7 dic 2013

Reseña: A Lifetime on Clouds, de Gerald Murnane

Gerald Murnane, A Lifetime on Clouds (Melbourne: Text, 2013 [1976]. 290 páginas.

Parafraseando a G.K. Chesterton, podríamos decir que, para construir castillos en el aire, no hacen falta las reglas que necesariamente han de aplicarse a la arquitectura. La imaginación es libre, y los únicos límites que se le pueden poner son los que decide aplicarle el que imagina.

A Lifetime on Clouds, la segunda novela del australiano Gerald Murnane, ciertamente refleja de forma literal una vida en las nubes, según la expresión de la lengua castellana que alude al que es soñador o no se apercibe de la realidad. Al comienzo de la novela, Adrian Sherd, un quinceañero estudiante en un colegio católico del Melbourne de la posguerra, lleva una vida imaginaria en los amplios y solitarios paisajes de Estados Unidos. A bordo de un tren o en un flamante automóvil recorre cada noche rutas desconocidas que cruzan las praderas y lo llevan a la costa oeste o a las Montañas Rocosas. Pero esos viajes no los hace en solitario, no. Lo acompañan normalmente dos o tres bellezas despampanantes, que responden a los nombres de Marilyn, Zsa-Zsa o Jayne, y a las cuales invariablemente consigue de una u otra manera desnudar, para luego consumar con una de ellas el acto sexual.

En el colegio, Adrian va descubriendo poco a poco otros aspectos de su sexualidad con sus amigos, pero con el tiempo la rigurosa doctrina religiosa a la que le someten los educadores y la iglesia (Adrian acude a misa, naturalmente, todos los domingos) se impone. Adrian se toma muy en serio el dogma católico, y tras el final del curso decide luchar contra sus instintos e irrefrenables deseos construyendo otra fantasía. Esta es la segunda parte de A Lifetime on Clouds.

Maria Island, Tasmania, donde durante su 'luna de miel' con Denise, Adrian sueña asentarse y fundar una colonia católica. En la actualidad, la isla acoge una importante población de diablos de Tasmania, dentro de un programa de conservación de la especie.
En una de las misas de domingo, Adrian ve a una jovencita, de la cual se enamora. Cuando se la vuelve a encontrar en el tranvía de regreso de la escuela, averigua su nombre (Denise McNamara) y en sus ensoñaciones nocturnas elabora una intrincada vida conyugal futura para sí mismo y su futura esposa. Adrian llega a imaginar su vida entera, con una familia numerosa (o numerosísima, según se mire) y distintos escenarios para él y su esposa, entre los cuales destaca una especie de comuna autosuficiente escondida entre las colinas al oeste de Melbourne.

A Lifetime on Clouds es uno de los libros más extraños que he leído en mucho tiempo. Dista mucho de la complejidad estructural y estilística de la primera novela que publicó Murnane (Tamarisk Row, reseñada hace apenas un mes). Lo desconcertante, en mi caso, es que en ningún momento me queda claro si Murnane se limita a ironizar con la tortuosa imaginación de un adolescente atormentado por el conflicto entre sexualidad y la intimidación que se le impone por medio de un cruel y absurdo dogma religioso. El subtexto es en ocasiones tan serio, tan razonado, que por momentos no tuve claro si los curiosos dislates y sus frecuentes admoniciones superan de hecho los límites de la parodia. A medida que la fantasía matrimonial de Adrian con Denise va cobrando distintas formas y escenarios, la actitud de Adrian se vuelve cada vez más mojigata.

Con todo, A Lifetime on Clouds constituye una lectura muy divertida, en la que los episodios creados por la ferviente imaginación de Adrian inducen a la risa constantemente. Para muestra, un botón; esta es la recreación del mito de Caín según Adrian Sherd:

Cuando volvió a estar solo, le dio a su mano la forma de la cosa que había visto entre sus piernas [de Eva y sus hermanas] y se convirtió en el primero en cometer el pecado solitario en la historia de la humanidad.
Aunque la Biblia no lo recoge, aquel fue un día nefasto para la humanidad. Aquel día Dios consideró muy seriamente la posibilidad de eliminar la pequeña tribu del Hombre. Ni siquiera en Su infinita sabiduría había Él previsto que un humano aprendiera un truco tan antinatural: gozando en solitario, cuando apenas era poco más que un niño, del placer que estaba destinado únicamente para los hombres casados.
Hasta los ángeles mismos en el cielo sintieron asco. El pecado de la soberbia de Lucifer parecía limpio y valeroso en comparación con la visión del niño que se estremecía chorreando su precioso líquido al interior del cristalino Tigris. El propio Lucifer se alegró de que el Hombre hubiera inventado una nueva clase de pecado: y de que fuera tan fácil de cometer. (p. 60-1, mi traducción)
20 de abril de 2018. La editorial Minúscula acaba de publicarla en español bajo el curioso título de Una vida en las carreras, en traducción de Carles Andreu.

27 nov 2013

Reseña: Tenth of December, de George Saunders

George Saunders, Tenth of December (Londres: Bloomsbury, 2013). 251 páginas.

