Canberra, 16/09/2011 |
El sol ya estaba fuera, era un día claro, diáfano, despejado. Lo primero que vieron al subir la persiana fue una voluminosa nube negruzca, densa, imponente, ominosa. Mas en ella el hijo vio algo que ellos no vieron, o que tal vez no quisieron ver ni posiblemente recordar. El hijo se giró hacia ellos y dijo entre lágrimas: ‘I don’t want to die’.
Un día viernes, un día normal en una vida suburbana. Y sin embargo, para el niño ya era un día de mierda.
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