la desintegración personal de los protagonistas, sin llegar a constituir una sátira tan profunda o cortante como la del coetáneo Tenth of December de Saunders.

El protagonista de ‘Debarking’ es Ira, un desdichado judío recientemente divorciado que conoce a otra divorciada, Zora, en una fiesta de Cuaresma organizada por su amigo Mike, quien bromea: “En la Cuaresma se supone que uno tiene que renunciar a cosas. El año pasado nosotros renunciamos a la fe y a la razón; este año vamos a renunciar a nuestra voz democrática, a nuestra propia esperanza” (p. 5, mi traducción). De vuelta en casa, Ira ve las imágenes del bombardeo nocturno de Bagdad. Atraído por su belleza, Ira inicia una relación con Zora, pediatra que muestra tener una extraña dependencia de su hijo de quince años. Zora tiene su propia historia de inestabilidad emocional y mental, y cuando más parece sentirse unido a ella, Ira se da cuenta de la imposibilidad de su relación.

‘Wings’ cuenta cómo una chica, KC, entabla amistad con Milton, un viejo viudo del vecindario. KC y su novio, Dench, malviven en una casa subarrendada. Los dos formaban parte de un grupo musical que se ha despedazado, y son víctimas propiciatorias del declive económico. Poco a poco KC profundiza en su relación con Milton, hasta el punto de que éste acude a ver a su abogado para cambiar su testamento. En el técnicamente un poco forzado desenlace, una KC mucho más madura recuerda un detalle del día en que conoció a Dench, el cual explica la clase y la calidad de la relación que mantuvieron.

‘The Juniper Tree’ es el segundo de los relatos de Bark, un cuento moderno de fantasmas narrado en primera persona, en el que tres amigas (que no paran de lanzarse dardos verbales entre ellas) acuden a la casa de la difunta Robin la misma noche tras su muerte para reunirse con ella y despedirse. El final del relato cuenta el último encuentro de la narradora con Robin en vida, y la desconcertante reacción de ésta cuando la narradora terminó apresuradamente el encuentro.

No todos los relatos de Bark me han resultado interesantes o llamativos. ‘Subject to Search’ podría considerarse un relato superfluo en este volumen: no añade nada al conjunto, y como cuento apenas se sostiene. Narra el brevísimo encuentro en París entre un hombre y una mujer que se amaron en secreto durante muchos años, pese a haberse casado con otra persona. Es un relato un poco cojo, ambiguo y poco desarrollado.

Mucho más cautivador me resultó ‘Paper Losses’, la narración cruda y satírica del último intento por parte de una mujer por salvar su matrimonio de veinte años al organizar un viaje de toda la familia a un resort caribeño, y que acaba siendo una absoluta humillación para ella. Antes, cuenta cómo descubre los papeles del divorcio: “La citación del juzgado la cogió por sorpresa. Llegó por correo, dirigida a ella, y allí estaba, grapada con los papeles del divorcio. Le habían dado emplazamiento debido. Empapelada, había quedado la bruja. Al igual que una persona, un matrimonio resultaba irreconocible en la muerte, aunque la enterraran en un traje excelente. Encima de los papeles había una carta de Rafe [el marido] en la que sugería el aniversario de bodas en primavera como fecha definitiva del divorcio. «¿Por qué no rematar la simetría?», le había escrito.” (p. 68, mi traducción).

Los perdedores protagonistas de estos cuentos de Moore (porque eso es lo que, incuestionablemente, son: perdedores) parecen resignados a admitir sus imperfecciones y a vivir el resto de sus días con ellas. Hay mucho humor en estas narraciones breves, pero no es un humor mordaz y cortante. Moore apela a nuestra simpatía y a nuestra bondad al colocar a estos fracasados en un paisaje desguarnecido y demoledor, el del midwest de los EE.UU., tan azotado por la crisis socioeconómica.


Añadido el 23 de julio de 2015:
Bark lo acaba de publicar Seix Barral en castellano, en traducción de Daniel Gascón.

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