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6 feb 2024

Reseña: A doble ciego, de Víctor Sombra

Víctor Sombra, A doble ciego (Barcelona: Penguin Random House, 2023). 275 páginas.

Desde mediados de 2020, todos los días tomo dos pastillas, medicinas recetadas por un médico. Uno no duda en momento alguno de la bondad de un galeno que te receta un determinado compuesto químico (en mi caso, la metformina) para resolver algún problema de salud (en mi caso, diabetes mellitus tipo II). Sin embargo, ¿Cómo puede uno tener la certeza absoluta de que la caja que te dispensan en la farmacia contiene únicamente ese medicamento y no otro? Esta es, esencialmente, la duda que le sirve al salmantino Víctor Sombra para confeccionar un thriller insólito, utilizando un lenguaje que resulta bastante inusual en la narrativa española contemporánea.

La trama no gira únicamente en torno a un misterio, pues la estructura de A doble ciego aborda la cuestión de la metaficción y la convierte en tema mismo de la novela. Y no terminan ahí los elementos que se pueden identificar como temáticos: está la ética de la investigación tanto científica como periodística, el racismo que la primera narradora, Ben, sufre en sus propias carnes, los muchos males que el capitalismo tardío continúa creando en la sociedad contemporánea…

Ben es una sensacional hacker que desea contribuir con su pericia al esfuerzo de un grupo de activistas de vida alegre y despreocupada. Por curiosidad, más que otra cosa, el grupo se decide a presentar una propuesta a un Concurso de Innovaciones en Noruega. No lo ganan, pero atraen la atención de un extraño personaje, Dixon, quien les ofrece un suculento pago a cambio de recopilar datos sobre un medicamento creado en la década de los 80 por una empresa farmacéutica.

El centro de Oslo es donde se sitúa el cabo del hilo del que hay que tirar... Fotografía de Lars Tiede
Naturalmente, tras calcular las numerosísimas noches cerveceras que ese dinero podrá valerles – como estudiante que fui, no deja de ser un comprensible prisma con el que ver el trabajo, el tiempo, la vida, etc. a cierta edad – aceptan el encargo y se ponen manos a la obra. También el capitalismo encuentra los caminos para retorcer hasta las voluntades más firmes…

Revelar si a partir de todos los datos que consiguen mediante sus hackeos desentrañan una conspiración maléfica o no rozaría el spoiler, y por lo tanto no corresponde hacerlo. Solamente diré que al final del hilo vuelve a aparecer la inquietante y opaca Nora Wang, personaje que formaba parte del elenco de otra novela anterior de Sombra.

Como ya hizo Sombra en La quimera del Hombre Tanque, A doble ciego es el instrumento literario que el autor emplea para ofrecer al lector un debate de ideas fundamental en esta primera mitad del siglo XXI. Y porque la trama que teje Sombra te reclama la atención como lector y la construye en una metanarrativa bien ordenada, resulta ser un instrumento literario de alta calidad. La novela se articula en torno a una serie de diarios (el autor prefiere denominarlos «libros») de los personajes. Cada uno de los libros contribuye a desgranar partes del misterio e introduce otros elementos de intriga, pero se deja entrever, a medida que avanzas en la lectura, que detrás de todo hay una fuerza superior que convierte a todos los involucrados en simples juguetes. No en vano, el subtítulo de la novela es Apuntes para un manual de la ignorancia.

Si digo que Víctor Sombra es un escritor político, creo que no debiera considerarse como una censura. Al contrario, pretendo elogiar una manera de entender la literatura que cree en el compromiso ideológico, en principios de justicia social y en la resistencia frente a ambiguas o enmascaradas expresiones del poder económico, que es el que a fin de cuentas rige nuestros (humildes, sí, pero nunca insignificantes) destinos.

Arriba he señalado lo que pienso que es el infrecuente lenguaje de A doble ciego. Siendo ante todo una apreciación subjetiva, releyendo pasajes del libro me reafirmo en lo anterior: en ocasiones me hacía sospechar que quizás estaba leyendo una muy buena traducción al castellano de un texto generado en otro idioma (Sombra ha vivido muchos años en Suiza y domina los principales idiomas europeos). Hay otra posibilidad: el hecho de que la suya sea una prosa tan cuidada, tan magníficamente pulida y atenta al detalle sería el resultado de un encomiable trabajo de relectura y rescritura. Sea lo que sea, A doble ciego es un libro muy recomendable, especialmente para quienes no quieran seguir pecando de esa ignorancia a la que inevitablemente nos aboca un double-blind study.

2 oct 2021

Reseña: Cuarto de derrota, de Víctor Sombra

Víctor Sombra, Cuarto de derrota (Cáceres: La Moderna, 2020). 271 páginas.

Precedido por un acertadísimo prólogo a cargo de Ignacio Echeverría, Cuarto de derrota recoge diversas contribuciones periodísticas del autor, radicado en Suiza, en un libro que, aunque resulte más bien inclasificable, deja un muy buen sabor de boca.

