3 jun 2014

Reseña: Lexicon, de Max Barry

Max Barry, Lexicon (Londres: Mulholland Books, 2013). 387 páginas.


Las cuatro novelas de Max Barry que han precedido a la que nos ocupa, Lexicon, tenían en común el fuerte carácter satírico con que el autor manejaba la intromisión de las grandes corporaciones en la vida del individuo. En Syrup, el blanco del mordaz humor del escritor de Melbourne era el mundo del marketing, concretado en una bebida de cola; en Jennifer Government Barry nos regalaba una sátira brutal en un mundo controlado por las grandes multinacionales, que venden o patrocinan todos los servicios que hasta no hace mucho tiempo formaban parte de las responsabilidades del estado (incluida la seguridad ciudadana); en su tercera entrega, Company, Barry volvía a la carga contra el mundo corporativo. En la cuarta novela, Machine Man, un ingeniero lleva hasta sus últimas consecuencias la idea de que la tecnología puede mejorar al ser humano.

Hay asimismo otra característica que conecta las tres últimas con Lexicon: Barry crea en todas ellas un escenario de tintes distópicos. En el mundo que Barry crea en Lexicon hay una organización compuesta de Poetas. La organización la forman un grupo secreto que rige los destinos de mucha gente mediante avanzadísimas técnicas de programación neurolingüística, y refinados conocimientos de psicología aplicados a la segmentación del mercado. Los Poetas cuentan con su propia (y altamente sofisticada) academia a la que envían a candidatos a los que reclutan en las calles.

Una de esas víctimas propiciatorias es Emily Ruff, quien a los 16 años sobrevive en las calles de San Francisco engañando a la gente con trucos de cartas y argucias similares. Una vez que Emily sucumbe y queda ‘comprometida’ (en la jerga que utilizan los poetas – es decir, su voluntad queda sometida a las palabras del poeta que le habla), la reclutan para acudir a la academia. Tramposa por instinto y naturaleza, allí aprenderá a utilizar las palabras para controlar a las personas. Mas Emily es vulnerable porque conserva una característica muy humana: es capaz de enamorarse.
Vista panorámica de Broken Hill
Ese error le cuesta caro. Expulsada de la academia, debe cumplir su castigo en… Broken Hill, la ciudad minera en mitad de ninguna parte, el centro urbano más grande del outback australiano.
Emús despistados en las afueras de Broken Hill
El acierto de Barry al situar gran parte de la trama de Lexicon en un lugar como Broken Hill es, en una palabra, enorme. Sólo quien haya viajado a Broken Hill sabrá apreciar las muy especiales circunstancias que rodean a este raro enclave urbano en el desierto. El centro urbano más cercano es Mildura, a unas tres horas de distancia en dirección sur. Hacia el este, Cobar, un pueblito a casi 500 km de distancia. Hacia el norte, pasado el antiguo poblado minero de Silverton (famoso por la filmación de Mad Max y Priscilla, Queen of the Desert) no hay absolutamente nada: las inmensas planicies vacías de Mundi Mundi. La gran urbe más próxima, Adelaida, se halla a unas seis horas de carretera en dirección sudoeste.
Mundi Mundi Plains: On a road to nowhere...
La trama de Lexicon engarza dos historias desde un principio: la ya referida de Emily, y la de Wil Parke. Es su secuestro por parte de dos agentes que lo meten a la fuerza en los baños de un aeropuerto el episodio que abre la novela. Si bien los dos hilos de la trama no son coetáneos en el tiempo, es innegable que Barry maneja el tempo de la narración con absoluta maestría. Es más, en Lexicon, la manera en que el lector va conociendo los detalles que unen las dos historias, que conectan el pasado del héroe con la heroína es otro de los elementos del libro que deleitan. Barry mezcla el thriller con la ciencia ficción, en una crítica a un terrible mundo futuro que, sin embargo, es cada vez más factible o posible, más cercano al contemporáneo, en el que la manipulación de la opinión pública por medio del lenguaje (me vienen a la mente los eslóganes de tres palabras con que el actual gobierno australiano convenció a cerca del 50% de los votantes para que les entregaran el poder) es una realidad diaria.

Una de las principales premisas de una reseña debería ser decir lo máximo posible de un libro sin dar a conocer pistas que revelarán el desenlace para quien no lo haya leído. Solo añadiré que, en Lexicon, Broken Hill es completamente aniquilada por una ‘palabra desnuda’ (en el original, ‘bareword’). La influencia del cine en Barry (quien ya ha colaborado en la elaboración de guiones cinematográficos) es más que evidente en algunos de los episodios de Lexicon: acción, violencia, ternura, romance y sexo, todo ello situado en un contexto de desconfianza y sospecha muy post-11/Septiembre. Barry salpica la narración con breves artículos de noticias sobre los eventos de la novela, plagados todos ellos de falsedades, y con comentarios de foreros en internet que alimentan las más descabelladas teorías conspirativas.
Aquí bebió, entre otros muchos, Mel Gibson.
Sea como sea, creo que nunca volveré a leer los nombres de T.S. Eliot, Sylvia Plath o Charlotte Brontë y quedarme indiferente. Algo que quizá nos demuestra que las palabras pueden llegar a albergar mucho poder e infundir temor. Absolutamente recomendable para pasar un gran rato.

