Nick Earls, Welcome to Normal (North Sydney: Random House, 2013). 271 páginas.
Esto es
Normal:
Normal, Illinois. Fotografía de ParentingPatch |
El
título de este heterogéneo volumen de relatos del australiano Nick Earls es el
del primero de ellos, la curiosa narración de la visita de dos hombres de
negocios a la ciudad del interior de los EE.UU. que fue bautizada como Normal.
El narrador, Craig, un joven ejecutivo de una empresa minera australiana en una
gira comercial por el país, se ve de pronto obligado a acompañar a su jefe,
Martin, quien aprovecha el viaje para visitar a su amigo de juventud, Don, en
Normal, Illinois. Mientras Don y Martin se emborrachan para recordar pasadas
‘proezas’ y se van a ver un partido de béisbol, le corresponde a Jennifer, la
mujer de Don, mostrarle la ciudad al joven australiano. Lo que podría haberse
convertido en una velada aburrida y forzada por las circunstancias termina
siendo una especie de confesión por parte de Jennifer, quien un tanto
descontenta, le revela a Craig su ambición: restaurar el viejo cine local. El
diálogo entre estas dos personas revela los aspectos más íntimos de sus vidas,
sin que lleguen a una mayor intimidad física.
El
segundo relato lleva por título ‘Merlo Girls’, y es uno de los que más me han
gustado. Contado también en primera persona, en este caso el narrador es un
cirujano que se ha visto obligado a dejar la profesión a causa de la artritis. Lleva
en su coche a Steve, marido de una buena amiga suya y codicioso promotor
inmobiliario, a una de las cafeterías más populares de Brisbane: “Steve está
hablando y yo escucho en la medida que tengo que hacerlo. Lleva un tarro vacío
de café Merlo entre los brazos, mientras con los dedos de su mano izquierda
hace tamborilea sin ritmo en la tapa. Esta es la más asimétrica de mis
amistades, y somos amigos únicamente si la definición de amistad se extiende
hasta sus límites más remotos.” (p. 31, mi traducción) La visita a la cafetería
sirve de fondo para que Earls indague en uno de esos (des)encuentros sociales
que a veces nos producen una sensación embarazosa, cuando nos damos cuenta de
que estamos en compañía de alguien con quien no compartimos ningún valor.
Todos
los relatos de Welcome to Normal
están narrados en primera persona. En algunos de ellos supone un acierto pleno,
como en ‘Range’, en el que un empleado del Ejército estadounidense estacionado
en Arizona recuerda, mientras conduce camino del campo de futbol donde estrena
su hijo, lo que ha estado haciendo durante su turno (seleccionando objetivos
para que los drones lancen sus ataques de misiles en Afganistán). La imagen del
balón en las manos de su hijo se conecta con otra brevísima imagen que ha visto
vía satélite décimas de segundo antes del impacto del misil. De manera muy
sutil, Earls manda un aviso sobre la posible brutalidad del desarrollo
tecnológico y el enorme peligro que supone el mal uso de ésta.
En
otros relatos, en cambio, la narración en primera persona me pareció que
menoscababa el potencial. ‘The Heart of Robert the Bruce’ sitúa a una pareja
gay australiana en la malagueña Ronda. Los australianos comparten tour con una
pareja paquistaní de Glasgow. El relato zigzaguea por los callejones de Ronda y
algunos pueblos de su vecindad, y entre los dimes y diretes en una gresca un
tanto mezquina entre el narrador y su compañero, para terminar sin un claro
propósito en los recovecos de la Judería de Córdoba. Las continuas
provocaciones de Duncan a la sensibilidad de los paquistaníes parecen una pizca
forzadas. Por otro lado, Earls habría hecho bien en buscar la ayuda de un
lector hispano para corregir las erratas y errores del español que incluye en
el texto (ningún camarero español diría “Buen apetito” tras servir la comida).
Ronda. Fotografía de Parpadeo |
En sus
relatos, Earls trabaja con individuos comunes, esas personas desconocidas que
uno quizás puede ver por las calles sin saber absolutamente nada de ellos. En
‘Breaking Up’, el narrador es un niño que, junto con su hermana más pequeña, va
a pasar el fin de semana en un hotel con su padre a poca distancia de su
vivienda habitual. La madre los deposita en recepción y se marcha. Una vez en
la habitación, padre e hijo se enfrascan en uno de sus habituales juegos hasta
que una frase del muchacho (la que da título al relato) de algún modo hace
recapacitar al padre sobre la situación marital en la que estaba abocándose.
No son
relatos con desenlaces sorprendentes o demoledores. No es eso lo que busca el
autor. Los cuentos de Welcome to Normal
recrean el proceso, o una concatenación de sucesos, por el cual un individuo
toma una decisión que va a cambiar su vida. Es el caso de ‘Breaking Up’, y
puede que también se pueda intuir un cambio de gran calibre en ‘Range’; es en
cambio el aspecto definitorio del último relato de esta colección, ‘The Magnificent
Amberson’. Una pareja de vinicultores de Queensland realizan un viaje a Taiwán
con la intención de colocar sus vinos en el cada vez mayor mercado asiático.
Acuciados por las deudas, y con muy diversas opciones para intentar expandir su
negocio, un encuentro con un empresario taiwanés, antiguo estudiante de la
Universidad de Queensland, resultará decisivo para que tomen una decisión muy importante.
El emblemático edificio Taipei 101. Fotografía de Meow. |
En ‘Grass
Valley’ el narrador es nuevamente un niño australiano, Adam, que acompaña a su
padre en un viaje a Berkeley, California. El padre regresa en un viaje nostálgico
adonde estudió durante un año, cuando el abuelo, un científico de renombre,
formó parte de un importante grupo de investigadores. Pero el padre aprovecha
el viaje para visitar a un antiguo amor, Laura, ahora divorciada y con un hijo
de más edad que el narrador, y con ciertas tendencias violentas y sádicas. Tras
la extraña visita a Laura, padre e hijo regresan al motel. Ya acostado, escucha
la voz de su padre mientras habla por teléfono con su madre, quien también ha
ido de vacaciones acompañada de la hermana de Adam, pero a visitar a familiares
en Gales.
Son
relatos bien escritos, pero para nada ambiciosos. Nick Earls permite que como
lectores intuyamos más de lo que dicen las palabras en la página, un esfuerzo que
debería ser siempre algo bienvenido.