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14 jun 2025

Reseña: Bennelong & Phillip, de Kate Fullagar

Kate Fullagar, Bennelong and Phillip: A History Unravelled (Cammeray, NSW: Scribner, 2023). 298 páginas.

Si has visitado la ciudad de Sydney alguna vez, seguro que te habrás acercado a lugares que en la actualidad llevan el nombre de un hombre muy singular, Bennelong, a quien el azar llevó a unir su destino al del primer gobernador de la colonia británica establecida en 1788 en estas tierras, el capitán Arthur Phillip.

Retrato del capitán Arthur Phillip a cargo de Francis Wheatley (1786). 

Bennelong designa no solamente uno de los escaños del Parlamento Federal australiano (lo ocupó durante muchos años el conservador John Howard, que fue primer ministro desde 1996 hasta 2007). Es también el nombre de uno de los ferries que cruzan a diario la bahía; y por supuesto, es también el nombre del punto geográfico más emblemático de la ciudad (y quizás de toda Australia): Bennelong Point, donde se alza la Casa de la Ópera, la obra maestra arquitectónica del danés Jørn Oberg Utzon que sigue atrayendo a turistas de todo el mundo más de medio siglo después de su inauguración.

Retrato de Bennelong a cargo de W.W., sin fecha. En la actualidad se conserva en la Biblioteca Estatal de Nueva Gales del Sur.

También el nombre de Phillip se halla presente en los mapas australianos actuales: entre otros, Port Phillip en Melbourne y Phillip Island en las afueras de esa misma ciudad (estado de Victoria), donde anualmente se disputa el Gran Premio de motociclismo de Australia; hay una calle (Phillip Street) en el centro de Sydney; también un barrio aquí en la capital federal, Canberra, se llama Phillip en su honor.

Fotografía de Dietmar Rabich (2019)

Este excelente libro explica la intensa relación de estos dos hombres de dos culturas muy diferentes. Para contar la historia de ese encuentro, Fullagar (aprovecho para recomendar también la lectura de su libro The Warrior, The Voyager and the Artist) adopta un enfoque que me parece valiente e innovador para la disciplina de la Historia: empieza con la muerte y el entierro de ambos hombres. Bennelong falleció en Sydney en 1813, mientras que Phillip murió en Inglaterra apenas un año más tarde. El libro avanza mientras retrocede en el tiempo hasta el nacimiento de ambos. «Contar la historia desde el final de las vidas de los hombres, retrocediendo hasta sus comienzos, invierte el modo en que llegamos a la década de su tiempo que más se ha narrado». (p. 6, mi traducción)

De hecho, el efecto que persigue la historiadora claramente se contrapone (al menos en teoría) a la idea occidental de progreso como forma narrativa situada en un marco conceptual mediado por la colonización como proceso civilizatorio. En consecuencia, como lector es necesario hacer un esfuerzo por servirse de ese avance que podemos llamar regresivo para luego mirar hacia adelante y examinar los sucesos tal y como ocurrieron.

Bennelong y Phillip se involucraron de forma recíproca en sus vidas durante unos seis años. El primero debía rondar los 24 años de edad cuando el segundo arribó con la llamada Primera Flota en 1788. El momento decisivo para ambos tuvo lugar hacia finales de noviembre de 1789. Obedeciendo las órdenes de Phillip, en lo que hoy en día se llama Manly Cove, en el extremo nororiental de la bahía de Sydney, un grupo de oficiales británicos secuestraron a dos jóvenes, Bennelong y Colebee. El gobernador de la colonia había intentado sin éxito establecer una comunicación con los clanes locales de los habitantes de la región. El hecho de recurrir a la fuerza dice mucho del carácter de Phillip. Fullagar explora los detalles de la vida del gobernador antes de fundar la colonia. Phillip era un avezado marino y había servido como espía en la guerra contra Francia.

