La narradora de Weather
es Lizzie, una mujer de mediana edad que asume que la actitud de desventura y
desesperación ante la que se les avecina es inevitable. Trabaja de
bibliotecaria en una universidad, tiene un marido paciente y comprensivo y un
hijo que parece desconfiar de todo; además, hay un hermano que está tratando de
superar la adicción a sustancias no especificadas. Lizzie, además, colabora con
una amiga que publica a través de un podcast recomendaciones para sobrevivir el
final de los tiempos.
La novela está
montada a base de fragmentos, breves vendavales narrativos, a veces poéticos, a
veces mundanos. Es como la vida cotidiana misma, ¿no? A lo largo de las
veinticuatro horas del día nunca hay tantos momentos que nos resulten extraordinarios
ni inolvidables. El libro consta de doscientas páginas en las que el tono predominante
es el de la premonición del desastre que nunca llega. Una llovizna pertinaz de desesperanza
aderezada de pequeñas revelaciones o epifanías cotidianas que le dan el impulso
necesario para afrontar un nuevo día.
Como contrapunto, en Weather encuentras pequeñas gemas de ironía, retazos de sol y humor en mitad de la borrasca. La mayoría de las ocasiones son las respuestas que Lizzie confecciona a las preguntas de los oyentes del podcast, que en el libro vienen maquetadas en recuadros:
Weather se publicó en castellano como Clima, en traducción de Eduardo Jordá (Libros del Asteroide, 2020); i en català, amb el títol de Com el temps, amb traducció de Yannick Garcia (Amsterdam, 2020).