La noticia, en el rotativo Avui. Obsérvese el saludo fascista de la estatua. |
El ayuntamiento de Barcelona quitó de sus calles el pasado fin de semana una estatua, conocida como Victoria, instalada por el régimen franquista a la conclusión de la guerra civil. Era el último vestigio de la parafernalia del dictador en la ciudad condal. Victoria había desalojado de su ubicación a la estatua del presidente de la Primera República española, don Francesc Pi i Margall.
Cabe sin embargo preguntarse la razón por la cual perduran en muchas ciudades y pueblos del territorio español vestigios y monumentos emplazados durante el sanguinario régimen de corte católico-fascista del militar rebelde. Sin ir más lejos, en la hermosa ciudad de Ávila, recientemente visitada, se pueden leer todavía los nombres de algunos héroes fascistas en las calles. ¿Será porque no quieren que desaparezcan las marcas del odio, la crueldad y el desprecio por los derechos humanos que caracterizaron las cuatro décadas de su infame caudillaje que los ciudadanos españoles padecieron?
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