6 may 2025

Reseña: To Paradise, de Hanya Yanagihara

Hanya Yanagihara, To Paradise (Londres: Picador, 2024). 708 páginas.

El sistema educativo en el que estuve inmerso en la enseñanza primaria, hacia el final de la dictadura franquista, se sostenía sobre (lo que entonces eran) irrebatibles creencias religiosas, y por esa razón la idea de paraíso que buscaban inculcarnos era una fantasía completamente irrealizable en la Tierra. Transcurridas ya seis décadas de vida, me parece que haber desechado esa quimera ilusoria por principio está plenamente justificado. Pienso que el paraíso, si es que tenemos que aceptar o lidiar con la existencia del concepto, no es otra cosa que alcanzar un estado emocional.

Hasta la fecha, Yanagihara solamente ha publicado tres novelas. La más mediática y leída fue A Little Life (reseñada en este blog en 2016, con más de 5000 visitas, pero que, sorprendentemente, no ha merecido ningún comentario hasta ahora). La primera, The People in the Trees, la reseñé en marzo de 2014. To Paradise es un bicho raro de novela: son tres novelas en un mismo libro, cada una separada en el tiempo por un siglo. La primera parte se sitúa en la Nueva York de 1893, en un país, los Estados Unidos, dividido en varias confederaciones. La metrópolis neoyorquina es el escenario de las tres historias. En la primera, es la capital de los llamados «estados libres», donde el matrimonio de personas del mismo sexo no es solamente legal sino una costumbre de aparentemente larga trayectoria histórica y cultural.

Washington Square es el centro neurálgico de las tres secciones de To Paradise. Fotografía de Elisa.rolle 
La segunda parte nos traslada a unas tres décadas anteriores a nuestra época, alrededor de 1993. En esta historia figura un grupo de adinerados hombres homosexuales que celebran la cena de despedida a uno de ellos, que ha escogido poner fin a su vida tras conceder la derrota frente a una enfermedad no especificada. Pero el protagonista de esta segunda parte es un joven hawaiano. Largas epístolas de su padre, muy enfermo, revelan los enormes perjuicios socioeconómicos, lingüísticos y culturales causados por la colonización estadounidense del archipiélago. La autora pone el foco en los temas de la segregación racial, la explotación interesada y el pillaje de otras tierras y culturas: algo de muy candente actualidad para, por ejemplo, los actuales habitantes de Groenlandia.

El paraíso puede muy bien ser ese momento en que te deslizas sobre una tabla de surf. Turtle Bay, Oahu, Hawai'i. Fotografía de Steve Hedin. 

La tercera sección nos lleva a un futuro distópico y aterrador en 2083. Los estados libres se han convertido en una autocracia de corte fascista. Las recurrentes epidemias del siglo XXI, junto con los devastadores efectos del cambio climático (los personajes tienen que emplear trajes especiales para poder salir a la calle). En esta parte hay dos narradores: una joven mujer que sufrió los terribles efectos secundarios de una medicación contra los virus que la dejaron estéril y muy debilitada emocionalmente. El otro narrador es su abuelo, que cuenta el declive de la ciudad y la sociedad neoyorquina a lo largo del siglo y el progresivo deterioro político que conduce al estado policiaco de corte fascista, con campos de concentración a los que se interna a los enfermos para que mueran en ellos. Quien quiera leer algo en eso, que lo haga: en Australia se abrieron campos de aislamiento para quienes regresaban del extranjero durante los primeros dos años del Covid.

Uno puede preguntarse la razón por la que las tres historias, en su desenlace, apuntan a la promesa de una mejor vida, o quizás a ese sueño americano que – ciertamente para la mayoría de la clase media de los EE.UU.; definitivamente para los millones de emigrantes centroamericanos a los que el régimen quiere expulsar – ha devenido mera fantasía cuando no un absoluto engaño. Los protagonistas aspiran a encontrar un paraíso porque en sus vidas enfrentan obstáculos, trampas y prohibiciones.

Un aspecto muy llamativo es el hecho de que Yanagihara emplee los mismos nombres para muchos de los personajes de las tres partes del libro. Es un recurso caprichoso y, en mi opinión, completamente innecesario. La repetición de los nombres no parece sugerir nada, pues el nombre es realmente lo único que los personajes tienen en común.

Recapitulemos pues. Son 700 páginas que pretenden abarcar tres siglos. Paradójicamente, los cambios lingüísticos en el habla de los personajes, que cabría esperar en el idioma a lo largo de esos casi trescientos años, apenas suceden. Los hilos que unen las tres historias son tenues. La característica que ciertamente une a los tres protagonistas (uno por cada sección: dos hombres y una mujer) es la falta de confianza en ellos mismos.

Si ese escenario distópico y extremadamente nocivo de la última parte de la novela es lo que les espera a las próximas dos o tres generaciones, apaga y vámonos. Personalmente, To Paradise no ha logrado conectar conmigo. Tras las 700 páginas y los tres siglos, el estado emocional al que me ha llevado es la indiferencia.

Publicada en castellano por Lumen en 2022 con el título Al paraíso y traducida por Laura Martín de Dios y Laura Manero Jiménez, con 952 páginas.

3 abr 2025

Reseña: Shark, de David Owen

 
David Owen, Shark: In Peril in the Sea (Crows Nest: Allen & Unwin, 2009). 328 páginas. 

