La historia de la literatura está repleta de excelentes ejemplares de novelas epistolares, desde la Edad
Media, pasando por Pamela; or, Virtue Rewarded o Werther en el siglo XVIII, hasta
nuestros días, con magníficos ejemplos como The Color Purple (1982) o, más
recientemente, The
White Tiger (2008) de Aravind Adiga.
La invención del correo electrónico (el vocablo ‘emilio’ nunca llegó a cuajar
entre los hablantes del castellano, lo cual es una verdadera pena, en mi opinión)
ha traído consigo interesantes exploraciones e intentos en el género narrativo por
excelencia, la novela. From Where I Fell, de la australiana Susan
Johnson, es uno de estos tanteos de innegable calidad.
La novela comienza con un email enviado a dos direcciones diferentes
a un mismo hombre, un Chris Woods. Lo envía Pamela Robinson (el guiño a la protagonista
de la novela de Richardson es obvio) en el día en que el hijo mayor de ambos (Chris
y Pamela), Raf, cumple 16 años. Pamela y Chris se han divorciado: ella ha
regresado a Sydney y él se
ha quedado en Europa. En ese correo, Pamela le confiesa que ha quedo escribirle
multitud de veces para expresarle que, en cierto modo, lamenta su drástica decisión
y que asume la culpa de haberles causado tanto dolor a sus tres niños: Raphael,
Claude y Baptiste.
Una de las dos direcciones a las que envía el mensaje sí existe: pero pertenece a una estadounidense
de origen griego, Chrisanthi Woods. A partir de la primera respuesta de Chris
(desde el estado de Nueva York) Johnson comienza a trenzar un intercambio de confidencias
y reproches, enojos y consejos, disquisiciones pseudo filosóficas y retazos humorísticos entre dos mujeres
que comparten el mismo idioma. Pamela es, con bastante frecuencia, irritante y pesada,
y está excesivamente
predispuesta a compartir detalles que a Chris ni le van ni le vienen.
El intercambio durará casi
un año. La pregunta que Johnson quiere que nos hagamos es: ¿Puede llegar a
importarle nuestra vida y nuestros problemas a una persona desconocida? En el
caso de Pamela, a los relatos que comparte con su corresponsal sobre el caos
que reina en su vida en Sydney, Chris responde frecuentemente con empatía, ánimos,
cariño o brutal franqueza, según corresponda.
Es el progreso de esta larga correspondencia lo que sostiene la novela. A
diferencia de las cartas, que solían ser el medio habitual para comunicarse a
larga distancia – las generaciones nacidas después del año 2000 no entienden el
hecho de que apenas hace tres décadas no había email ni Facetime ni
Teams, y que una llamada telefónica a los antípodas podía suponer la décima
parte de tu sueldo mensual – tal y como suelen ser los emails, son capítulos
cortos. Ello ayuda a que el lector no haga muchas pausas.
A través de la correspondencia, que termina de forma brusca sin que se sepa
la razón (Johnson deja abierto un final que te permite elucubrar qué es lo que ha provocado el final del
intercambio), somos testigos del periplo vital de ambas mujeres en pos de un
cambio que les dé, si no la felicidad, al menos la satisfacción de haber
alcanzado un cambio positivo.
No es una de las autoras australianas mejor conocidas en el resto del mundo, pero Susan Johnson sigue demostrando con From Where I Fell su maestría y buen hacer literario.
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