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12 nov 2016

Reseña: The Lowland, de Jhumpa Lahiri

Jhumpa Lahiri, The Lowland (Londres: Bloomsbury, 2013). 340 páginas.

Como en el caso de The Lives of Others, de Neel Mukherjee, la trama de la última novela de Jhumpa Lahiri, The Lowland, se relaciona con la revuelta naxalita en Bengala. Una de las más importantes diferencias entre ambas radica en que, en la segunda, la historia se traslada bien pronto a la costa este de los Estados Unidos, en concreto a Rhode Island; mientras que en The LIves of Others los protagonistas nunca salen de la India. Hay otras sustanciales diferencias, por supuesto: Lahiri escribe con impresionante aplomo, sin concesiones a la galería, mientras que Mukherjee tendía a rizar el rizo del argumento y abusaba tanto de una sintaxis a ratos arcaizante como de un oscurantismo léxico francamente innecesario.

Casitas playeras en Matunuck, Rhode Island. Fotografía de Swampyank.
Dos hermanos, Subhash y Udayan, un año y pico más joven, crecen durante los años posteriores a la independencia en un barrio de Calcuta alejado del centro de la ciudad y cercano a una hondonada que las lluvias monzónicas llenan todos los veranos y en la que juegan los niños de la zona. Los dos son inteligentes y en la escuela les dan alegrías a sus padres, una pareja bastante tradicional de las clases humildes de Bengala. Pero son, como suele ser el caso entre hermanos, bastante diferentes entre sí. Mientras que Subhash es más bien ponderado y poco dado a impulsos no razonados, Udayan suele ser precipitado en sus decisiones. Ambos lograrán, no obstante, destacar en lo que estudian. Subhash decide marcharse a Rhode Island a completar su tesis doctoral en oceanografía, mientras que Udayan se queda en Calcuta, introduciéndose cada vez más en los círculos universitarios en apoyo de la guerrilla maoísta de Naxalbari.

Donde Udayan y Gauri se conocen, el lugar en donde el maoísmo sembraba sus semillas. Fotografía procedente de ndtv.com
Pasan los meses y los años, y la distancia entre los hermanos se hace mayor, el contacto se reduce a unas pocas cartas esporádicas. En una de ellas Udayan le comunica a su hermano que se ha casado con una joven, Gauri. Apenas un año después llega a Rhode Island el telegrama que le anuncia la muerte de Udayan, justo cuando Subhash ha visto terminado un idilio amoroso con una mujer que estaba separada de su marido. De inmediato regresa a Calcuta.

Lo que allí encuentra es una casa en duelo. Sus padres no reconocen a Gauri como miembro de la familia. ¿En qué circunstancias murió Udayan? ¿En qué medida tuvo Gauri relación con su muerte? Lahiri irá dando respuestas a estas preguntas poco a poco. Pero para complicar todavía más la situación, Gauri dará a luz un bebé que será de Udayan, y al que sus abuelos tratarán de separar de su madre.

Subhash no lo duda: le ofrece a Gauri la posibilidad de irse a los Estados Unidos y dejar atrás Calcuta. Se casa con ella, y adopta a la niña que nace, Bela, como hija suya. En Rhode Island podría continuar con su carrera profesional y cumplir el sueño americano. Casa, familia, trabajo, dinero. Pero Gauri no está por la labor. Querrá su independencia a toda costa (independencia que se cifra en el estudio de la filosofía europea), y el precio de esa emancipación lo pagará sobre todo Bela. Cuando regresan de una visita a Calcuta, Subhash y Bela se encuentran la casa vacía. Gauri se ha marchado a California. Desde ese momento, Subhash tendrá que criar a Bela él solo.

En la segunda parte de la novela, Lahiri concentra la atención del lector en Bela, su proceso de madurez y posterior independización. Las relaciones entre padres e hijos y el concepto de identidad de los emigrantes son los temas explorados en una narración marcada por una prosa sobria, que dibuja a personajes muy humanos en sus imperfecciones, especialmente a Gauri, cuya vida se debate entre la pérdida de Udayan, su deseo de libertad y la carga que le representa Bela.

