Patrick Flanery, Absolution (Londres: Atlantic Books, 2012). 389 páginas.
Una escritora
sudafricana de renombre, Clare Wald, sufre una invasión doméstica en su casa de
Ciudad del Cabo; aunque las consecuencias bien podrían haber sido letales, los
ladrones solamente se llevan la peluca de letrado de su padre, que conservaba
en una caja. Tras el incidente, hace caso a sus allegados y se muda a una zona
más segura.
Devil's Peak, espectacular telón de fondo de Ciudad del Cabo. Fotografía de Andrew Massyn. |
La época
comprende los años posteriores al apartheid, y coincide con la primera
biografía oficial de Wald, que ha de completar un joven académico procedente de
los Estados Unidos, Sam Leroux. Leroux, sin embargo, tiene una fuerte conexión
con Sudáfrica: nació allí, pero tras quedar huérfano muy joven, quedó al
cuidado de una tía en Beaufort West. Pero Sam se guarda un as en la manga: en
los días posteriores a la muerte de sus padres, Clare tuvo la posibilidad de
acoger al niño y cuidar de él, pero se negó.
Carrer principal de Beaufort West. Fotografia de flowcomm. |
El nexo que los unía era la hija de Clare, Laura, quien en los años anteriores a la caída del régimen racista se involucró en el movimiento de lucha armada. Fue Laura quien salvó a Sam de su tío, un tipo cruel y violento.
Como el mismo
título dice, la biografía debería constituir una absolución para Clare Wald.
Sam hace las veces de confesor, pero Clare no siempre parece estar dándole la
versión más fidedigna del pasado. Y es que son muchos los fantasmas que agobian
a la octogenaria escritora: no solamente Laura, desaparecida por la policía
secreta del apartheid o huida sin dejar rastro alguno. También está la hermana
de Clare, que se casó con un destacado prohombre del régimen, y que fue
asesinada junto con él en un ataque brutal e inmisericorde. ¿Fue Clare quien
deliberadamente filtró el dato que permitió a los asesinos ejecutarlos?
El caso es que Absolution se construye entrelazando
cuatro diferentes hilos narrativos, que en ocasiones se contradicen de tal
manera que nunca sabemos cuál es la versión verdadera de los eventos. Por un
lado están los recuerdos de Sam, por otro el diario de Laura; hay además una
narración incrustada por capítulos en el libro que lleva por título
‘Absolución’ (que coincidentemente es el mismo título de la última novela de
Clare Wald, una autobiografía escrita en clave de ficción), y la parte escrita
por Clare en la que intenta encontrar sentido a la desaparición (o la muerte)
de Laura.
Es pues un
thriller literario, aunque la pregunta de si Sam absuelve a la escritora de sus
pecados, imaginarios o reales, no encuentra una respuesta definitiva. Como en
el caso de las otras dos novelas que Flanery ha publicado (Fallen
Land y I
am No One, ambas
posteriores a Absolution), la
escritura es de un altísimo calibre, y el artificio de que el biógrafo sea
protagonista de la historia que más dolor le causó a Clare contribuye más si
cabe a que el lector disfrute de la novela.
El viaje de Laura y Sam cruzando la cordillera por Montagu Pass es a ratos aterrador. Fotografía de A3alb.
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El tema principal
es sin duda la engañosa percepción (siempre es subjetiva) de la verdad histórica,
pero Flanery también nos lleva a transitar por los caminos de la censura y la
autocensura como elementos definitorios de la literatura actual. Solamente un país
con una historia reciente tan difícil y dolorosa como Sudáfrica puede ser el escenario
de una novela como Absolution, y Flanery escenifica sin reservas la
violencia cotidiana de la revuelta en contra de una sociedad basada en la segregación
racial que acentúa más si cabe las líneas económicas divisorias entre los desposeídos
y los poderosos.
Flanery demostró contar
con excelentes dotes como novelista en Fallen Land, aunque ya apuntaba
excelentes maneras en esta novela, en mi opinión muy recomendable. Se publicó
en castellano en 2012, en traducción de Isabel Ferrer y Carlos Milla, en Galaxia
Gutenberg.