La mayoría de las
muchísimas personas con las que cualquiera de nosotros tendremos algún tipo de contacto
a lo largo de la vida sabrán perfectamente quiénes son, y quiénes son o eran
sus padres, y de qué manera les habrá afectado su entorno familiar. Aun así,
huérfanos sigue habiéndolos, pero la sociedad cuenta hoy en día con
instituciones que suelen proteger a los niños indefensos. Aunque no siempre sea
el caso, lamentablemente.
El personaje central
de esta larga novela (la segunda que publica esta autora nacida en Hawái, quien
ya destacó por la audaz y provocativa The People in the Trees) es Jude St Francis, huérfano abandonado
nada más nacer. La trama se sitúa principalmente en la ciudad de Nueva York,
donde cuatro jóvenes universitarios recién egresados se sumergen en la vida
competitiva y dura a la que la edad adulta nos aboca. Jude ha estudiado derecho y
matemáticas; Willem Ragnarsson se ha formado como actor, pero trabaja en un
restaurante a la espera de una oportunidad en la escena; Malcolm Irvine es
arquitecto, hijo de una familia acomodada y de un matrimonio interracial; y
Jean Baptiste, JB, es artista, hijo de inmigrantes haitianos.
Los primeros años
tras su llegada a Nueva York son más o menos difíciles, de tanteo. La narración
sigue a los cuatro amigos en sus escarceos laborales y a las muchas fiestas a
que asisten como invitados o como anfitriones. Con el paso del tiempo, los
cuatro se abren camino, y lograrán el éxito. Jude se convierte en uno de los
principales abogados litigantes de un importante bufete neoyorquino; Willem triunfa
como actor y pasa a cotizarse entre los grandes directores de cine; Malcolm
funda su propio estudio de arquitectura y empieza a ganar dinero a espuertas,
mientras que JB adquiere un gran renombre como pintor, gracias principalmente a
los retratos que hace de sus amigos.
Entre amigos no
hay secretos, ¿verdad? No si te llamas Jude St Francis, sufres una cojera sobre
cuyas causas no quieres hablar y nunca hablas de tus orígenes. En un libro con
muchísimas páginas, de las que posiblemente sobren algunas, la narración va deslizándose
gradualmente desde los cuatro amigos hacia solamente un par de ellos, Jude y
Willem, quienes comparten apartamento. Cuando una noche Jude despierta a Willem
con el brazo ensangrentado (“Ha sido un accidente”, le dice) y le pide que le
lleve a que le atienda su médico, Andy, Willem se convertirá efectivamente en
guardián del secreto de Jude. El huérfano discapacitado tuvo una infancia
terrible, y su manera de enfrentarse a ese horrible y traumático pasado, el
modo que tiene de enfrentarse al rencor y la vergüenza que siente por sí mismo,
consiste en infligirse dolor físico mediante cortes en la piel, lo cuales lleva
a cabo con cuchillas.
A Little Life tiene algunas características muy inusuales: las
vidas de los personajes parecen estar ancladas en un presente constante, a
pesar del hecho de que todos ellos envejecen con el paso de los años. La novela
no contiene referencia alguna a eventos contemporáneos. No hay mención alguna
de los políticos de los últimos treinta años, de los sucesos trascendentales, las
catástrofes y otros acontecimientos que de alguna manera pudieran (si no debieran)
haber marcado sus vidas.
Esta es una
novela sobre el significado más profundo y esencial de lo que es la amistad, amistad
ejemplificada por Willem y Jude, pero también toma como ejemplo la de Harold,
el profesor de derecho que se convierte en padre adoptivo de Jude, y Willem.
Yanagihara introduce en la narración algunos capítulos escritos por Harold en
primera persona, redactados a modo de confesión epistolar, y dirigidos a
Willem. Es solamente hacia el final (estoy tratando de evitar por todos los
medios el spoiler) cuando el lector
se da cuenta de que las confesiones de Harold funcionan más bien como un
epílogo.
Gran parte de A Little Life es un continuo rodeo a la
historia de la niñez de Jude. Es un terrible relato – que Jude nunca había
querido compartir con nadie – que incluye el paso por un monasterio de monjes
pederastas, crueles y brutales, la huida del Jude niño con el Hermano Luke
(quien, cuando se le termina el dinero, empieza a prostituir a Jude en moteles
de mala muerte de Texas y otros lugares del medio-oeste); la emigración de Jude
hacia la costa este a bordo de innumerables camiones, a cuyos conductores
pagará con sexo, y el engañoso rescate del niño que un tal doctor Traylor hace
en Ohio, solamente para curar sus infecciones venéreas y luego aprovecharse de
él. ¿Cómo puede alguien superar tantos años de sufrimiento, humillación,
degradación y brutalidad y vivir una vida ‘normal’?