Tenía yo 15 primaveras cuando se estrenó en Valencia la película Jaws (Tiburón) de un jovencísimo Steven Spielberg, que fue naturalmente un éxito absoluto de taquilla. Algún tiempo después supe que el escualo de la película (un gigantesco tiburón blanco), que al final se comía a Quint (el tosco cazador de tiburones contratado por el alcalde de Amity) era en realidad un artilugio mecánico. No por ello dejaba de ser espectacular y, en cierto modo, aterrador.

La vida da muchas vueltas y dos décadas después me trajo a Australia, país que registra una de las mayores cifras de personas fallecidas o malheridas a causa de los infortunados encuentros con estos animales, normalmente sobre surfistas y nadadores. En alguna ocasión, la playa donde yo estaba ha sido cerrada tras el avistamiento de algún tiburón cercano a la orilla.

Este libro de Owen, publicado en 2009, es una especie de ‘minienciclopedia’, un detallado y minucioso estudio que incluye la gran mayoría de especies de los elasmobranquios (básicamente, tiburones y rayas). Una de las principales ideas que Owen enfatiza frecuentemente en el libro es el hecho de que es mucho más lo que no se sabe que lo que realmente se sabe sobre estos animales.

El primer capítulo aborda la polémica que rodea a los tiburones y los ataques a humanos. De hecho, Owen defiende el uso de la palabra “incidente” en lugar de referirse a los episodios en los que una persona sufre lesiones (o la muerte) como “ataque”. Algo de razón tienen los que proponen este término. La paranoia a la que dio lugar la película (no así el libro de Peter Benchley, quien, pese a ganar mucho dinero gracias a la película, siempre se mostró contrario a la subsiguiente sobrerreacción sensacionalista) queda desmentida por los datos: «Los ataques por parte de tiburones son, estadísticamente, muy raros y normalmente no son mortales.» (p. 6) En unos 450 años de datos sobre incidentes en todo el planeta, para 2009 su número total aproximadamente apenas superaba los 4000.

Nunca quiso hacerles daño. La contraportada de Jaws (1974), con una fotografía del autor, Peter Benchley.
Shark también recoge la historia de la presencia de los tiburones en la culturas de las sociedades indígenas (especialmente las australianas) y en la cultura europea en general. En tres capítulos Owen trata la evolución, clasificación y biología de las especies y realiza una descripción muy informativa de muchas de ellas.

Finalmente, el autor trata las importantes cuestiones de la (sobre)explotación del tiburón como recurso pesquero (por sus aletas) y de la muy difícil conservación de las especies que están en peligro de extinción. Cuando hay quien alerta de que los tiburones se están haciendo más listos, la idea de fomentar la conservación de estos animales podría parecer absurda para muchos: «La idea de que haya tiburones inteligentes puede sonarnos a trama de una película de serie B, pero resulta que Daly [marinero en barcos turísticos] está bien encaminado. Los científicos y las autoridades llaman el comportamiento que Daly describe la depredación del tiburón; la mayoría están de acuerdo en que parece estar en aumento.» (The Guardian, 22 de marzo de 2025)

Owen concluye Shark con un interesante capítulo en el que hace un somero repaso de la presencia y cómo se ha ido representando al tiburón en el arte y la literatura a lo largo de la historia, que podría haber ampliado sin duda.

«Es el pez más grande del planeta, y alcanza como mínimo los doces metros de longitud y un peso de quince toneladas. […] El tiburón ballena habita aguas calientes, y su ámbito se describe como ‘mundial’, pero se sabe tan poco sobre este tiburón que no hay realmente conocimiento alguno sobre su hábitat y el número de ejemplares. Con toda probabilidad, se trata de animal infrecuente. Fue descubierto a comienzos del siglo XIX, cuando un ejemplar terminó varado en las orillas de Table Bay, Ciudad del Cabo; hasta la década de 1980 se habían dado apenas unos pocos cientos de avistamientos del tiburón ballena, desde que ha habido estudios intensivos.

Este enorme animal cuenta con dos otras características diferenciadoras: las extraordinarias marcas de su piel y la cavernosa apertura de su boca. Los colores de la piel varían entre marrón y azul en la parte superior, y tiene un vientre blanco debajo. La parte superior de su cuerpo está recubierta de unas características rayas verticales y horizontales que crean un efecto de damero. Dentro de cada recuadro hay una mancha blanca cremosa. En la boca tiene cerca de 3000 dientes diminutos. Las fauces del tiburón ballena son tan gigantescas que, cuando se abre completamente, pareciera que desparece la cabeza por completo.» (p. 172-3, mi traducción) 
Tiburón ballena (Rhincodon typus) en el Flower Garden Banks National Marine Sanctuary, Golfo de México.

Fotografía de Elias Levy.
«No es ninguna coincidencia que la explosión de los estudios de investigación científica de los elasmobranquios se diera al mismo tiempo que la estigmatización cultural de la década de los setenta del gran tiburón blanco como la suma de todos nuestros temores. Mediante su dramática distorsión ficcional tanto en forma de libro como en la pantallas, este sumamente impresionante depredador alfa se convirtió en catalizador de una urgente reevaluación de cómo tratamos los humanos los océanos.

El gran tiburón blanco se distribuye mundialmente en aguas litorales templadas, aunque se desplaza también a zonas de aguas septentrionales y meridionales más frías. En tanto que especie migratoria que cruza y recruza las cuencas oceánicas, no es en modo alguno una especie exclusivamente ‘costera’. Algunos observadores creen que el tiburón tigre es el depredador alfa equivalente en aguas tropicales, y que su preferencia por temperaturas oceánicas diferentes asegura una competencia mínima entre ambas especies.» (p. 190-1, mi traducción)

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