Todo lo que ocurrió después de ese incidente resulta fascinante, mas ha de leerse en el contexto de la política imperialista británica del siglo XVIII. Bennelong aprendió rápidamente la lengua inglesa y se convirtió en interlocutor, posiblemente válido y aceptado por los clanes locales; pasó mucho tiempo en la casa del gobernador y consumó su resarcimiento en respuesta a su secuestro: Phillip fue herido en una escaramuza que probablemente urdió Bennelong un año más tarde, en el mismo lugar donde lo habían secuestrado. También supo manejar los hilos necesarios para impedir que los británicos se tomaran la justicia por su mano cada vez que sufrían ataques.

Como guinda a esa relación, en 1795 Bennelong viajó a Inglaterra (junto con su amigo Yemmerawanne, que falleció a los pocos meses de llegar a Londres) acompañando a Phillip, con escala en Rio de Janeiro. No sé tú, pero la decisión de alistarse y emprender tal aventura me impresiona sobremanera. Pienso que debían de estar asombrados por todo durante toda la travesía. Por cierto, ahí en ese viaje hay una novela, para quien quiera escribirla.

Es indudable que Bennelong se arrogó el papel de diplomático, de representante de los pueblos que habitaban la bahía de Sydney. Una vez en Londres, Bennelong vivió decenas de experiencias que para un joven procedente de una cultura tan diferente debieron ser extraordinarias. Del viaje a Londres no sacó gran cosa: no hubo visita a Palacio ni hubo un atisbo de negociación política.

Al regresar a su tierra, Bennelong abandonó su papel de mediador y se apartó de la colonia. Phillip ya no era el gobernador y quizás Bennelong ya había dejado de creer que la coexistencia con los colonos era deseable. Si ese fue el caso, el tiempo le dio la razón, y con creces.

En el libro, Fullagar hace especial hincapié en las mujeres y su presencia en las vidas de ambos hombres. Mientras que Phillip se divorció de su primera esposa tras lo que fue un extrañísimo matrimonio, en la sociedad de los Yiyura (también se los conoce como Eora) era normal que un hombre se casara con varias mujeres. En la sociedad y la cultura local, las mujeres desempeñaban un papel político que en la sociedad británica de la época estaba prácticamente vedado. Fullagar presta especial atención a la primera y la tercera esposa de Bennelong: Barangaroo y Boorong.

Las vidas de Bennelong y Phillip se entrelazaron de un modo que ninguno de los dos pudo haber imaginado nunca. Cómo se ha contado ese contacto, su desarrollo y las vicisitudes que los rodearon ha sido objeto de múltiples representaciones en forma de libros y exposiciones. El libro de Fullagar es un significativo aporte a una realidad innegable: Australia no ha terminado de contar la historia de su nacimiento y crecimiento como estado.

El secuestro de Colbee y Bennelong, pintura de William Bradley. 

25 de noviembre de 1789

Pese a sus frenéticos esfuerzos, a Bennelong y Colebee les pusieron en las piernas unos grilletes de hierro, que a su vez estaban encadenados al bote. Les parecía increíble. Los minutos previos habían sido de terror y caos. Todavía podían oír las voces de sus amigos y familiares, que lloraban y gritaban desde la orilla, pero el bote británico se había escapado limpiamente y se dirigía a toda velocidad con rumbo sudoeste, hacia la temida colonia. En el bote iban cinco captores de pálida piel con ellos. Daba la impresión de que su líder (el hombre que más hablaba) lo estaba pasando casi tan mal como los cautivos. El Teniente Bradley escribió horas más tarde que el doble secuestro resultó ser «verdaderamente muy angustiante».

La captura no estuvo exenta de oposición. Tench y Collins afirmaron que fue algo fácil, pero otros dijeron a los colonos les cayó una lluvia de lanzas mientras empujaban el bote hacia aguas más profundas. Una de las lanzas atravesó la vela, que estaba plegada, y otra dañó el casco de popa; pero el contrataque no fue suficiente para impedir la captura. Los colonos llevaban días planeándola. Cogieron totalmente por sorpresa a los diferentes clanes de los Yiyura que aquel día estaban pescando en Gayamay.

Antes de empezar a arrojar lanzas contra el bote que se daba a la fuga, las numerosas familias que estaban en la playa habían chillado horrorizadas por lo que estaban presenciando. Los Yiyura no entendían lo que era un secuestro. Resolvían sus diferencias por medio de la confrontación directa, no desapareciendo a sus enemigos. Por encima de los gritos se impuso una ráfaga de detonaciones que los colonos dispararon frente a las protestas de los Yiyura, hasta que el bote se alejó de la ensenada.

