Mostrando entradas con la etiqueta Mohsin Hamid. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mohsin Hamid. Mostrar todas las entradas

11 nov 2024

Reseña: The Last White Man, de Mohsin Hamid

Mohsin Hamid, The Last White Man (Londres: Hamish Hamilton, 2023). 180 páginas.

Abundan en esta época las grandes teorías “conspiranoicas” que individuos como el felón que ha sido elegido esta semana Presidente de los Estados Unidos alimentan con gran empeño pero sin evidencia alguna. Una de mis “favoritas” es la llamada Le grand remplacement, según la cual, y parafraseo Wikipedia, la población blanca cristiana occidental está siendo sistemáticamente sustituida por personas de otras razas no europeas​ a través de un proceso que comprende, entre otros factores, la inmigración y el desplome de la tasa de natalidad de las poblaciones de los países ricos de Occidente. Como si las grandes migraciones de la población blanca occidental de los siglos XVIII, XIX y XX nunca hubiera ocurrido. En fin.

Esta nouvelle de Hamid plantea esa situación en la forma de una (¿impertinente? ¿inquietante? ¿absurda? Elige el adjetivo que prefieras, o incluso los tres) alegoría, comenzando por el día en que uno de los dos protagonistas, Anders, descubre al despertar que ya no es blanco, que su piel ha oscurecido y que, por lo tanto, ya no pertenece al grupo étnico que hasta ese momento se identificaba como dominante.

Su primera reacción es violenta: le gustaría matar la imagen de sí mismo que contempla, atónito, en el espejo. Incluso el gerente del gimnasio donde trabaja le comenta que, si fuera su caso, hubiera puesto fin a su vida. Luego está la reacción de su amiga, Oona, que acepta el cambio del color de piel de Anders con bastante entereza. El padre de Anders padece una especie de shock y la madre de Oona se declara completamente horrorizada.

Con una estrategia deliberada que hace ambiguos tanto el lugar como la época en la que transcurre la novela, Hamid pone en primer plano las cuestiones de la pérdida de identidad, la confusión y el duelo que ese proceso causa en la población blanca, que paulatinamente desaparece. La violencia se apodera de las calles y las noches; nadie puede comprender por qué su ciudad y su país se han transformado en un lugar tan diferente, donde la gente de piel oscura empieza a ser el grupo étnico dominante a medida que, conforme pasan los días, son cada vez más las personas que, al despertar,  descubren que ya no son de raza blanca.

Mientras lo leía, me dio la impresión de que The Last White Man estaba originalmente destinado a ser un cuento, una narración breve que el autor transforma en novela. Hamid recurre mucho a la repetición de palabras, escribe párrafos en los que las oraciones se superponen unas a otras quizás para acentuar la idea inicial.

Y a modo de conclusión, cuando el último hombre blanco deja de serlo, se restablece una suerte de normalidad. Que cada cual saque sus conclusiones.

Edvard Munch, Liklukt [El olor de la muerte]: 1895.

«Ahora, el padre de Anders rara vez salía de su habitación, y en ella había un olor, un olor que
él podía ver en la cara de Anders cuando su hijo entraba y a veces él mismo podía olerlo, lo cual era extraño, como un pez que notase que estaba mojado, y el olor que podían oler era el olor de la muerte, la cual el padre de Anders sabía que estaba ya cerca, y eso lo asustaba, pero no estaba completamente asustado de sentirse asustado, no, él había vivido durante mucho tiempo con miedo y no había dejado que el miedo lo dominase, aún no, y trataría de continuar haciéndolo, continuar no dejando que el miedo lo dominase, y con frecuencia no tenía las energías para pensar, pero cuando sí las tenía, el pensamiento de lo que hacía que una muerte fuese una buena muerte, y su sensación era que una buena muerte sería aquella que no atemorizase a su chico, que el deber de un padre no era evitar morir delante de su hijo, esto era algo que un padre no podía controlar, sino más bien que si un padre había de morir delante de su hijo, debía de morir tan bien como pudiese, hacerlo de tal forma que dejase algo a su hijo, que le dejase a su hijo la fuerza para vivir, y la fuerza para saber que algún día él mismo podría morir bien, como lo había hecho su padre, y así, el padre de Anders se esforzaba por convertir su viaje final hacia la muerte en un acto de entrega, en un acto de paternidad, y no sería fácil, no era fácil, era casi imposible, pero eso fue lo que se propuso intentar hacer, mientras conservase el juicio.» (p.113-4, mi traducción)

20 may 2018

Reseña: Exit West, de Mohsin Hamid

Mohsin Hamid, Exit West (Londres: Penguin Random House, 2017). 229 páginas.
“We are all migrants through time.” (p. 209) Con esta frase concluye Hamid el antepenúltimo capítulo de esta original novela. Es innegable que, al nacer, todos nos convertimos en migrantes, pasando por el curso del tiempo. Los únicos que no completan esa migración son los que nos dejan prematuramente, antes de poder terminar ese viaje que llamamos vida.

