Leemos muchas
obras nuevas de ficción porque buscamos algo en ellas con lo que identificarnos
o identificar a otros que creemos o deseamos conocer; o quizás sea porque esas
historias que se narran en las novelas forman parte de lo que, a fin de
cuentas, viene a ser nuestra época, el contexto de nuestras vidas. O puede que
sea todo lo contrario: las leemos para escapar de la desangelada existencia que
llevamos, especialmente ahora que por decreto nos dicen que debemos pasar
semanas dentro de casa sin apenas opciones para moverse.
Sin embargo, creo
que también se debería proponer la lectura de un cierto tipo de libro de
historia. Un relato histórico basado o intuido en evidencias disponibles, que el
historiador o la historiadora aderece con deducciones plausibles. Un libro de
historia también nos debería permitir intuir o imaginar cómo fueron las vidas
de personas que hicieron lo impensable: viajar desde muy remotos rincones del
planeta a la metrópolis más importante del siglo XVIII: Londres.
Eso se propuso
hacer Kate Fullagar en este singular volumen que tituló The Warrior, the
Voyager, and the Artist: Three Lives in an Age of Empire [El guerrero, el
viajero y el artista: Tres vidas en una era imperial]. Las tres vidas que
menciona el subtítulo corresponden a tres hombres. Cada uno de ellos procedía
de un continente diferente, en un momento de la Historia en el que la
exploración del planeta alcanzó su máximo apogeo.
Samuel Johnson. Fotografía de Beckslash. |
Del primero han
quedado muchos datos. Se trata del pintor Joshua Reynolds, retratista inglés
nacido en Devon, que se convirtió en el primer Presidente de la Royal
Academy of Arts, y quien se codeó con intelectuales de la talla de Samuel
Johnson o Edmund Burke.
El guerrero se llamaba Ostenaco y fue uno de los miembros de una delegación de la nación cheroqui que visitó Londres en 1762. Además de presentarse como líder militar en la capital del imperio contra el que se enfrentaba su pueblo por su supervivencia, en Londres ejerció de diplomático. Fue recibido en audiencia por el rey Jorge III. Un detalle muy importante es el hecho de que Ostenaco y sus acompañantes fueron a Londres con el propósito de firmar un acuerdo de paz y garantizar de ese modo la continuidad de la nación cheroqui. Incluso llevaba consigo cartas de presentación firmadas por el gobernador de Virginia, Francis Fauquier, cuando todavía era colonia británica. La visita duró unos cuantos meses del año 1762. De la visita quedan muchos testimonios, entre ellos el retrato que le hizo Reynolds. Pero Fullagar hace un viraje de perspectiva significativo: trata de hacerle intuir al lector cómo habría sido la experiencia para los cheroquis.
La cultura y sociedad
cheroquis eran muy distintas de la inglesa del siglo XVIII. Para empezar, la
organización de su sociedad era muy diferente de la británica, era
esencialmente matriarcal y en ella prevalecía el deseo de armonía sobre todas
las cosas. El libro recoge muchos testimonios de encuentros y desencuentros, de
incidentes y molestias padecidas por los extranjeros en una ciudad donde el
gentío los observaba con exagerada e insana curiosidad.
El retrato de cuerpo entero que hizo Reynolds de Mai. |
Un lugar en el mundo. Isla Rai'atea. |
En 1774 Mai logró convencer al Capitán James Cook para que le permitiera ir en los navíos ingleses a Londres. Su objetivo era conseguir las armas y los suministros necesarios para contraatacar a los Bora Bora y recuperar su isla. Nunca le proporcionaron la ayuda que quería y que pensaba que los ingleses le habían prometido. Mai no pudo recuperar su tierra. Durante su estancia en Londres también posó para Reynolds.
La mirada del artista siempre influye en lo mirado. Autorretrato de Joshua Reynolds. |
La tesis de Fullagar se podría resumir en una frase. Ya en el siglo XVIII el imperio británico estaba ejerciendo su poderosa influencia en dos lugares tan alejados entre sí como la nación cheroqui al oeste de las Apalaches o los archipiélagos del Pacífico Sur. La idea misma de un joven que desplazase en barco desde Tahití hasta Londres con el solo propósito de adquirir armas y recuperar su isla muestra hasta qué punto el fenómeno globalizador que suponen todos los imperios puede instigar tácticas tan insospechadas entonces como la de Mai.
Mediante tres
biografías conectadas esencialmente en la del artista Reynolds, Fullagar nos
permite indagar, imaginar y vislumbrar los varios modos en que ambos hombres
colonizados encararon, resistieron o incluso alteraron la penetración colonial
del imperio en otras culturas y civilizaciones.