Los sistemas político-económicos nacionales fracasan de muchas maneras. No
cabe considerarlos un éxito si albergan en sus sociedades tan atroces niveles
de desigualdad que coexisten en ellos billonarios y pobres sintecho en apenas unos
kilómetros cuadrados, o colegios privados con todo tipo de lujosas
instalaciones y escuelas públicas en las que la falta de recursos influye muy negativamente
en la educación de sus alumnos, por poner un par de ejemplos.
De una de las pruebas irrefutables de ese fracaso soy testigo todas las mañanas,
de lunes a viernes, cuando acudo a la piscina local a hacer mis 36 piscinas (a
veces más, según el día). Desde hace casi tres años, alguien duerme en su
automóvil en un aparcamiento cercano a la piscina, sea invierno (con
temperaturas de hasta -6 o -7 grados) o verano. Siendo Australia un país rico
que parece gozar de las instituciones inclusivas que tanto ensalzan los autores,
existen a pesar de ello muchos reductos de pobreza. Se calcula que hay en
Australia cerca de veinte mil menores de edad que no tienen un techo bajo el
que dormir por las noches. Se puede hablar por tanto de un fracaso, tanto a
nivel microeconómico como (micro)político.
Mas la tesis de Acemoglu y Robinson es obviamente de un ámbito macro. La
razón de que haya estados cuyo fracaso los aboca a la pobreza y al
subdesarrollo, según los autores, tiene una estrecha conexión con la existencia
de instituciones económicas extractivas (ejemplos de estas serían los
monopolios, el feudalismo y el esclavismo). Este tipo de instituciones
económicas conllevan no solamente la mala gestión de los recursos, sino que
ayudan a que quienes detentan el poder político se agarren a él como a un clavo ardiendo y continúen
reforzando las antedichas instituciones económicas.
El libro esta repleto de ejemplos históricos con los que los autores quieren
demostrar su teoría. Niegan en un principio que los factores geográficos o culturales
sean determinantes. El primero es un punto problemático y discutible. Me
resulta inconcebible que los factores geográficos y naturales se vean como virtualmente
irrelevantes en este estudio.
Los autores recibieron el Nobel de Economía en 2024. Este libro se publicó en 2012, y no deja de ser una defensa a
ultranza de las democracias liberales occidentales y el modelo capitalista liberal
que domina la economía mundial, nos guste o no.
Además de la cuestión geográfica, los autores parecen soslayar el factor
humano en muchos de los ejemplos de naciones que a lo largo de la historia han
sido víctimas de sus instituciones extractivas y el círculo vicioso al que se
abocan: cuando riqueza y poder se concentran en unas pocas manos (élites), aumenta su capacidad para dilatar ese
poder y reforzar las instituciones que sostienen a quienes detentan el poder (político
y económico).
Why Nations Fail no es un libro de historia, pero los autores
realizan un largo recorrido por la historia universal con el objeto de
demostrar su tesis. Y pienso que es ahí donde realmente aparecen algunas grietas
en su tesis. Afirman acertadamente Acemoglu y Robinson en lo siguiente: «La desigualdad en el mundo de hoy existe
porque durante los siglos XIX y XX algunas naciones pudieron aprovechar la
Revolución Industrial y las tecnologías y métodos de organización que esta
trajo consigo, mientras que otras naciones no pudieron hacerlo. El cambio
tecnológico es solamente uno de los motores de la prosperidad, pero es quizás
el más decisivo. Los países
que no aprovecharon las nuevas tecnologías tampoco se beneficiaron de los otros
motores de la prosperidad. […] ese fracaso se debió a sus instituciones
extractivas, bien como consecuencia de la persistencia de sus regímenes absolutistas,
bien porque carecían de estados centralizados. Pero este capítulo también ha
demostrado que, en varias instancias, las instituciones extractivas que
sustentaban la pobreza de estas naciones fueron impuestas, o como mínimo aún
más reforzadas, por el proceso mismo que estimuló el crecimiento europeo: La expansión
comercial y colonial. De hecho, la rentabilidad de los imperios coloniales
europeos a menudo se basó en la
destrucción de sistemas políticos independientes y economías indígenas en todo
el mundo, o en la creación de instituciones extractivas esencialmente desde
cero, como en las islas caribeñas, en las que, tras el colapso casi total de
las poblaciones nativas, los europeos importaron esclavos africanos y erigieron
los sistemas de plantaciones». (p. 271, mi traducción)
Muy bien. La colonización cimentó las
instituciones extractivas que existían ya en esos países además de decimar las
poblaciones locales de esas tierras. Pero los autores alaban repetidamente el
proceso de creación de instituciones inclusivas de Inglaterra tras su
Revolución Gloriosa de 1688 y subrayan que, gracias a ese evento, los ingleses
avanzaron en el desarrollo económico y político que ayudó a que se diera la
Revolución Industrial y el progreso tecnológico que trajo la prosperidad: «Inglaterra contaba con una amplia
coalición de reciente formación, compuesta por comerciantes en el Atlántico,
industrialistas y una alta burguesía con inclinaciones comerciales, que estaba
a favor de que los derechos patrimoniales se cumplieran a rajatabla». (p. 410)
Discrepo: estaban a favor de que se cumplieran sus derechos
patrimoniales, evidentemente no los de los demás, especialmente los derechos de
los pueblos a los que impusieron su colonización. Los derechos de las poblaciones
indígenas, tuvieran o no instituciones extractivas o regímenes absolutistas o autoritarios
ya existentes, no contaron para ninguna de las naciones europeas que durante
siglos se dedicaron al hurto, a la transformación irreversible de entornos
naturales y a la sobreexplotación de los recursos y la esclavitud de las personas.
Otros capítulos de Why Nations Fail están dedicados a China y a la
ayuda exterior. Del gigante asiático los autores pronostican que no podrá
sostener el crecimiento porque no cuenta con instituciones políticas
inclusivas. Respecto a la ayuda exterior, la critican ferozmente porque apenas
consigue llegar a quienes realmente debería estar destinada.
Es un libro atractivo y de lectura fácil. Una pega que se le puede poner es que a ratos resulta un poco repetitivo. Cabría preguntarles a los autores si piensan que el modelo de los EE.UU., donde las élites económicas han irrumpido en las instituciones políticas, sigue siendo un ejemplo de éxito o si se trata de una nación encaminada al fracaso. El tiempo lo dirá.
Thanks, Jeff, for the tip. Cheers, mate.


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