El escenario inicial de Exit West es una ciudad anónima (si bien por la descripción que hace el autor uno se inclina por situarla en el país natal del autor, Pakistán) asediada por militantes sanguinarios. Los dos personajes, Saeed y Nadia, son jóvenes, tienen empleo – qué raro – y aspiran a construir un futuro. Saeed trabaja para una agencia publicitaria, mientras que Nadie lo hace para una compañía de seguros. Ambos asisten a uno de esos cursillos vespertinos de formación permanente que con frecuencia sirven más que otra cosa para que alguien conozca a otro alguien.

San Diego a la izquierda, Tijuana a la derecha. Decida usted, si le dejan. Fotografía: Gordon Hyde.
Y eso es exactamente lo que ocurre. Tras intercambiar unas pocas palabras, Nadia acepta ir a tomar un café una semana después de la primera invitación de Saeed. Nadia lleva siempre una larga túnica negra, pero de desplaza en motocicleta por la ciudad y vive sola. Saeed vive en otra parte de la ciudad con sus padres. La sociedad en la que viven ejerce un fuerte control patriarcal sobre las mujeres.

Pero incluso en sociedades tan asfixiantes como ésta, nos dice Hamid, es posible escaparse. Los dos tienen teléfonos móviles, fuman de vez en cuando algún porrito, escuchan los discos de vinilo que tiene Nadia. Para subir al pisito, Nadia le baja con una cuerda una túnica y las llaves dentro de una bolsa, y Saeed se hace pasar por su hermana. Incluso un día toman hongos psicodélicos.

Mientras, los militantes se están haciendo dueños de la situación. El caos se extiende, las antenas de acceso a internet dejan de funcionar, el suministro de electricidad desaparece. A la madre de Saeed la mata un francotirador. Hay que huir, eso está muy claro. Pero ¿cómo? ¿Y dónde?

Es en esta coyuntura en la que Hamid introduce un elemento fantástico: por todo el mundo hay un número de puertas mágicas que llevan a otras partes del mundo: Saeed y Nadia atraviesan una de esas puertas tras pagar una buena suma de dinero y llegan a Miconos. Es el primer destino de su larga travesía global, que los llevará (siempre cruzando esas oscuras puertas fantásticas) a Londres y finalmente a Marín, en California.

La novela tiene dos estratos muy diferenciados. Por un lado, está la historia de amor de Saeed y Nadia. El aspecto de la sexualidad entre ellos, que el autor explora de modo un tanto solapado, le añade una pizca de interés a una subtrama que quizás no lo tendría por sí misma (Saeed es un mojigato). Por el otro lado, la historia de Saeed y Nadia es en realidad la historia de millones de personas y su posibilidad de encontrar un atisbo de esperanza y resiliencia gracias a la emigración a otras partes del mundo.

Protegiendo a Europa en África. La ignominiosa valla de Melilla. Fotografía de Stephane M Grueso.
En el relato sobre Saeed y Nadia, Hamid esparce cortos episodios, deliberadamente imprecisos, de personas que cruzan esas puertas en diversos lugares del mundo: mientras una mujer duerme en su apartamento de Surry Hills en Sydney, alguien sale del baño y escapa por una ventana abierta; agentes del FBI toman la casa de un marine jubilado en San Diego cuando detectan la presencia de extranjeros en el área.

Narrada con un lenguaje que busca la abstracción como estrategia, y que recuerda a las estrategias retóricas de los cuentos orientales más clásicos y antiguos, Exit West fuerza al lector a sumergirse en un espacio global. Lo consigue porque, con los dos personajes no anónimos de la novela, Hamid te pone un espejo delante para que te veas reflejado en esa realidad que enfrentan tantos millones de seres humanos que únicamente quieren escapar de la guerra, de la muerte, de la pobreza, de la desolación.

No, éste no soy yo.
Se abre una puerta y entra Mohsin Hamid, que lleva en sus manos una gran novela. Pero me parezco un poquito, ¿no? 
Fotografía de Mr Choppers.
Exit West, que estuvo en la lista final de obras candidatas al Booker del año pasado, ya ha aparecido en castellano (con un título tan innecesariamente esclarecedor como engañoso: Bienvenidos a Occidente) en traducción de Luis Murillo y publicado por Reservoir Books; y també en català, amb el títol Sortida a occident, en edició de Periscopi i traducció d’Albert Nolla.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia