Publicada por
primera vez en 1982, The Plains está en la línea de los otro cuatro
libros de Murnane que he leído hasta la fecha (Tamarisk
Row, Barley Patch, Invisible Yet Enduring Lilacs y A Lifetime On Clouds), un autor ciertamente idiosincrático y excepcional.
Un joven con
aspiraciones creativas o artísticas llega a un pequeño pueblo de las llanuras
del interior de Australia. Después de unos días o semanas (no termina de
quedarme muy claro cuánto tiempo, ni si tal plazo es algo relevante) consigue
que un terrateniente lo contrate para llevar a cabo su proyecto
cinematográfico.
Su propósito es,
según dice, estudiar las creencias, los comportamientos, sueños y cultura de
las personas que habitan esas llanuras. Pero la narración que produce el
cineasta es en realidad una especie de elucubración sobre la posibilidad de que
un estudio tal pudiera ser factible, y que sirviera de algo
Los personajes no
tienen nombre. El narrador no tiene nombre. Los lugares no tienen nombre. Es una
manera de hacerlos incognoscibles y mantener un aura de misterio sobre todos
ellos, por supuesto. Pero es también una curiosa estrategia narrativa: el autor
logra ocultarse en y de la narración misma.
En The Plains
no hay apenas una trama. Además, la falta de referenciación de los personajes
que apenas se vislumbran convierte el libro en algo mítico: es una suerte de
laberinto del que el lector sale prácticamente tan desconcertado como había
entrado, mas le queda la sensación de haber intuido algo singular, poético, muy
elaborado. Murnane dijo de sí mismo en una entrevista escrita que “Mis oraciones
son las mejor formadas de todas las oraciones escritas por un escritor de
ficción en lengua inglesa” hasta ese momento.
Sin embargo,
también cabría especular con la posibilidad de otra lectura: que todo en The
Plains es un juego, un envite completamente paradójico a costa del narrador
protagonista primeramente, y en última instancia, también del lector. La figura
del explorador perdido en el estéril interior de Australia ha dado pie a
numerosas ficciones (la mejor, en mi opinión, es Voss, de Patrick White).
Las llanuras que nos propone explorar Murnane son “una tierra plana a mi
alrededor que parecía más y más un lugar que solamente yo podía interpretar.”
(p. 3)
Una llanura como cualquier otra de las muchas que hay en Australia. Red Rock. Fotografía de Peterdownunder |
Antes de guardar los libros y los papeles que estaban en el escritorio en la maleta, marqué una carpeta con un rótulo que decía: ÚLTIMOS PENSAMIENTOS ANTES DE COMENZAR EL GUIÓN PROPIAMENTE DICHO. Después, en una hoja limpia dentro de la carpeta, escribí lo siguiente:
“En todas las semanas desde que arribé aquí solamente me he asomado a mirar desde el balcón dos veces. Habría sido algo sencillo explorar esas llanuras que empiezan al final de casi todas las calles de este pueblo. ¿Pero cómo hubiera podido poseerlas del modo que siempre he querido poseer un terreno en las llanuras?
Esta noche me colocaré por fin a la vista de sus llanuras. Empiezan ya por fin a revelárseme las primeras escenas de la película, El interior. Ahora solamente me queda poner mis notas en orden y escribirlo.
Mas vuelve una vieja duda. ¿Hay alguna llanura en alguna parte que pudiera representarse mediante una sencilla imagen? ¿Qué palabras, qué cámara, podría revelar las llanuras dentro de las llanuras de las que tan frecuentemente he oído hablar en estas últimas semanas?
La vista desde el balcón -ahora, igual que un nativo de las llanuras, ya no veo una tierra sólida sino una calima oscilante que oculta una cierta mansión en cuya poco iluminada biblioteca una joven mujer mira fijamente la imagen de otra joven mujer que se sienta leyendo un libro que le hace pensar en alguna llanura que está ahora fuera del campo de visión.
Sospecho que, estando en estados de ánimo así, todos los hombres pueden viajar hacia el corazón de alguna remota llanura privada. ¿Puedo siquiera hacerles una descripción a los demás de los pocos cientos de millas que atravesé para alcanzar este pueblo? Y aun así, ¿Por qué tratar de mostrarlas como tierra y pastos cuando alguien a mucha distancia pudiera verlas ahora como solamente una señal de algo, sea lo que sea que esté a punto de descubrir?
Y a estas horas, su padre le habrá dicho que estoy en camino hacia ella. (pp. 82-83, mi traducción)
The Plains está disponible en castellano (en traducción de Carles Andreu) y en català (amb traducció a càrrec de Marta Hernández i Pibernat), ambas publicadas por Minúscula.
L'acabo de llegir. Confusió i miratge com a conclusió. Però un regust d'haver llegit quelcom únic, misteriós sí, però també bell. Amb el teu permís, t'enllaço a la meva ressenya. Salut
ResponderEliminarGràcies, Lleixes.
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