16 oct 2022

Pola Oloixarac's Dark Constellations: A Review

Pola Oloixarac, Dark Constellations (New York: Soho Press, 2019). 202 pages. Translated by Roy Kesey.

Remember Donald Rumsfeld’s words to the press twenty years ago, in 2002? ‘[…] as we know, there are known knowns; there are things we know we know. We also know there are known unknowns; that is to say, we know there are some things we do not know. But there are also unknown unknowns – the ones we don't know we don't know.’ These latter ones are the scary ones, I guess. The Incas contemplated dark constellations in the night skies, where the dark spaces (the unknowns) were the object of interest rather than the bright, visible known points, the stars.

Argentine Pola Oloixarac weaves three stories into an unusual, weird and at times a little clumsy volume. The first part is set in the late 19th century: explorer Niklas Bruun ventures into caves on some Atlantic island. While in search for some hallucinogenic stuff that would allegedly erase whatever it is that separates one species from others, he and his group become the more-than-willing prisoners of a tribe whose women profusely engage in sexual intercourse with the visitors.

The second part has an enough promising start – it is truly hilarious and Oloixarac proves she does have the skill. An Argentine student travels to Brazil and gets pregnant. Her son is Cassio, who will become a notorious hacker and will eventually be hired by a big corporation with less than clearly defined aims and purposes. Governments and corporations seem engaged in a race to discover the way they would be able to capture our DNA either by means of real samples or using strange, ever-present instruments that resemble facial-recognition devices called Bionoses. Everyone, be careful where you fart! Your DNA might be collected and used against your will.

The final part brings in Piera, an Argentine biologist. It is set in just a couple of years’ time. She teams up with Cassio in an obscure plot to develop viruses and plant them across the whole world via the web.

The author seems to focus strongly on big issues, no doubt: where are we heading as Humanity? And what might be the consequences of blending the human and the technological in the context of a world where all of our data has fast become merchandise for sale? Scary, yes. The unknown unknowns!

Whatever might be uniting the goal of Bruun’s travels and Cassio and Piera’s heavily marijuana-induced plans to, well, do something that I found mind-boggling and pretty obscure, I may have missed. If Dark Constellations is intended to terrify us about where evolution is taking us, perhaps a little less vagueness and darkness would help. Lots of references to computer developments and popular culture of the 90s and later do not help us much to follow the scanty plot the book offers.

7 oct 2022

Reseña: The Coconut Children, de Vivian Pham

Vivian Pham, The Coconut Children (Vintage Australia, 2020). 282 páginas.

La década de los 70 vio la llegada de miles de refugiados vietnamitas, mayoritariamente del sur de Vietnam, a Australia. En Sydney muchos de ellos se establecieron en el barrio del suroeste de la metrópolis que se conoce como Cabramatta. Adaptarse a un nuevo país y una nueva cultura nunca es fácil, algo que esta novela (que representa el debut de esta autora australiana de origen vietnamita) explicita en la narración que hace Sonny Vuong de su adolescencia en la década de los 90.

Ya en los años finales de la secundaria, Sonny vive con sus padres, su abuela y su hermano pequeño en una casa de Cabramatta. Desde muy joven se ha sentido atraída por su vecino Vince Tran, quien al comienzo de la novela está celebrando su salida de un centro de detención para menores. Significativamente, una de sus primeras acciones es la quema de la bandera australiana que ondea en el patio del instituto. A Vincent Tran los jóvenes vietnamitas de Cabramatta lo reciben como a un héroe. Todo lo contrario que su propia familia. Su padre lo desprecia. El sentimiento es recíproco porque el padre de Vince tiende a la violencia cuando bebe en exceso.

El centro comercial de Cabramatta (Sydney). Fotografía de Maksym Kozlenko. 
La imagen que quiere transmitir el título es ciertamente hermosa: las palmeras cocoteras dejan caer sus frutos, que con frecuencia cruzan el mar y llegan a lugares lejanos donde echan raíces y crecen. The Coconut Children es por lo tanto la idea de los jóvenes vietnamitas en Australia como el fruto de una importante y enriquecedora diáspora.

La novela tiene muchos altibajos en términos de fluidez narrativa. La forma en que presenta Pham el proceso del paso a la adultez y el despertar sexual de Sonny es más bien melindrosa. La historia habría ganado mucho más interés y valor si hubiera profundizado en las terribles consecuencias que la distribución de heroína tuvo en la zona en esa época. Pham pasa apenas de puntillas por el tema, blanqueando la realidad de la utilización de menores de origen vietnamita por parte de capos sin escrúpulos.

Go, Coconut, float across the waves and take roots elsewhere!
Fotografía de Sarathkumaran Ranganathan.