Además del uso de la fuerza, la captura implicó el engaño. Bennelong y Colebee se habían acercado al bote de los británicos creyendo que los colonos querían regalarles dos hermosos ejemplares pescados. Para los Yiyura, el regalo de alimentos era una forma habitual de sociabilidad; fue cosa del azar que Bennelong y Colebee fueran los que vieron esa expresión de buena voluntad. Se encontraban entre los miembros con la edad suficiente para alejarse del grupo y arriesgarse a un encuentro. Se habían acercado a los británicos vadeando las aguas, desarmados, sin saber las consecuencias ulteriores que tendría este encuentro al azar. (p. 181-2, mi traducción)

10 oct 2024

Kangaroo River Walk

Kangaroo River Fire Trail

A unos 15 minutos en coche de Kangaroo Valley, en la carretera del pantano de Tallowa (Tallowa Dam Rd) se encuentra la entrada a este paseo, que discurre completamente por un cortafuegos. El recorrido total (ida y vuelta) no llega a los 8 km. y se puede hacer en menos de 2 horas.

El punto final del recorrido es la orilla sur del Kangaroo River, afluente de otro río, el Shoalhaven, de corto trayecto, pues nace en la vertiente oriental de la Gran Cordillera Divisoria que recorre la larguísima costa este del continente australiano.

Pero si no apeteciera caminar, uno puede acudir a ese punto final por el afluente mismo. En la localidad de Kangaroo Valley (que, si no recuerdo mal, aparece nombrada por algún extraño motivo en Larva, el hermoso e indescriptible engendro literario de Julián Ríos publicado en 1984) se puede alquilar un kayak o una canoa y hacer un fácil descenso hasta ese punto.

¿El río de los canguros? Seguro que los hay, pero no se ve ninguno.

La pista es muy ancha y por lo tanto no está señalizada. El camino es plano al principio y, conforme avanzas en dirección al río Kangaroo, los eucaliptos son más altos. Hay un trecho en el que la pista desciende entre grandes rocas areniscas, algunas de ellas erosionadas hasta formar oquedades caprichosas. En el lado derecho del cortafuegos son claramente visibles las secuelas de los incendios del verano de 2019-20.

El agua de la lluvia, el viento y los siglos han horadado la roca, que habrá de romperse algún día, seguro.

Se puede acampar junto al río: de hecho, hay un WC cercano, de esos que no cuentan ni con agua ni con papel. Es un paseo ideal para los meses de verano porque puedes darte un chapuzón y refrescarte antes de volver al aparcamiento. El regreso, naturalmente, es cuesta arriba. Como siempre: Cuidado con las serpientes.

6 abr 2024

Kangaroo Island Wilderness Trail

El Kangaroo Island Wilderness Trail es un sendero de unos 66 km. de longitud, que normalmente se hace en cinco días. Si además caminas algunos de los pequeños recorridos sugeridos por la guía oficial del Parque, la distancia total puede superar fácilmente los 72 km. El sendero discurre por el Parque Nacional Flinders Chase, en el oeste de la Isla de los Canguros. Las guías recomiendan emprenderlo entre finales de marzo y principios de noviembre, cuando el calor no aprieta tanto.

El sendero se inauguró en 2016, pero tras los brutales incendios que en diciembre de 2019 y enero de 2020 redujeron casi el 40% de la superficie de la isla a cenizas estuvo cerrado hasta diciembre de 2023. La recuperación, no obstante, es evidente en todo el trayecto. Se calcula que más de 40.000 koalas (por mencionar solo una de las especies más características de la zona) perecieron en los incendios.

El sendero se puede hacer pernoctando en los campamentos del Parque Nacional (hay que obtener el permiso pertinente y pagar por ello) o mediante el sistema de transporte diario desde tu alojamiento al inicio de cada etapa diaria y recogida (acordada con el conductor) unas cuantas horas después.