Puede que uno de los secretos peor guardados de los grandes narradores de cuentos sea su habilidad o su destreza artística para propiciar con sus palabras un mundo perfectamente plausible, o quizás vagamente familiar, dotado siempre de unos cuantos matices necesariamente armoniosos. Es un mundo en el que, en un principio, el lector se siente posiblemente cómodo, para nada desequilibrado, pero en el cual irrumpe, de repente, algo amenazante o desestabilizador. Por entre las flores del bosque va paseando tranquilamente Caperucita, cuando de pronto quién surge desde detrás de un árbol, sino el lobo feroz…

En el primer cuento de este muy recomendable volumen de relatos de Saunders, ‘Victory Lap’, una quinceañera abre la puerta de su casa en un acomodado barrio suburbano de los Estados Unidos y se encuentra cara a cara con la peor de sus pesadillas: un individuo armado que la rapta con el propósito de violarla. Kyle, su joven vecino, es testigo del hecho, pero en un principio se queda totalmente paralizado y decide no intervenir. En su cabeza oye las voces de su padre y de su madre, quienes a lo largo de los años le han inculcado pautas de comportamiento correcto que debe seguir en todo momento.

Siguiendo a los tres protagonistas del relato, Saunders reproduce un ya viejo triángulo narrativo: dama raptada por un ogro o un monstruo brutal, con un príncipe que acude al rescate. Pero en ‘Victory Lap’, el príncipe se detiene cada pocos segundos a analizar qué normas reales dictadas por los monarcas que rigen su vida (Papá y Mamá) va a transgredir (pisar la alfombra con las zapatillas, por ejemplo) y cuántos puntos negativos le acarreará cada una de sus transgresiones. Atenazado por el miedo a infringir el orden establecido, el héroe está a punto de convertirse en arquetipo del cobarde timorato. Cuando por fin decide tomar en sus manos la geoda que su padre le ha encargado instalar en el jardín, la geoda pasa a ser un arma mortal, y el príncipe participa de la barbarie que encarnaba hasta entonces el monstruo violador.

Los relatos de Tenth of December tienen muchos elementos en común. Muchos de sus personajes pertenecen a una subclase con una pobre educación y que lucha por mantenerse a flote en una sociedad norteamericana cruel y nada caritativa. El altruismo ya no existe, pero Saunders de alguna manera quiere hacernos creer que todavía es posible. Son gente como Al Roosten, propietario de una tienda de curiosidades al borde la ruina, quien tras participar en un evento de recaudación de fondos con fines sociales se venga de un rico y exitoso vecino dándoles una patada al manojo de llaves y a la cartera que aquel ha dejado en el vestuario. Camino de su tienda, fantasea con la posibilidad de volver y ayudarle a encontrar las llaves, y ganarse la amistad y la admiración del opulento empresario local.

El tono de Saunders es esencialmente satírico, algo que no se prodiga demasiado entre los escritores estadounidenses. En ‘The Semplica Girl Diaries’, un relato situado en un futuro no tan distante como cabría suponer, un abnegado padre de familia gana un premio en un juego de azar y gasta la mayor parte del dinero en organizar una fiesta de cumpleaños que no puede realmente permitirse para una de sus hijas; remodela el jardín y contrata una especie de figuras decorativas humanas que tienen unidos sus cerebros por un cable, con un considerable coste. Los SG, como se llaman esos figurines humanos, son emigrantes de países remotos (Filipinas, Laos, etc.) que solamente buscan ganar algo de dinero para ayudar a sus familias, y para ello han convenido convertirse virtualmente en esclavos. Una mañana, la familia se despierta y los SG han desaparecido. Es su otra hija la que los ha puesto en libertad durante la noche. La familia se enfrenta a una carísima indemnización que los arruinará de por vida.

Otro estupendo relato es ‘Escape from Spiderhead’. En un centro experimental, convictos de la peor calaña se han ofrecido como cobayas humanas. Les someten a experimentos en los cuales les administran drogas con nombres tales como ‘Verbaluce™’, ‘Vivistif™’ o ‘Veritalk™’ a través de un MobiPak™ que llevan conectado a su cuerpo.  Las drogas parecen alterar su estado de ánimo o incrementar su capacidad para enamorarse o su apetito sexual. Pero cuando les administran ‘Darkenfloxx™’, las cosas se tuercen, y Jeff, el principal protagonista, decide no seguirles el juego, con consecuencias nada felices ni para él ni para los demás internos. Para Saunders, no obstante, las cualidades de lo humano triunfan, aunque se trate de una victoria meramente simbólica, sobre las fuerzas humillantes y vejatorias de la deshumanización a la que nos aboca el capitalismo desbocado de nuestra época.

La suya es una crítica (muy dura, desde luego) a la cultura del dinero que todo lo invade y que parece haberse convertido en la cultura dominante, pero deja un regusto final a bondad. Si es eso lo que va uno buscando como lector, los relatos que componen Tenth of December (y en especial el cuento que da nombre al volumen) satisfacen porque dejan abierta una puerta al bien, a la esperanza.

Del volumen quiero también destacar otros dos relatos, ‘Puppy’ y ‘Home’: en el primero, una mujer reniega de la compra de un cachorro para su hija cuando entra en la casa de la familia que vende el perrito. En ‘Home’, Saunders narra el regreso a casa de un soldado de una de las guerras estadounidenses en Oriente Medio, y se encuentra ante el desastre que él mismo ha creado en su vida, sin posibilidad de rehacerla.

Este libro de Saunders ya ha aparecido en castellano (Diez de diciembre, en Alfabia, traducción de Ben Clark) y en catalán (Deu de desembre, en Edicions de 1984, traducido por Yannick García).

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