También la muerte de Udayan supone un fuerte punto de inflexión en la vida de Subhash: a su regreso a Calcuta, el contraste entre la cultura a la que ya se ha aclimatado y las rígidas (y ciertamente crueles) tradiciones de Bengala representan un dilema de índole personal que deberá acometer con serenidad y sapiencia.

Aunque no se trate de una narración todo lo lograda que pudiera haber sido, con The Lowland Lahiri ejecuta un ambicioso ejercicio narrativo en torno a la identidad del emigrante, concentrándose en las pequeñas vicisitudes personales antes que en los grandes asuntos históricos del cambio de siglo. Los cambios constantes en los puntos de vista narrativos ayudan a sostener un intenso ritmo narrativo que solamente decae en las últimas quince o veinte páginas. Al igual que el imparable progreso y desarrollo urbano hace desaparecer la hondonada en la que jugaban de niños los dos hermanos, la trama se pierde y zozobra hasta el melodrama en los dos últimos capítulos, en mi opinión completamente innecesarios.

The Lowland la publicó en castellano Salamandra en 2014 (La hondonada) en traducción de Gemma Rovira.

9 may 2015

Reseña, The Namesake, de Jhumpa Lahiri

Jhumpa Lahiri, The Namesake (Londres: Harper Perennial, 2004). 291 páginas.

Lo admito, estoy probablemente enganchado. Me atrae todo tipo de historia que cuente la experiencia  de la emigración, algo que he vivido y sigo viviendo en carne propia. Quizás porque cada una de esas historias tiene algo que la hace única y singular, aunque todas compartan ideas, temas y circunstancias harto similares.

The Namesake (palabra que en inglés suele traducirse por ‘tocayo’ u ‘homónimo’) es la segunda novela de esta autora estadounidense de origen indio. Las familias bengalíes, según parece, tienen la costumbre de darles un apodo a los hijos, apodo que solamente emplearán en el entorno familiar. Así, todos terminan teniendo un nombre oficial y otro de andar por casa.

Ashoke Ganguli es un profesor indio en los EE.UU. que contrae matrimonio (convenido entre sus dos familias) con Ashima y se la lleva a la costa este. Allí tendrán dos hijos, un varón (Gogol) y una chica (Sonia). La novela narra por un lado la paulatina prosperidad que consigue la familia Ganguli, contraponiéndolo al ajuste progresivo que deben emprender (especialmente Ashima) tras el choque inicial de culturas. Pero es ante todo un estudio de la vida del hijo varón, que toda su vida se debate entre la obediencia debida a la tradición cultural de su familia y la necesaria adaptación a la vida en la tierra donde ha nacido.

Al comienzo de la novela, justo cuando nace su primer hijo, Ashoke y Ashima se encuentran en la tesitura de tener que ponerle un nombre al niño cuando la carta de la abuela que tiene que revelarles cuál es el nombre bueno (frente al apodo familiar) nunca llega. Ashoke se decanta por ponerle Gogol, el nombre del novelista ruso cuyo libro tenía en sus manos cuando sufrió un terrible accidente ferroviario en la India que casi lo mata.

La idea de que nuestro nombre es parte de nuestra identidad es uno de los temas que expande Lahiri a través de las páginas de The Namesake. Ashoke trata de reinventar a su hijo al matricularlo en la escuela bajo otro nombre, Nikhil, pero Gogol se rebela y le pide al maestro que lo apunte como Gogol. Mientras la fuerte tradición cultural bengalí ejerce su influencia en la esfera familiar, a Gogol/Nikhil no le queda otra opción que lidiar con la sociedad estadounidense y adaptarse por tanto a sus modos de hacer y ver el mundo. Para complicarles más las cosas, la familia regresa cada cierto tiempo a Calcuta en lugar de pasar sus vacaciones en otras partes del país o del mundo.

En lo que constituye un cambio radical y decisivo, Gogol decide cambiar de nombre oficialmente tan pronto alcanza la mayoría de edad e ingresa en la universidad. Naturalmente, adopta Nikhil, un nombre que le permite seguir estando muy cerca de la idea de sí mismo que tenía hasta entonces. Solo que la tensión de la dualidad es precisamente su esencia vital, y en realidad nunca podrá liberarse de esa tensión propia: celebrará las navidades pese a no ser cristiano, acudirá a las multitudinarias fiestas de la comunidad emigrante bengalí aunque prefiera estar en otra parte. La muerte de su padre tras un infarto fulminante mientras trabajaba en Ohio precipitará los acontecimientos y una resolución de la tensión entre culturas que palpita en su ser.