La mejor manera de llegar a la isla es con el transbordador de SeaLink. El viaje dura unos 50 minutos y puedes llevar tu propio vehículo. 
La isla no es ni pequeña ni grande. La población permanente no llega a los 5000 habitantes.
Uno de los koalas residentes en el Discovery Caravan Park en Karatta, que hacen las delicias de los huéspedes.

Día 1: Rocky River (unos 15 km.) Desde el cruce de South Coast Rd con West End Highway hasta Snake Lagoon.
El inicio del sendero está muy bien acondicionado. El nuevo Centro de Visitantes del Parque Nacional Flinders Chase abrirá en los próximos meses. 
Tras unos dos o tres kilómetros en dirección norte, el sendero llega a unas charcas donde a veces se pueden avistar ornitorrincos. Tras rodear el recinto, la senda gira hacia el oeste, camino de la costa. En algunas partes de la ruta, la vegetación está recuperando su frondosidad.
El mirador de Pardalote se encuentra más o menos a mitad de camino. Las vistas son del Rocky River. 
En este paraje del río, a unos dos kilómetros del punto final del trayecto del primer día, llamado The Cascades, se forma una charca lo bastante grande como para albergar una pareja de ornitorrincos, cuyas cabezas asomaron breves instantes mientras engullíamos el almuerzo.
Si ha habido fuertes lluvias en el área, el sendero ofrece la opción de evitar el lecho del río, que en verano suele estar seco.
Rocky River.
La erosión de la roca arenisca en el lecho del río ha creado algunas formas sorprendentes. Lo que yo veía eran los dedos de los pies de unos gigantes enterrados bajo el lecho del río. 

Día 2: Maupertius Bay (unos 19 km.) Desde Snake Lagoon/Rocky River hasta el Faro del Cabo de Couedic o Admiral's Arch.
Rocky River cerca de su desembocadura en Maupertuis Bay.
En la desembocadura de Rocky River se ha formado una preciosa playa de arena. 
A veces es importante saber los horarios de las mareas. Unos dos kilómetros adelante, el sendero ofrece dos opciones: por las dunas o por la orilla de la playa de Maupertuis.
Un ejemplo de la flora de la zona de las dunas.
La playa de Maupertuis.
Tras atravesar la playa, el sendero sube hacia los acantilados y los sigue en dirección sur. Esta parte del sendero queda muy expuesta, tanto al viento como al sol o la lluvia, según sea el día. La vegetación es escasa y se ha adaptado a las condiciones.
El sendero discurre por un terreno sin lugares para resguardarse de la lluvia. El suelo es rocoso y arenoso. La senda está, por lo general, bien señalizada, aunque en algunas partes hay que pararse y buscar la senda. El sentido común, no obstante, te dice que el océano va a estar en todo momento a tu derecha. 
Los acantilados, con la playa de Maupertius al fondo. Durante toda la caminata te acompaña el rítmico rumor del oleaje. Desde la llegada de los colonizadores europeos, esta parte de la costa fue escenario de numerosísimos naufragios. El océano Austral no perdona.
Un solitario canguro junto al sendero. La especie autóctona de la Isla de los Canguros tiene un pelaje mucho más oscuro y grueso y suele ser de tamaño algo más pequeño que las otras especies dominantes en el resto del continente. 
El final del itinerario del segundo día lleva por una pista de mantenimiento de la línea eléctrica. Al fondo, el faro.
Las focas son el mayor aliciente que atrae a los autobuses de turistas a Admiral's Arch. Hay otros lugares de la isla donde es posible avistarlas, pero en este lugar están muy cerca.

Día 3: Sanderson Beach (unos 16 km.) Desde Weir's Cove hasta Banksia Camp/Sanderson Beach.
Construida a principios del siglo XX, esta casa en Weir's Cove sirvió para almacenamiento de víveres y alojamiento de quienes construyeron el faro del cabo de Couedic. La ruina forma parte ahora del patrimonio del Parque Nacional Flinders Chase.
Los acantilados de la costa sur de la isla son, en algunas partes, incluso más altos que los de la oeste.