Un momento
especialmente significativo puede ser cuando el niño Jude se da cuenta de que
es su cumpleaños mientras está cautivo del doctor Traylor, que le ha dicho que lo
quiere perder de vista: “Durante varios días, no sucedió nada, y él supuso que
se trataba de otra mentira, y daba gracias por no haberse emocionado mucho, por
poder finalmente reconocer una mentira cuando se la decían. El Dr. Traylor
había empezado a servirle las comidas envueltas en el papel del diario, y un
día miró la fecha y se dio cuenta de que era su cumpleaños. ‘Tengo quince
años’, anunció a la habitación silenciosa, y al oírse a sí mismo decir esas
palabras – las esperanzas, las fantasías, las imposibilidades que sólo él sabía
estaban tras ellas – se sintió enfermo. Pero no lloró: su capacidad para evitar
el lloro era su único logro, lo único de lo que podía sentirse orgulloso.” (p.
557, mi traducción)
Pocos días
después, tras otras palizas y abusos, el Dr. Traylor lo obligará a salir, y lo
utilizará como presa en un macabro juego de extraordinario salvajismo. Como
lector es necesario prescindir de la incredulidad ante la sucesión de
degradaciones, crímenes y crueldades a que someten a Jude, y ciertamente hay
que reconocer el mérito de Yanagihara en dotar a esta historia de un aura de
verosimilitud. Al narrar este sadismo en tercera persona por medio de una voz
narradora omnisciente, la autora crea una distancia cómoda para el lector.
Somos meros espectadores de un lamentable, insoportable y asqueroso espectáculo
(espectáculo en el sentido de que somos meros espectadores).
A Little Life no está escrita en una prosa delicada ni
elegante. A ratos es más bien repetitiva, y atraviesa meandros argumentales que
bien pudieran repeler a muchos lectores. Aunque pocos, hay algunas reflexiones
que merecen la pena, como esta en torno a la vida del Jude adulto y millonario:
“Aunque no le había inquietado el hecho de si su vida valía la pena, siempre se
había preguntado por qué él, por qué tantos otros, seguían viviendo; a veces le
había resultado difícil convencerse y, sin embargo, tantísima gente, tantos
millones, miles de millones, vivían en una penuria que no podía comprender, con
privaciones y enfermedades que eran obscenas en extremo. Pero no paraban de
seguir adelante. De manera que, esa determinación por seguir viviendo, ¿no era en
modo alguno una elección sino una culminación evolutiva? ¿Había algo en la
propia mente, esa constelación de neuronas tan endurecidas y marcadas como un tendón,
que impedía a los humanos hacer lo que la lógica argüía con tanta frecuencia
que debían hacer? Pero ese instinto no era infalible – lo había superado en una
ocasión. ¿Pero qué había sucedido después? ¿Se había debilitado o se había hecho
resiliente? ¿Era acaso su vida tan suya como para elegir si quería vivirla más
tiempo?” (p. 688, mi traducción)
¿Un hermano franciscano bueno? Jacopo Bassano, Kimbell Art Museum. |
A Little Life recibió el Premio Kirkus de 2015, y fue finalista
del Booker del mismo año. El título es una referencia a la frase que el Hermano
Luke le conmina a Jude a emplear en su ‘trabajo’: algo así como darle algo de vidilla,
de alegría, a lo que le obliga a hacer. Como para fiarse del Hermano Luke.
Mi impresión es que se trata de una novela rara, muy desigual, pero que no
puede dejar a nadie indiferente. Le habría venido muy bien un editor riguroso, que quitara broza y algunas malas hierbas. Mucho menos audaz que The People in the Trees, si bien comparten líneas temáticas inquietantes.
Añadido el 26/09/2016: A Little Life la acaba de publicar Lumen en español, en traducción a cargo de Aurora Echevarría, con el paradójico título de Tan poca vida. Si te animas a leerla en español, tienes unas 1.040 páginas por delante.
Añadido el 26/09/2016: A Little Life la acaba de publicar Lumen en español, en traducción a cargo de Aurora Echevarría, con el paradójico título de Tan poca vida. Si te animas a leerla en español, tienes unas 1.040 páginas por delante.