En The Namesake, Lahiri construye un relato muy verosímil de la vida del emigrante de segunda generación, nacido en la tierra y cultura de acogida. Gogol/Nikhil se va labrando un futuro profesional en la costa este (y finalmente en Nueva York) al tiempo que en su vida sentimental experimenta los éxitos y clamorosos fracasos nada raros en las personas de su generación, sea cual sea su procedencia étnica. El fracaso más rotundo, sin embargo, se produce con Moushumi, la hija de unos amigos bengalíes de los Ganguli, a quien conocía desde pequeña y con quien se casa tras una relación alentada por ambas familias.



Antes de este libro, de Lahiri solamente había leído Unaccustomed Earth. The Namesake ha sido llevada al cine, pero ciertamente no voy a apresurarme en verla. Lahiri sabe cómo indagar en lo más recóndito de nuestro ser, en lo que nos (con)mueve y nos destroza, y lo hace con una prosa nítida y rica en detalles. Aunque el ritmo narrativo decae a ratos, es una novela de calidad. Se publicó en castellano en 2006, traducida por Juanjo Estrella para Emecé Editores.

20 abr 2014

Reseña: Unaccustomed Earth, de Jhumpa Lahiri

Jhumpa Lahiri, Unaccostumed Earth (Londres: Bloomsbury, 2009). 333 páginas.

Realmente no sé cuándo (o quizás debería decir si alguna vez) me cansaré de leer literatura en la que se destila el tema de la emigración, del trasplante de individuos desde un lugar en la Tierra, desde una cultura y una lengua a otra parte del planeta, en la que deberán desenvolverse en medio de otra cultura y emplear otra lengua (o incluso otras lenguas). Dada mi propia condición de emigrante en Australia, posiblemente nunca me aburra este tema.

Esto no quiere decir que para quien nunca haya salido de su tierra, la temática de la emigración no pueda resultar tan atractiva e interesante como cualquier otra. Pero dado que el fenómeno migratorio es una realidad extendida por todos los rincones del mundo y que el número de personas involucradas en él está alcanzando dimensiones nunca vistas, no debería extrañarnos que la emigración se esté convirtiendo en tema literario por antonomasia.

Jhumpa Lahiri nació en Londres, y es de origen bengalí. Es sin embargo una escritora estadounidense. Unaccustomed Earth se publicó en 2008 y recibió muchos elogios, hasta el punto de que The New York Times lo designó mejor libro del año. Es un volumen dividido en dos partes bien diferenciadas: por un lado, cinco cuentos de variada extensión con un tema común a todos ellos: historias de la comunidad bengalí emigrante en los EE.UU. La segunda parte, titulada ‘Hema and Kaushik’ se compone de tres relatos de una misma trama que en realidad (al menos en mi opinión) debieran haberse publicado por separado en forma de nouvelle. Porque esta segunda parte es un todo distintivo y autónomo, con un argumento bien diferenciado del resto de relatos de la primera parte, el conjunto del libro se resiente.

El primer cuento es el que le da título al volumen. Narra la visita de un viudo bengalí a su hija, casada con un norteamericano y con un hijo pequeño. La familia se ha mudado recientemente a la costa oeste desde el este. Embarazada de su segundo vástago, a Ruma le preocupa la posibilidad de que su padre quiera quedarse con ellos definitivamente. A él, en cambio, le preocupa cómo reaccionará su hija si le dice que ha conocido a una mujer, otra viuda, con la que va a viajar por Europa. Es un estupendo relato en el que lo deliberadamente silenciado por los personajes cobra mayor significación que todo lo dicho, y que Lahiri resuelve de manera extraordinaria: el nieto de tres años le quita la postal que el viejo Dadu había escrito a la Sra. Bagchi y la entierra en el jardín, donde la encuentra Ruma. La revelación de la nueva realidad vital de su padre sobreviene a través de una chiquillada.

