15 ago 2015

Reseña: An Obedient Father, de Akhil Sharma

Akhil Sharma, An Obedient Father (Londres: Faber & Faber, 2001). 282 páginas.

¿Cuál es la diferencia en términos morales entre la corrupción política que se aprovecha de una posición de poder para beneficio económico propio y condena a la pobreza a muchos otros miembros de la sociedad y la depravación de un pederasta que abusa a los menores y obtiene el beneficio sexual propio a costa de arruinar su vida y su personalidad? Cuando hace muchos años leí por primera vez la novela que es ahora un clásico de la literatura (Robert McCrum la incluyó entre sus 100 mejores novelas en lengua inglesa en la serie para The Guardian que en apenas una semana llegará a su conclusión), Lolita, me sorprendió como lector – como estoy seguro que sorprendió a muchísimos otros lectores – la sensación sentir casi simpatía por Humbert, el monstruo pederasta.

En la primera novela del estadounidense de origen indio Akhil Sharma, An Obedient Father, el protagonista dista mucho de ser el personaje cultivado y afable tras el que se esconde el monstruoso Humbert. Muy al contrario: Ram Karan es un viudo de 57 años, ha sobrevivido a un infarto pero sigue siendo muy obeso y aficionado al Johnnie Walker en las fiestas y recepciones a las que es invitado. ¿Su ocupación? Oficialmente, funcionario del Departamento de Educación en la ciudad de Delhi; pero en realidad Karan se dedica a recoger el dinero de los sobornos y mordidas en nombre de su jefe, el señor Gupta, un mediocre oficial del Partido del Congreso.

Este odioso antihéroe vive en un pequeño apartamento de Delhi en una zona muy pobre. Con él viven ahora su hija Anita, que recientemente perdió a su marido en un accidente, y la hija de Anita, Asha, que está traumatizada por la muerte de su padre. Una noche, tras emborracharse en la casa de Gupta, Anita lo descubre toqueteando a Asha en el dormitorio: este es el detonante para una chocante revelación. Cuando Anita tenía doce años, su padre la violó repetidamente hasta que fue descubierto por su esposa Radha. Anita no lo ha olvidado, pese a que su madre la conminó a ello.

Rajiv Gandhi (1944-1991). Fotografía de Santosh Kumar Shukla
Con el trasfondo político del asesinato de Rajiv Gandhi (1991), Karan se involucra en la trama de corrupción y traiciones políticas urdida por Gupta. Tras haber recolectado mucho dinero para el Partido del Congreso, Gupta traiciona a sus amos y decide presentarse como candidato del BJP (Bharatiya Janata Party, o Partido Popular Indio). Roma no paga a traidores, y el Partido del Congreso tampoco. Lo que comienza con un espionaje telefónico (que da lugar a unos diálogos muy cómicos entre Karan y el espía encargado de escuchar sus conversaciones telefónicas) termina con el asesinato del hijo de Gupta.

Rajesh Khanna (1942-2012) y su hija Twinkle. Fotografía de Bollywood Hungama.
Sharma conjuga con mucha soltura la corrupción personal del pasado de Karan con la corrupción política en la que se hunde junto con su jefe, de tal manera que la primera se refleja en la segunda. Los días en que la red de corrupción comienza a venirse abajo coinciden con los inicios de la venganza de Anita. Sometido a un marcaje implacable dentro y fuera de casa, su destrucción es segura. Anita se encarga de hacer desaparecer las medicinas y de agregar dobles o hasta triples dosis de grasa a la comida que le prepara.

El autor consigue no obstante presentar una imagen de Karan como persona que intenta redimirse de sus muchos crímenes. Entrega dinero corrupto a Anita para que Asha pueda vivir mejor, salva a una familia Sikh de ser linchada por malhechores tras el asesinato el Primer Ministro Gandhi. Karan se revela en una narración en primera persona como un pobre diablo, derramando amargas lágrimas cuando la certeza de un fin cruel le queda clara. Karan es no obstante el producto de una sociedad que vive inmersa en la crueldad, la corrupción y la violencia. Más que un antihéroe, es un monstruo venido a menos, un ser vil y repulsivo que ha terminado siendo un pobre mamarracho de voraz apetito y poca voluntad.

Dimple Kapadia. Fotografía de Bollywood Hungama
Le llegó el turno a Rajesh Khanna para hablar. Me cargué a Asha en los hombros. Incluso desde cien metros de distancia, Khanna daba el aspecto de tener sobrepeso, y el color de su pelo parecía artificiosamente oscuro. Ese hombre, en el momento álgido de su fama, se había casado con Dimple Kapadia, veinte años más joven que él, y considerada, tras protagonizar Bobby, la mujer más hermosa de la India. Tras tener una nueva esposa se había retirado del mundo del cine. Después de quince años de matrimonio y dos hijos, su mujer le había engañado, y había vuelto a hacer películas, solamente para descubrir que sus films ya no tenían ningún éxito. Ahora se presentaba a las elecciones parlamentarias. (p. 200, mi traducción)

La mayor pega que se le puede poner a esta novela es la pobre elección que hace Sharma al intercalar unos pocos capítulos narrados por Anita en lo que es una narración realizada principalmente desde el punto de vista de Ram Karan en primera persona. El efecto es contraproducente, especialmente porque no consigue agregar nada particularmente interesante. En lugar de quedar retratada como víctima de un ser repugnante y vicioso, Anita queda dibujada como una histérica que calcula su venganza de forma fría y cruel – y no es que Karan no se hubiera hecho merecedor de eso. Además, la línea argumental tiene sus altibajos, y el desenlace es en gran medida un anticlímax.

