El programa gubernamental de ayuda financiera al empleo durante la
pandemia, conocido como JobKeeper, supuso un gasto de 130.000 millones de
dólares australianos. Los receptores de esta generosísima cantidad de fondos
públicos no fueron directamente los empleados, sino los empleadores.
Transcurridos varios meses desde que JobKeeper concluyera, las investigaciones de
periodistas revelaron que un buen número de las compañías que recibieron esos
fondos no solamente no necesitaban la ayuda, sino que en última instancia dedicaron
el capital público recibido a pagar dividendos a accionistas, bonificaciones
extraordinarias a sus directivos y, en el caso de algunas escuelas privadas, a
reducir las cuotas que pagan los padres que deciden enviar a sus niños y niñas
a esos centros de elitismo y privilegio.
Moraleja: Para
quienes deciden las políticas económicas y recaudan los tributos que costean
sus elevados salarios, el dinero (de los demás) cae del cielo y crece en los
árboles.
Das es economista
de carrera. Nació en Calcuta y vive en Australia desde los 12 años. Este libro
es una versión revisada y actualizada tras el hundimiento económico
generalizado causado por el Covid-19. En su primera edición, el libro analizaba
la situación resultante de la crisis de 2008 y las consecuencias que el sistema
actual va a tener en nuestras vidas. El panorama que plantea Das es,
sencillamente, desolador: “La posición de la economía global es semejante a un
agujero negro, del que la gravedad impide que escape nada, incluida la luz. Los
excesivos niveles de deuda y los desequilibrios fundamentales, fuertemente
arraigados, impiden ahora escapar del estancamiento o algo incluso peor. Los
agujeros negros se forman cuando estrellas inmensas colapsan al final de su
ciclo vital: una metáfora adecuada para el reciente periodo de nuestra historia
económica.” (p. 92. Nota: Todas las citas que figuran en esta reseña son mi propia traducción).
No es el único
aspecto alarmante: el cambio climático, la escasez de recursos, en particular
el agua limpia, y la incapacidad y falta manifiesta de voluntad de los políticos
para obligar a repensar nuestros hábitos de consumo y el viciado sistema de producción
que los alimenta.
Aunque es un
libro muy especializado en cuestiones económicas, Das escribe en un lenguaje
conciso, claro e inteligible. Algo que los lectores agradecen es su costumbre
de ejemplificar un punto con una cita o referencia literaria o artística para
concluir una sección. Son todas aptas y oportunas. Un ejemplo que describe la destrucción
de la industria pesquera del Mar de Aral: “Los barcos pesqueros varados en el
Mar de Aral seco son un eco del cuadro surrealista de Salvador Dalí de 1934, Imagen
paranoica astral, en el que unos pobladores desatentos están sentados
en un bote de remos en un lago o un océano seco. Es el recordatorio de las
consecuencias del voraz apetito de la humanidad por el agua.” (p. 127)
El Mar de Aral desde el espacio, en 1989 y en 2008. |
Das reitera a lo
largo del libro el hecho incontrovertible de que el pato siempre lo pagan los
mismos: los que menos poder tienen, los más pobres y vulnerables: “Las
políticas diseñadas para hacer frente a la Crisis Financiera Global, tales como
la inversión en instituciones financieras para asegurar su solvencia, los recortes
en los tipos de interés y los programas de expansión cuantitativa,
incrementaron todavía más la desigualdad. El coste de los rescates lo asumieron
de manera desproporcionada los grupos sociales con menores ingresos.” (p. 216)
Los niños ya no vienen al mundo con un pan bajo el brazo, sino con una carpeta repleta de avisos de cobro de deudas.
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