Sonny sueña con poder salir de Cabramatta algún día e imagina que será Vince quien lo haga. Pham revela un terrible episodio de niñez de la joven Sonny. Tanto ella como Vince han tenido que superar momentos muy duros en sus cortas vidas. Pero ello se debe a motivos diferentes de los que afectaron a las generaciones que huyeron de Vietnam: la madre de Sonny todavía recuerda la peligrosa travesía en barcos atiborrados de gente, que con frecuencia eran atacados por piratas en medio del océano.

La idea que genera The Coconut Children dista en principio de ser ordinaria. El principal problema que tiene la novela, en mi opinión, es el hecho de que Pham escoge adoptar el punto de vista narrativo de una Sonny adolescente, pero es en realidad una mujer adulta la que está contando su historia. El contraste entre los dos puntos de vista es evidente y estridente.

Pudiera ser una historia universal de migración y adaptación a un nuevo entorno sociocultural, pero el sentimentalismo dominante de la Sonny adolescente empaña bastante el efecto total. Pham podría haber invertido más esfuerzos en intentar acercarnos al laberinto identitario en el que vive la segunda generación emigrante y menos en las sensibleras divagaciones e ingenuidades de la niña que se está haciendo mujer. La novela funciona mucho mejor cuando Pham renuncia a esa voz inmadura y trabaja con sus bazas de buena escritora, que sin duda las tiene.

Te dejo la traducción del prólogo de The Coconut Children.

Prólogo: Le dijo la pequeña ola al tsunami...

La luna llena flota en el firmamento nocturno como una catarata. El cielo ha hecho la vista gorda e ignora a la gente de la patera. Pero vosotros lo veis todo, ¿no? Ahí va, una diminuta barca pesquera que lleva a doscientas almas, un exceso de cuerpos suspendidos por encima de apenas una brizna de agua. Es aquí donde se reúnen el mito y la memoria. Donde la Historia viene a soñar despierta, inmortalizada en tinta, pero con la muerte en las mentes.

Él os está llamando: Ông bà tổ tiên. Los ancestros. Aquí está él, sentado bajo una maraña de piernas, brazos y destinos. Mi padre. Vuestro hijo. Le habéis visto crecer, desde que era un chiquillo que se chupaba el dedo pulgar hasta que se volvió un muchacho retador. Lo conocéis muy bien: No os molesta en tu lugar de descanso sin tener sobradas razones. Ha pronunciado vuestros nombres únicamente en sus oraciones, para ofrendar las primeras frutas de la nueva cosecha, pero ahora os convoca porque anoche murió un bebé, demasiado joven para poder entender a qué sabe la leche materna. Suavemente lo dejaron reposar en el mar desde el lado de la embarcación, mientras todos miraban en un aciago silencio, medio esperando que el océano envolviese al muerto recién nacido como si fuese una manta, o que el chiquillo aprendiese a nadar en el último instante.

El silencio es otra suerte de ahogamiento. También hubo piratas, con taimadas sonrisas que abarcan el horizonte entero y unos machetes oxidados por el agua del mar, que os robaron generaciones de oro y a todas las mujeres bonitas. Mirad a vuestro hijo, el heredero de vuestra piel bañada por el sol. Puede que el resto del mundo olvide vuestra muerte, pero él es la única prueba de que alguna vez vivierais.

Ancestros, he oído historias sobre vosotros. Vosotros y yo somos dos clases de espíritus. Mi padre ni siquiera ha imaginado mi llegada. Aún estoy a dos décadas de distancia. Soy una bruma por nacer, una concentración de gotitas de rocío, mil efectos ópticos que todavía no ha punzado la sangre. El vuestro es un cuerpo ligado a la tierra que desobedece a las lápidas. Vuestros desordenados huesos tienen sus propias ideas. Extrañáis los brazos y piernas que os faltan. Vuestra mano os escribe cartas de amor. Vuestro espíritu está impregnado de sufrimiento, bastante como para que os dure hasta la eternidad. Conocéis suficiente a la muerte como para ponerla a hacer otros recados.

¿Le daréis pues una bendición? Lo justo para hacer que la barca se mueva un poco más deprisa. Y quizás un poco de sobra, para que se lo guarde en el bolsillo para su próximo viaje.

Mi padre piensa en las bombas y en las florecillas que están cayendo en todo el mundo. Aquel viejo poema le viene a la cabeza. El que escribió un desgraciado leproso que quería amar a alguien, pero no soportaba que nadie lo mirase.

¿Quién quiere comprar la luna? Yo os la venderé.

Oh, quién fuera joven y muy pobre, y pensar que el mundo te pertenece. Y eso resulta ser casi verdad. 

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