Una imagen que ya es historia |
Una breve visita – de apenas unas tres semanas – a España me lleva a dejar constancia escrita de unas cuantas observaciones acerca de ciertos comportamientos y actitudes de los españoles en general. La reciente entrada en vigor de la ley que prohíbe fumar en recintos cerrados como bares y restaurantes, en parques de uso infantil y a las puertas de los hospitales, entre otros sitios que lógicamente debieran escapar a los malos humos, ha dado pie a una enorme polémica, con un político conservador comparando lo que es una medida de protección de la salud pública a la persecución de los judíos durante el terror nazi en la Alemania de Hitler. Tal necedad no merece ni siquiera la consideración de un comentario. Las reacciones de índole cavernaria a lo que supone, después de todo, equiparar de forma legal la legislación española con la del resto de Europa, son en cierto modo la guindilla a lo que podríamos definir como la quintaesencia hispana del desprecio al prójimo y la usurpación del espacio público.
En su columna de El País Semanal del domingo pasado (9 de enero de 2011), la escritora Rosa Montero hablaba de una “diferencia abismal entre el prurito de limpieza doméstica y el bárbaro descuido de los espacios exteriores”, y subrayaba: “a veces hasta me asalta la inquietante sospecha que no es que no les moleste la suciedad; no es que, en su ignorancia de marmolillos, no sean capaces de verla, sino que en realidad lo hacen aposta y con inquina; que agreden y ensucian y maltratan el espacio público porque lo que es de los demás es zona hostil. Porque sólo nos cabe la horda en la cabeza, nuestro grupo, nuestra pandilla, nuestra tribu, y todo lo que no sea eso es el enemigo. Es decir, el Estado, el bien común, la colectividad, la sociedad civil: todos son adversarios a los que hay que combatir y llenar de basuras para que se jeringuen”.
The Valencian image branding? Caca de gos! |
La foto que aparece arriba fue tomada en una calle de Valencia durante las recientes fiestas de Navidad. Es una imagen que lamentablemente se repetía una y otra vez en las calles de la ciudad del Turia, día tras día, calles por las que no transitan los turistas, naturalmente. Es una imagen ciertamente asquerosa y repulsiva, y que, en mi opinión, refleja mucho mejor ese maltrato del espacio público que caracteriza el comportamiento de muchos españoles al que se refería Rosa Montero, preocupada por el abandono de basuras en las calles. Y resultó un tanto curioso constatar que en otras grandes ciudades del territorio del estado español ese tipo de abuso y maltrato del espacio público apenas se produce; mientras sí sucedía en algunas calles de la capital del estado, Madrid, en otras, en concreto en Barcelona, no era necesario ir mirando al suelo de seguido para no ensuciarse los zapatos.
Otro comportamiento muy habitual en España entraña el ejercicio de un poder despótico por el simple hecho de llevar un uniforme, o quizás por el mero placer de fastidiar al prójimo. El turista puede acercarse a un guardia de seguridad, por ejemplo, a preguntar por la ubicación de una puerta de acceso; el guardia sabe perfectamente donde queda dicha puerta, pero en el 99% de las ocasiones le dirá al turista en un tono entre soez y chulesco que no es ése su trabajo, y que se dirija a otro con su pregunta. ¿Por qué no les es posible tratar a sus congéneres con un pizca de amabilidad, olvidando por un momento que esa persona que les pide ayuda o información no tiene culpa alguna de sus problemas, sean los que sean? ¿Acaso no pueden vivir sin mezquindad? Pareciera que no.