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Para cruzar de Bolivia a Perú hay que atravesar el lago. Los autobuses también lo hacen. El Estrecho entre San Pedro y San Pablo Tiquina. |
La mayor ciudad a
las orillas del lago Titikaka es la peruana Puno. Lo que parece evidente es que
a la mayoría de la población de la ciudad el ecosistema del lago que les
proporciona el agua para sus necesidades diarias les importa muy poco. El área más
cercana a la ciudad es un paseo que debería hacer las delicias de los locales.
En cambio, el lugar es un auténtico basural, un aluvión de botellas y bolsas de
plástico, escombros y desperdicios en general, y por lo que pude ver, lo
escondido de los juncos resecos que malviven en la zona la han convertido en urinario
y/o cagadero furtivo. Una verdadera pena.
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Vista de Puno y el lago desde el cerrito Huajsapata |
Titikaka (de
acuerdo con la ortografía quechua) es prácticamente un mar interior. La zona
próxima al centro urbano es la más contaminada, aunque el lago queda un poco
protegido por los juncos (la totora) que crecen en una zona de baja profundidad. Las fuertes lluvias del año pasado, además de inundar el centro urbano de
Juliaca, próxima a Puno, descargaron cantidad de contaminantes en el lago. Uno
de los tours más populares te lleva a las islas flotantes de los Uros, una
pequeña comunidad aimara que vive del turismo. Un diminuto universo, un entorno
singular y único prácticamente condenado a desaparecer.
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Jonathan narra en su aimara materno la historia de su pueblo, los Uros, y la creación de sus islas flotantes en el lago. |
Los Uros tratan
de exprimir la mayor cantidad posible de soles al visitante. ¿Quién puede
echárselo en cara? El proceso por el cual construyen sus islas flotantes es una
enorme victoria del ser humano sobre la naturaleza, aunque hoy en día hayan
accedido a tecnologías (paneles solares) que les permiten, por ejemplo, ver la
TV o escuchar la radio en medio del Titikaka. Incluso la escuela de las islas
cuenta con wifi, según nos contó nuestro guía local, Miguel Ángel.
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Taquile |
La excursión por el Titikaka no estará completa sin
una visita a la isla de Taquile. Los taquileños son una comunidad quechua muy
aislada que ha sabido conservar sus costumbres. Una de las curiosidades más
sobresalientes para mí fue el hecho de que el sombrero o gorro que visten tiene
su origen en la barretina catalana propia de los trabucaires. También el resto
de sus ropas tiene una fuerte influencia española: visten un pequeño chaleco y
fajín. Taquile vive también del turismo, por supuesto, pero el arte textil de
la isla fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y los
isleños parecen haber sabido gestionar el turismo de manera muy inteligente.
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Un caballero taquileño |
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Panorámica desde Taquile hacia el este. Los picos nevados de Bolivia en la lejanía. |