23 ene 2011

Singapur: Dos caras de una misma moneda

Arquitectura futurista al servicio del consumismo

Por circunstancias ajenas a mi voluntad me vi en la situación de tener que pasar diez días en la isla de Singapur, puesto que los gobiernos de Singapur y Malasia no permiten la entrada en sus territorios a viajeros cuyos pasaportes tienen menos de seis meses de validez. ¡De nada sirve que te expidan un pasaporte válido por equis años si los gobiernos no van a reconocer el periodo completo de validez del documento!


Es Singapur un país pintoresco por muy diversas razones. Su carácter multicultural y plurirreligioso ha permitido que exista en el seno de su población un alto grado de tolerancia y de respeto entre razas y hacia los creyentes de todas las religiones que se practican en la isla. Y sin embargo, todavía es posible encontrar curiosos casos de patente discriminación religiosa en anuncios, algo que en otras partes del mundo constituiría una flagrante violación de la legislación en materia de discriminación. En pleno centro de la ciudad un negocio ofrecía empleo a “Young Christian Ladies” que dominasen el idioma chino (sin especificar variedad) además del inglés.

El paraíso del consumista


El centro neurálgico de la ciudad de Singapur es una sucesión de opulentos rascacielos que albergan oficinas, tiendas y hoteles. En la zona de Orchard Road se aglutinan tiendas de todas las marcas de productos de lujo del mundo; por si dicha zona no era suficiente, Singapur ha seguido expandiéndose, ganándole terreno al mar y edificando rascacielos donde antes no había nada o simplemente marismas.




Las tres altísimas torres de Marina Bay Sands (en la foto anterior), unidas en la parte superior por algo que podría ser una especie de nave espacial, contienen una lujosa piscina, jardines, restaurantes y cafeterías además de una plataforma de observación, y albergan asimismo un muy exclusivo hotel de lujo, un casino, un centro de conferencias, innumerables restaurantes de la más alta cocina y para presupuestos muy elevados. En la planta baja del complejo puede recorrerse en góndolas de estilo veneciano un estrecho canal artificial. Por S$20 (unos AUD$16) por persona se puede acceder a la zona pública de la plataforma superior de Marina Bay Sands. Un almuerzo en uno de los restaurantes de la nueva gran atracción de Singapur viene a costar cuatro o cinco veces lo que se puede pagar por un almuerzo en cualquier otra parte de la ciudad.


La población de Singapur se deleita especialmente con dos cosas. La primera es la comida. Los restaurantes populares (como el de la zona de Bugis, en la foto) atraen a la gente a todas horas del día y de la noche, y ofrecen sabrosísimas comidas por muy poco dinero.



Pendientes de la telenovela a la hora de la cena

La segunda es el consumismo, el ir de compras. La consigna parece ser que las compras constantes dan sentido a la vida. El eslogan de una bebida de té (captado en una foto en la estación de metro de Dhoby Gaut) sintetiza una filosofía vital (perdón por el eufemismo) que me resulta totalmente vacua y falsa. Si fuera tan fácil olvidar lo malo como beberse una lata de refresco… Entre los eventos destacados para 2011 por el calendario oficial de la Oficina de Turismo de Singapur figuran unas rebajas especiales del 50% para marzo o abril.


Recuerda lo bueno y olvida lo malo, y te sentirás mejor... ¡Si fuera así de sencillo!

Las culturas asiáticas

Cada grupo étnico y religioso celebra sus fiestas en las fechas correspondientes. La comunidad china celebra por estas fechas el Año Nuevo Lunar. Este será el año del Conejo. En el mercado de Bugis se instaló un gran horóscopo público presidido por una gran figura.


Preparativos para el Año Nuevo Lunar


El 20 de enero los hindúes estaban celebrando el desfile de una festividad conocida como Thaipusam por las calles de Little India. Las agujas que se aprecian en la foto estaban insertadas en la piel, por cierto.