Al referirse al libro que prologa, Echevarría echa mano de la palabra «instalación» con el fin de tratar de identificar para el lector el texto o los textos que tiene por delante. Resalta que “lo relevante […] es el juego de relaciones que se establece entre las distintas piezas”. Coincido con él: aun distando mucho de ser un rompecabezas literario, Cuarto de derrota es un encaje de textos que en buena medida se complementan y suceden, tanto temática como estilísticamente.

Así, la primera pieza (subtitulada “a modo de introducción”) se llama ‘Mortales inmortales’. Sombra lo sitúa en la librería Albatros de Ginebra, que regenta un buen amigo suyo. El lugar, según me dice el sabelotodo Google, existe. Viene a ser una presentación del elenco de personas/personajes que van a desfilar por el libro. El propósito es la recreación de las personas en hologramas lectores, “luces […] luciérnagas librescas […] que revolotean de libro en libro, dejando el testimonio de su lectura” y que abren “senderos de lectura significativos”. Una utopía tecnológica para fomentar lo que el autor llama «bibliodiversidad».

Ya la primera pieza de este montaje atrapa al lector. ‘Diacronía y tránsito del fantasma’ aborda la crisis social que la codicia de bancos y especuladores inmobiliarios causó en España tras 2008. Tras hacer un somero repaso de los datos disponibles para la segunda década del siglo, Sombra plantea la terrible hipótesis de que muchas de las personas desahuciadas hayan pasado a ser «fantasmas»: “es posible imaginar…que cientos de miles de personas, deslizándose en el olvido y silencio institucionales, hayan acabado por desvanecerse. […] Esto explicaría por qué el Gobierno los omite de su relato.” (p. 27-8).

Diferentes gobiernos, en lugar de aportar soluciones, han optado por agravar la situación: “la venta de la vivienda social a los mismo agentes cuya voracidad desempeñó un papel tan decisivo en el origen de la crisis. […] en una operación que hace risible al bombero pirómano, a los agentes más desbocados del mercado inmobiliario.” (p.37)

El camino que se abre está claro: uno puede concluir que el sistema económico neoliberal y sus políticas buscan desaparecer a sus víctimas, los vulnerables, y borrarlos del mismo modo que uno puede eliminar lo escrito en un procesador de textos con la tecla retroceso o seleccionándolo y pulsando cualquier otra tecla.

El texto anterior lo sigue con un relato de la librera Edith, que trabajó en una librería de Erfurt en la República Democrática Alemana hasta 1986. Sombra nos cuenta cómo lectores y libreros sorteaban los obstáculos y dificultades que enfrentaba la distribución de libros en la época en que los libros de George Orwell eran requisados en la frontera.

El carácter de los textos que componen Cuarto de derrota es extraordinariamente variado. Así, el cuarto, ‘Cartas del inframundo y postales de aquí cerca’, nos acerca a Australia por medio de Jake Bilardi, el joven australiano que se radicalizó en Melbourne y se unió al Estado Islámico, poniendo fin a su vida en un atentado suicida en Ramadi, Iraq. Es una meditación en torno a los motivos que llevan a un chico a luchar contra un sistema que le hacía sentirse marginado, solo, sin sentido. Sombra concluye el artículo con humor, retocando una de las fotos de Bilardi junto a dos de sus compañeros para darle tres futuros alternativos al camino que tomó.

By all means, fight the system, sure. But fight it in alternative, less violent ways...

El texto que da título al libro, ‘Cuarto de derrota. Apuntes sobre el pecio cibernético’, retoma a personajes aparecidos en el tercer capítulo (‘¡Libertad al autómata!’) y plantea una especie de thriller repleto de comentarios sobre teoría literaria y en torno a la historia y la teoría de la cibernética y la robótica. Dos de los asistentes a la presentación de un libro en Albatros causan una enorme conmoción cuando dos autómatas disparan contra la conferenciante. Las tres balas no alcanzan su objetivo, pero dañan tres libros que reposaban en las estanterías: Robinson Crusoe, Quédate este día y esta noche conmigo y Treasure Island. ¿Casualidad?

Tras el inaudito misterio que Sombra sitúa en la sala donde se decide el rumbo de la nave (la metáfora no es mero capricho ni coincidencia), Sombra relata retazos de la historia de Oleg Lavrentiev, un oscuro soldado soviético que diseñó planes para el desarrollo de un reactor que permitiera la fusión nuclear controlada. Es urgente que quienes están al mando en el cuarto de derrota de este planeta en el que vivimos consideren que la inversión en los bocetos y planos de Lavrentiev puede ser una solución inmediata al calentamiento global.

El libro concluye con una breve obra teatral titulada ‘La Tigreca’, en la que los personajes ya conocidos reaparecen para descifrar un asesinato, revelar los trapos sucios de diversas empresas que se aliaron con el nazismo para controlar el mercado de la industria química o construir una meditación sobre la intervención de autómatas en nuestro futuro.