En ‘Hell-Heaven’ la voz narradora es la de Usha, una jovencita en Boston, hija de emigrantes bengalíes. La madre de Usha le impone las costumbres de su India natal. Recluida en su apartamento mientras el padre trabaja de sol a sol, las visitas de un joven bengalí, Pranab, se convierten en el mayor aliciente diario en su vida. Cuando Pranab decide casarse con una norteamericana, Deborah, la madre de Usha se siente traicionada por el compatriota del que estaba secretamente enamorada.

El tercer relato se titula ‘A Choice of Accommodation’. Amit y su mujer Megan acuden a la boda de una amiga del primero, Pam. En el transcurso de la boda Amit bebe demasiado y termina perdiéndose la fiesta tras quedarse dormido en la habitación del hotel. Es en mi opinión el más flojo del conjunto, con algunos huecos en la trama y un desenlace algo forzado o gratuito. ‘Only Goodness’, por el contrario, se desarrolla en la costa este de los EE.UU. y en Londres. Rahul, el hermano pequeño de Sudha, deja los estudios y abandona a su familia por causa del alcohol. Lahiri explora magistralmente los malentendidos y los conflictos culturales que se producen entre los emigrantes y la segunda generación, los hijos nacidos en la “tierra desacostumbrada”. Cuando Rahul, al parecer ya rehabilitado, visita en Londres a Sudha, a su marido inglés Roger y el hijo de ambos, sucumbe a la tentación del alcohol, con consecuencias que podrían haber sido trágicas.

El último de los relatos de la primera parte del libro, ‘Nobody’s Business’, cuenta la amistad que se va desarrollando entre una joven india, Sangeeta, y uno de sus compañeros de casa, Paul. Él se calla no solamente el interés romántico que siente por ella sino también las humillaciones y vejaciones a la que le somete su novio egipcio. Unas extrañas llamadas telefónicas serán el detonante del final de la relación de Sangeeta con su novio, pero también darán lugar a la indiferencia y casi menosprecio de ella por Paul.

‘Hema and Kaushik’, la segunda parte del volumen, está algo menos relacionada con el tema de la emigración. Los dos primeros relatos (escritos en primera persona, a diferencia del tercero, ‘Going Ashore’, en el que domina una voz narradora omnisciente) cuentan la infancia de cada uno de ellos y de cómo sus vidas se cruzaron en los primeros años de una adolescencia precoz y difícil para ambos por causas diferentes. Mientras que el tono confesional del primer y el segundo relato es generalmente adecuado, la tercera parte (el encuentro casual de Hema y Kaushik en Roma, muchos años después de aquellos meses en que convivieron en la casa de la primera) suena a veces a desencuentro romántico, incluso a novela del corazón. El trágico desenlace que escoge Lahiri (situándolo en una playa de Tailandia el 26 de diciembre de 2004) a mi parecer no termina de arreglarlo.

A Lahiri se le ha criticado que su universo literario está muy circunscrito a la comunidad india de los Estados Unidos, e incluso dentro de ella, a una clase social alta, bastante privilegiada. Aunque no me cabe duda alguna de que las preocupaciones e inquietudes que estudia y retrata a través de las experiencias de sus personajes sean perfectamente válidas y auténticas, el universo narrativo de Unaccustomed Earth resulta ser demasiado específico. El sari con que los padres bengalíes vestían a sus hijas cuando las llevaban a fiestas no termina de desprenderse y revelar qué pasaba con esas jóvenes cuando terminaban la educación secundaria y acudían a la universidad. Pese a la elegancia y simplicidad de su prosa (o quizás precisamente a causa de ellas), Lahiri pasa de puntillas sobre el conflicto intergeneracional e intercultural que tiene lugar en todas las comunidades emigrantes. A diferencia de libros como We Need New Names de NoViolet Bulawayo o Ghana Must Go de Taiye Selasi, estos cuentos de Jhumpa Lahiri no terminan de ahondar y buscar qué clase de raíces pueden encontrarse o romperse en la tierra ajena e impropia en que vive el emigrante, porque uno queda en un extraño limbo, y deja de ser de allí pero nunca es totalmente de aquí.

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