Por alguna razón que desconozco y que en todo caso no me resultaría lógica, el sendero se adentra en el interior del Parque Nacional en vez de seguir la costa. Hay una carretera que discurre pegada a los acantilados y que lleva a las Rocas. El sendero agrega unos cuatro kilómetros al trayecto, pero no es eso lo peor. Es increíblemente monótono y apenas hay puntos de referencia en el horizonte.
Remarkable Rocks (Las Rocas Asombrosas): punto de parada obligada para los autobuses que, cargados de turistas y sus teléfonos móviles, quieren hacerse decenas de fotos que pueden luego compartir en sus redes sociales. Son unas moles de granito que el tiempo ha erosionado hasta formar un conjunto de ... pues eso, rocas asombrosas. 
El color que impregna la roca es real.
En esta playita protegida por muchas rocas no tan asombrosas, a unos cincuenta metros del sendero, se puede avistar una fantástica colonia de focas. Las que estaban en el remanso se lo estaban pasando pipa, dando saltos y jugueteando. Poder observar animales disfrutando de su entorno es todo un lujo.
¿Puedes verlo? Busca las púas... Tras el arbusto se esconde un equidna, que no me dio tiempo a hacerle una foto de cuerpo entero.
Este lagarto sí se dejó fotografiar. Merodeaba el campamento donde termina esta parte tercera del Kangaroo Island Wilderness Trail.
El incendio de 2020 arrasó todas las instalaciones del Parque Nacional Flinders Chase. Banksia Camp ofrece ahora unas instalaciones muy buenas. Incluso hay una terraza para organizar una cena al fresco si tras andar casi 50 kms. en tres días te quedan ganas...

Día 4: Grassdale (unos 13 km.) Desde Banksia Camp hasta Hanson Beach.

El inicio de la cuarta etapa se hace por una pista desde el campamento hacia la playa de Sanderson. El sendero se retoma cerca de la playa, a mano izquierda.
Espectaculares vistas mirando hacia el este del océano Austral, en la costa sur de la Isla de los Canguros.
La vista hacia el oeste. Se pueden divisar las Rocas en la distancia.
Este paraje tiene uno de los nombres más curiosos que he oído en mucho tiempo: Cape Younghusband.
El sendero cruza la finca donde se ubica un alojamiento de lujo total, de esos que cobran 2500 euros la noche con pensión completa. Al estar rodeado por el Parque Nacional Flinders Chase, el acceso no está vedado a quienes realizan la caminata de cinco días. 
Este canguro parecía medio ciego y algo sordo. No reaccionó cuando pasamos a su lado.
Una vez dejas atrás el lujoso Southern Ocean Lodge, el sendero sigue hacia el este, entre los eucaliptos que siguen recuperándose del fuego que masacró la fauna y la flora de buena parte de la isla. 
El contraste entre las ramas superiores chamuscadas en 2020 y la vegetación que se ha regenerado desde entonces es visible en toda la isla.
Final de la cuarta etapa: Hanson Beach.

Día 5: Kelly Hill (unos 8 km.) Desde Tea Tree Camp o Hanson Beach hasta Kelly's Caves.

Al poco de iniciar el quinto día del sendero, tienes la opción de cruzar el río (River South West) con este bote, tirando de la cuerda. La otra opción consiste en caminar hasta la playa, recorrerla toda y conectar con el sendero un poco más adelante.
La senda se sitúa entre un sistema de dunas a la derecha y otro sistema de lagunas, en su mayoría secas en esta época del año. 
Uno de los pocos eucaliptos centenarios que parece haber sobrevivido a los incendios.
Wilderness Lagoon todavía tiene agua después de un caluroso verano.

La senda, camino de Kelly Hill.
En el habla colonial del siglo XIX, esta majestuosa planta (Xanthorrhoea), también llamada grasstree, era conocida como Blackboy. Su flor es un larguísimo tubo de color oscuro y destaca entre los arbustos. Véase la siguiente fotografía.  
Tras caminar cerca de diecisiete horas (a una media de aproximadamente 3,85 km/hora, que no está nada mal) y recorrer los 66 kilómetros del sendero y unos tres o cuatro extra, llegas a tu meta. Han valido la pena los dolores, los sudores y los muchos pinchazos de los arbustos.

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