Si algún defecto se le puede encontrar a Cuarto de derrota, es el hecho de que contiene bastantes erratas. Como ya se pudo constatar en La quimera del Hombre Tanque, Sombra es audaz en su escritura: consigue, por ejemplo, que Borges le hable a Mercè Rodoreda en catalán, juntando al genio argentino con la autora en un banco de un parque ginebrino. Un libro sorprendente, que rehúye insolentemente su categorización. Era, pienso yo, ciertamente inconcebible a priori.

Nota: Le agradezco al autor la oportunidad de leerlo y reseñarlo. Gracias, Víctor.

15 abr 2018

Reseña: La quimera del Hombre Tanque, de Víctor Sombra

Víctor Sombra, La quimera del Hombre Tanque (Barcelona: Penguin Random House, 2017). 222 páginas.
(Vaya por delante mi agradecimiento al autor por enviarme un ejemplar de su novela, y costear ese envío de su propio bolsillo.)

Pocas imágenes definen mejor las postrimerías del siglo XX que la del famosísimo video de ese solitario manifestante en la Plaza Tiananmen en Beijing el día 5 de junio de 1989, quien, cargado con una bolsa de plástico en cada mano, se enzarzó en un desafiante baile con la columna de tanques del Ejército Rojo.

El Hombre Tanque, emblemático mural en las calles de Colonia. Fotografía de Raimond Spekking.
La identidad de esa retadora persona sigue siendo un misterio. Tanto en las artes plásticas como en el arte de las palabras el llamado Hombre Tanque se ha vuelto a hacer presente. Estatuas, murales, camisetas y libros han rendido homenaje a este anónimo defensor de los derechos humanos. Steve Erickson, por ejemplo, lo hacía emerger como líder de un movimiento de resistencia en su fascinante Our Ecstatic Days (2005).

En La quimera del Hombre Tanque, Víctor Sombra sitúa a ese joven chino, al que todos llaman Rana, exiliado en 2014 en Azerbaiyán y regentando un tugurio de mala muerte. Durry, un agente secreto chino criado en Surry Hills (Sydney), recibe el encargo de encontrarlo y preparar el reencuentro de Rana con el comandante del tanque al que hizo parar tantas veces en las inmediaciones de Tiananmen. La idea es grabar ese reencuentro en un video que escenifique la reconciliación de los que el régimen del PCCh aplastó en 1989 con los dirigentes contemporáneos de China, estos mismos que han hecho del capitalismo marxista (¿Para qué quiere usted otras libertades si tiene a su alcance la libertad de consumir todo lo que quiera?) la ideología triunfante en esta segunda década del siglo XXI. Y naturalmente, ese reencuentro habrá de grabarse con un teléfono móvil. Faltaría más.

Mas la escenificación se convierte más en encontronazo que encuentro. El militar se niega en última instancia a participar y la desconfianza general se impone. Rana huye y Durry recibe la orden de poner a fin a todo el proyecto, acompañado por una atractiva, aunque muy calculadora, joven agente de los servicios secretos chinos.

La quimera del Hombre Tanque es, desde un punto de vista meramente formal, un thriller cuya inconclusa resolución deja un buen gusto de boca. La virtud de Sombra es esconder bajo esa capa de trama de agentes secretos un importante debate de ideas que, sobre el armazón de una ficción histórica, resulta urgente, si no imprescindible. Al situar la novela en Azerbaiyán, en las orillas del Mar Caspio y sus pozos petrolíferos, Sombra apunta sus dardos en dirección a los males que aquejan a la sociedad globalizada de nuestros días: el yihadismo violento, tan pueril en sus fundamentos y justificaciones, la destrucción del planeta y la insostenibilidad del modelo productivo imperante, la incapacidad e insolvencia moral de la democracia liberal occidental para justificar los desmanes del capitalismo, y las derivaciones que éstos ocasionan en todos los estratos sociales menos favorecidos y en los países que todavía no han alcanzado un suficiente nivel de desarrollo.

Días más tranquilos en la Plaza en agosto de 2012. Fotografía de Nicor. 
La idea (ficticia, por supuesto, pero no del todo inverosímil) de una supuesta reconciliación entre esa generación que buscó romper con el orden comunista y denunciar la corrupción inherente al sistema de partido único no deja de ser original. La situación política actual en Hong Kong desmiente tajantemente que haya el mínimo asomo de posibilidad de que ello vaya a ocurrir.

Como tantas otras reconciliaciones políticas escenificadas para legitimar transiciones ‘blandas’ (o pacíficas) antes que permitir reformas profundas (o bruscas), sería siempre teatro. Como el bigote mexicano que Rana se deja crecer, es una impostura. Con un buen sombrero de mariachi, un poncho y bigote, cualquiera podría hacerse pasar por mexicano. Con o sin Máster, qué más da.

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