8 ago 2015

Reseña: The Silent History, de Eli Horowitz, Matthew Derby y Kevin Moffett

Eli Horowitz, Matthew Derby y Kevin Moffett. The Silent History (Nueva York: Farrar, Strauss & Giroux, 2014). 513 páginas.

La primera noticia que tuve de la existencia de este libro me vino a través de un artículo de Camilla Nelson que traduje para la revista Hermano Cerdo en junio de este año, 2015, el cual lleva por título ‘Puede que los bytes se carguen a los libros, pero no matarán a la novela’, que puedes leer aquí (o la versión original en inglés publicada en The Conversation, aquí). Lo que me llamó inmediatamente la atención de esta novela fue su concepción, sobre la que Nelson explicaba que “en un principio fue elaborada como una aplicación. Las secciones escritas del texto –denominadas ‘Testimonios’ – que contienen la trayectoria principal de la historia, fueron cargadas de manera secuencial, junto con una variedad de elementos de medios diversos, entre los que se encuentran video y fotografías.” La autora y académica australiana reivindicaba que el futuro de la novela digital (la construcción de The Silent History fue de índole totalmente digital) podría muy bien ser una evolución de lo que representa este proyecto de Horowitz, Derby y Moffett.

El argumento parte de una hipótesis poco plausible pero de igual modo verosímil: ¿Y si los seres humanos perdiéramos, por el motivo que sea, la capacidad de hablar? La novela, narrada desde el futuro, cuenta que en algún momento de esta década en la que nos encontramos comenzaron a nacer niños cuyos cerebros sufrían algún trastorno inexplicable que los privaba de la facultad para entender, adquirir y elaborar lenguajes naturales.

Naturalmente, los primeros en padecer las consecuencias colaterales de esta terrible epidemia son los padres de esos niños. Los testimonios de los padres, en especial el de Theodore Greene, es conmovedor. La comunidad científica tratará de encontrar una solución (que resultará ser nada más que un parche: un implante llamado Soul Amp que permite a los silentes acceder a un extensísimo corpus de palabras). Para cuando llega, prácticamente muchos años después de los primeros casos, los silentes están siendo sometidos a segregación, aislamiento o son objeto de la indiferencia del resto de la población. ¿Te suena a algo similar que se produce de forma recurrente cada vez que surge una enfermedad nueva o rebrota alguna de las ya conocidas?

La narración se centra por lo tanto en unos cuantos personajes, a los que seguimos a través de los años. El hecho de que las autoridades decreten la obligatoriedad de fijar el implante en todos los silentes dará lugar a movimientos de rechazo frontal o de abierta rebeldía.


Una imagen de la aplicación original de The Silent History

The Silent History, en tanto que fue creado en forma de textos subidos periódicamente por medio de una app, refleja muy claramente sus orígenes. Los capítulos son todos de una longitud muy similar, escritos de una manera bastante uniforme, pero consiguen pese a todo mantener el interés y la curiosidad del lector. Uno de los episodios más inquietantes cuenta una reunión masiva de jóvenes silentes en la playa de Coney Island en Nueva York. ¿Cómo han conseguido convocarse unos a otros y por qué? Las autoridades parecen desbordadas y la sensación de amenaza latente contrasta con el impactante silencio de una multitudinaria fiesta de jóvenes en una playa.

La idea que subyace en la narrativa es que el método de comunicación de los silentes, que se realiza a través de un sistema de expresiones faciales muy leves, es en cierto modo superior al lenguaje natural de las palabras. Lo cual tiene su encanto, sin duda. En más de una ocasión he creído observar que, con la inclusión del lenguaje natural en los lenguajes artificiales que predominan en las tecnologías de la información y comunicación tan velozmente desarrolladas en este siglo XXI, las palabras han perdido su sentido, y por ende su valor. Si ponemos por caso el (ab)uso de términos como “friend” o de “like” en las llamadas redes sociales como Facebook.

Con la inclusión de un prólogo escrito en 20144, posterior al grueso de la historia, los autores aciertan plenamente. Este prólogo, narrado por un personaje que no vuelve a aparecer en toda la historia, plantea los interrogantes que dan lugar al desarrollo de una historia en su mayor parte entretenida, y a ratos (algunos pocos) fascinante:
“Cada día estamos aprendiendo más acerca de esta extraña afección, y cada día surgen más preguntas – preguntas que están, en sí mismas, limitadas por el lenguaje, una cámara sellada tan herméticamente que ni siquiera podemos imaginar una experiencia más allá de sus muros.
Pero naturalmente, es esa experiencia la que nos espera a todos. Está en el interior de nuestros hermanos y hermanas, en hijas, hijos y amantes. Este documento no presupone nada acerca del futuro; es estrictamente un archivo del pasado, de cómo éramos antes, y cómo hemos llegado hasta aquí. ¿Son las palabras nuestra creación, o nos crearon las palabras a nosotros? ¿Y quiénes somos nosotros en un mundo sin ellas? ¿Hay campos más silvestres, más verdes más allá de los límites del lenguaje, allí donde deambulamos los que ahora guardamos silencio? Cada uno de nosotros debe encontrar su propio camino a través de estas preguntas. Después de todo, entramos y salimos del mundo en silencio, y todo lo demás es sencillamente un modo de caminar por esa travesía intermedia.” (p. 9, mi traducción)

Hace poco, en una conversación con un buen amigo argentino en Melbourne, confesábamos ambos la desconfianza que en buena medida nos producen las palabras en esta época de hiperconectividad comunicacional. La cháchara no nos aporta nada, es mero ruido, pero no por ello habremos de renunciar a la literatura, la más hermosa expresión que pueden lograr las palabras.

15 de agosto de 2015. El libro lo ha publicado Seix Barral en castellano bajo el título de La historia silenciosa en traducción de Ramón Buenaventura.

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