21 feb 2021

Reseña: The Only Story, de Julian Barnes

Julian Barnes, The Only Story (Londres: Jonathan Cape, 2018). 213 páginas.

Al comienzo de esta novela, Barnes te pregunta a ti, lector o lectora, si es preferible amar más y sufrir más, o amar menos y por ende sufrir menos. Inmediatamente, en el siguiente párrafo, te dice: “Puede que [me] adviertas – y estarías en lo cierto – que no se trata de una pregunta de verdad. Porque no tenemos elección alguna. Si la tuviéramos, entonces no habría pregunta alguna. Pero no es así, de manera que no la hay. ¿Quién puede controlar cuánto ama? Si puedes controlarlo, entonces no es amor. No sé cómo llamarlo, pero no es amor” (p. 3, mi traducción)

La trama de esta mayormente dolorosa historia gira en torno a un joven estudiante universitario, Paul, quien con 19 años conoce a una mujer mucho mayor que él, Susan, en el club de tenis del pueblo del sudeste de Inglaterra donde viven sus padres. Ella está casada con un tipo odioso y violento; él carece de experiencia y el apasionamiento guía sus acciones y decisiones.

Con el paso de los meses, está claro que lo que parecía ser un breve idilio veraniego es mucho más. Tras sufrir un ataque brutal por parte del marido, Susan (con unos cuantos dientes menos) se va de casa y se instala en Londres con Paul. Es la década de los 60: por muchos Beatles que haya, ciertas convenciones sociales no han caducado. El escándalo que en el pueblecito solamente acarrea la expulsión del club de tenis puede pasar mejor desapercibido en una gran metrópolis.

Be always proper, please!
 Tunbridge Wells Lawn Tennis Club. Fotografía de Nigel Chadwick.
Pero no todo van a ser alegrías. Rara vez lo son, ¿no? De hecho, Susan padece una enfermedad muy mala y dificil de tratar: alcoholismo. Paul narra cómo trata de salvar una relación enfrentándose a un enemigo invisible, tenaz y prácticamente imbatible.

La novela está estructurada en tres partes. No hace falta repetir que Barnes es hábil en el manejo de la trama y de los puntos de vista narrativos. Tanto es así que en cada una de las tres secciones predomina una persona diferente. Al principio, Paul narra la historia en primera persona. En la segunda sección, en cambio, Barnes decide emplear la segunda persona, convirtiendo la narración en una especie de ajuste de cuentas, o al menos en un intento por exigir que Paul rinda (¿A sí mismo o al lector?) cuentas.

En la tercera parte, el narrador adopta la tercera persona y se convierte en una voz omnisciente, la voz del hombre ya mayor que reflexiona sobre su vida, sus vivencias, aciertos y errores, la soledad y los recuerdos de lo que fue el amor de su vida. La única historia posible.

El contraste entre los recuerdos del joven Paul y la perspectiva del hombre ya mayor, curtido por el tiempo y los acontecimientos tanto personales como sociales de su época, es enriquecedor. De alguna manera, Barnes parece estar reciclando conceptos y materiales ya contemplados en The Sense of an Ending, y lo hace, en mi opinión, con muy buen gusto. La idea de que la memoria siempre constituye una narración desconfiable es reforzada por la inestabilidad que provoca la combinación de primera, segunda o la tercera personas, a veces en unas pocas páginas.

La idea en la que insiste el título, la noción de que solamente hay una historia, puede que sea, en todo caso, una ilusión. Yo digo que es un poco como las meigas gallegas, y que historias hay muchas. Haberlas, haylas, y hace falta encontrarlas. Otro buen libro de Julian Barnes.

The Only Story, publicada en 2018, se ha publicado tanto en castellano (La única historia, en Anagrama en 2019, en traducción de Jaime Zulaika) com en català (L'única història, en Angle Editorial també l’any 2019, traduïda per Alexandre Gombau i Arnau).

5 feb 2021

Reseña: The Grot, de Pat Grant

Pat Grant, The Grot (Marietta, Georgia: Top Shelf Productions, 2020). 

Aunque en la biblioteca aparece catalogado como “Young Adult Fiction”, este libro del australiano Pat Grant rebasa el límite edad propuesto por los clasificadores y se deja leer por cualquiera. Elaborado de manera minuciosa, resultado del amor al arte, The Grot cuenta una historia de aventuras, una migración familiar en un mundo desolado que recuerda al de Mad Max, en pos de la riqueza, que en este caso está al norte.

No parecen encantados de encaminarse a su futuro...
La familia la componen una madre y sus dos hijos, Penn y Lippy. Según ella, este viaje habrá de ser definitorio: los transformará, los hará madurar y hará verdaderos hombres de ambos: su “passage to manhood”, el paso a la madurez que, naturalmente, será más llevadero si consiguen ganar mucho, mucho dinero.

Escenas cotidianas de Falter City (Ciudad del Desfallecimiento) 
¿Cómo se proponen conseguirlo? Pues con una especie de yogur, del cual la madre tiene los ingredientes secretos. El destino de su viaje es Falter City, construida a las orillas de una enorme ciénaga en cuyo limo crece una especie de alga verduzca que se vende por  enormes cantidades de dinero. Para hacerse rico hay que pringarse, pero la realidad es que la ciénaga es un criadero de microorganismos tóxicos.

Naturalmente, una ciudad así la habita toda clase de gente. Cuando desembarcan del decrépito ferry en el que han llegado, una inmensa muchedumbre parecería estar esperándoles. ¿O es que están deseando escapar de ese infierno llamado Falter City?

¿Qué se puede esperar de un par de jovencitos imberbes, novatos e ingenuos en mitad de una ciudad atestada de embaucadores, ladrones, criminales y amigos del descuido? Mientras Penn entabla amistad con una joven deslenguada de la que no debería fiarse nadie, Lippy, a quien su madre le confía el dinero y encomienda encontrar el local desde el que lanzar el nuevo negocio, opta por contratar la asesoría de un caballero de aspecto que podría calificarse de impecable. ¿Cómo concluirá la aventura? ¿Cuál de los dos hará primero su fortuna? ¿O quedarán arruinados todos?

¿Te fiarías tú de la palabra de esta señora?
Grant disfruta de llenar de detalles las páginas. Los dibujos cuentan tanto o más que los escuetos diálogos y las acotaciones narrativas. Los colores abundan, son vivos y sugestivos, incluso cuando la acción tiene lugar en lugares cerrados. Y naturalmente, con buenas dosis del sutil humor australiano que lo impregna todo.

Un estupendo ejemplo del detallismo que Grant le da a sus dibujos, y un genial juego de palabras.
Los temas subyacentes son la degradación del entorno, de las estructuras sociales. La inequidad y la miseria que traen consigo la sofisticación del delito y el engaño. La trama es ciertamente simple, sin artificios. Buen entretenimiento visual y gran entrega artística (Grant invirtió dos años en dibujar el libro a mano). The Grot es el primer volumen de lo que promete ser una divertida serie.

Los hermanos, desolados. Pero esto no es el final. Esperemos el segundo volumen de la serie.

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