Un detalle del desfile que forma parte del festival hindú conocido como Thaipusam. 
Serangoon Road, 20 de enero de 2011

La única muestra de rebeldía percibida durante esta 'larga' estancia en Singapur vino en forma de jóvenes que pasan su tiempo intentando equilibrios y piruetas inverosímiles con sus monopatines en Youth Park, muy cerca de Orchard Road; muchos de ellos han adoptado una estética foránea y no parecen participar del gran ritual colectivo del consumo que parece ser la mayor actividad de los otros habitantes de la isla.

14 ene 2011

Una breve visita a España

Una imagen que ya es historia

Una breve visita – de apenas unas tres semanas – a España me lleva a dejar constancia escrita de unas cuantas observaciones acerca de ciertos comportamientos y actitudes de los españoles en general. La reciente entrada en vigor de la ley que prohíbe fumar en recintos cerrados como bares y restaurantes, en parques de uso infantil y a las puertas de los hospitales, entre otros sitios que lógicamente debieran escapar a los malos humos, ha dado pie a una enorme polémica, con un político conservador comparando lo que es una medida de protección de la salud pública a la persecución de los judíos durante el terror nazi en la Alemania de Hitler. Tal necedad no merece ni siquiera la consideración de un comentario. Las reacciones de índole cavernaria a lo que supone, después de todo, equiparar de forma legal la legislación española con la del resto de Europa, son en cierto modo la guindilla a lo que podríamos definir como la quintaesencia hispana del desprecio al prójimo y la usurpación del espacio público.


En su columna de El País Semanal del domingo pasado (9 de enero de 2011), la escritora Rosa Montero hablaba de una “diferencia abismal entre el prurito de limpieza doméstica y el bárbaro descuido de los espacios exteriores”, y subrayaba: “a veces hasta me asalta la inquietante sospecha que no es que no les moleste la suciedad; no es que, en su ignorancia de marmolillos, no sean capaces de verla, sino que en realidad lo hacen aposta y con inquina; que agreden y ensucian y maltratan el espacio público porque lo que es de los demás es zona hostil. Porque sólo nos cabe la horda en la cabeza, nuestro grupo, nuestra pandilla, nuestra tribu, y todo lo que no sea eso es el enemigo. Es decir, el Estado, el bien común, la colectividad, la sociedad civil: todos son adversarios a los que hay que combatir y llenar de basuras para que se jeringuen”.
 
The Valencian image branding? Caca de gos! 


La foto que aparece arriba fue tomada en una calle de Valencia durante las recientes fiestas de Navidad. Es una imagen que lamentablemente se repetía una y otra vez en las calles de la ciudad del Turia, día tras día, calles por las que no transitan los turistas, naturalmente. Es una imagen ciertamente asquerosa y repulsiva, y que, en mi opinión, refleja mucho mejor ese maltrato del espacio público que caracteriza el comportamiento de muchos españoles al que se refería Rosa Montero, preocupada por el abandono de basuras en las calles. Y resultó un tanto curioso constatar que en otras grandes ciudades del territorio del estado español ese tipo de abuso y maltrato del espacio público apenas se produce; mientras sí sucedía en algunas calles de la capital del estado, Madrid, en otras, en concreto en Barcelona, no era necesario ir mirando al suelo de seguido para no ensuciarse los zapatos.

 
Otro comportamiento muy habitual en España entraña el ejercicio de un poder despótico por el simple hecho de llevar un uniforme, o quizás por el mero placer de fastidiar al prójimo. El turista puede acercarse a un guardia de seguridad, por ejemplo, a preguntar por la ubicación de una puerta de acceso; el guardia sabe perfectamente donde queda dicha puerta, pero en el 99% de las ocasiones le dirá al turista en un tono entre soez y chulesco que no es ése su trabajo, y que se dirija a otro con su pregunta. ¿Por qué no les es posible tratar a sus congéneres con un pizca de amabilidad, olvidando por un momento que esa persona que les pide ayuda o información no tiene culpa alguna de sus problemas, sean los que sean? ¿Acaso no pueden vivir sin mezquindad? Pareciera que no.

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