25 may 2014

Reseña: At Night We Walk in Circles, de Daniel Alarcón

Daniel Alarcón, At Night We Walk in Circles (Londres: Fourth Estate, 2013). 374 páginas.

El realismo mágico se encontraba en un estado moribundo ya antes de la muerte de Bolaño. En una época en que la emigración ha difuminado las fronteras lingüísticas hasta prácticamente hacerlas invisibles, un narrador de origen peruano y criado en los Estados Unidos, Daniel Alarcón, diluye aún más esas fronteras al escribir en lengua inglesa una novela de temática inapelablemente latinoamericana. La pobreza, la violencia en las calles, el régimen brutal imperante en las prisiones, el narcotráfico, la represión policial y militar, la corrupción política, aun ese idealismo zurdo que el presidente uruguayo Mujica recientemente calificaba de infantil: son todos aspectos de la vida en Latinoamérica a los que Alarcón hace referencia directa o indirectamente en At Night We Walk in Circles.

En las primeras páginas de la novela me llamó la atención la presencia de un narrador que es más espectador que protagonista. Hay un yo que se declara participante al final del primer capítulo – y lo hace de forma sorprendente, por medio de un “nosotros”. Pero desde un principio nos advierte además de que su irrupción en la historia es muy tardía y en cierto modo impropia, de manera que su presencia no es ni por asomo abusiva.

At Night We Walk in Circles cuenta en realidad dos historias, la de Henry Núñez, actor y dramaturgo que en los años 80 formó una compañía teatral llamada Diciembre, desde la cual producía representaciones de carácter subversivo, que bien pronto llaman la atención de las autoridades. Es la época de lo que Alarcón (o el narrador de la novela) denominan la “guerra” – los terribles años de la guerrilla de Sendero Luminoso. Una noche, ya con el teatro vacío, Henry es arrestado. Unos días después es acusado de un delito de “terrorismo”.

La otra historia es la de Nelson, otro actor mucho más joven que se une en marzo de 2001 a Núñez y su amigo Patalarga tras hacer una audición. El reformado Diciembre sale de gira por la cordillera andina, visitando remotos pueblos donde imperan un ritmo de vida y una cultura tan diferentes de los de la capital. La obra que van a representar es la misma que le costó a Núñez la libertad unos quince años antes: El Presidente idiota.

Si bien Alarcón nunca menciona a su Perú natal (Alarcón creció en los Estados Unidos), no cabe ninguna duda de que At Night We Walk in Circles se sitúa en el país andino. La cárcel donde Núñez cumple condena es muy posiblemente la infame Lurigancho.

La trama lleva al lector al pasado, a los orígenes de Diciembre y a las penalidades que Henry sufre en la cárcel, donde sobrevive gracias a la ayuda de Rogelio, de quien se hace amante. Henry pasa de haber sido dramaturgo prestigioso en una época de convulsión social y política a ejercer en 2001como profesor de ciencias en una escuela secundaria, divorciado y un tanto amargado. Alarcón dedica muchas páginas a las interacciones entre los actores en los ensayos de una obra extremadamente crítica con el poder político institucional. Se contrapone al engreimiento y altanería de Henry el entusiasmo y admiración de Nelson por el líder de Diciembre.

Casi al final de la gira, Henry decide de pronto cambiar el itinerario para acudir a visitar el pueblo natal de Rogelio, y presentarse a su familia, quienes piensan que está todavía vivo. En realidad, Rogelio había muerto en la cárcel poco después de que Henry cumpliera su pena, una víctima más de la salvaje represión policial y militar en medio de la “guerra”. Es ese pueblo (también el pueblo natal del narrador, quien solamente se refiere a él por la letra inicial, T) en el que la trama sufre un sorpresivo giro que supone el fin de la gira teatral y la separación de Nelson de sus dos compañeros de escenario. Una pelea con el hermano de Rogelio, Jaime – un personaje siniestro y cruel que había ocultado la muerte de Rogelio a sus padres – lleva a los intérpretes a escenificar una disculpa ante la madre y la hermana de Rogelio. Inexplicablemente – es un decir, pues no quisiera revelar demasiado del argumento de la novela – Nelson queda preso en T, representando un papel que jamás hubiera considerado.

Alarcón maneja con destreza el tempo narrativo: es precisamente el hecho de que haya un narrador que va cobrando mayor protagonismo conforme avanza la novela – finalmente se identifica como periodista de una revista de la capital – lo que permite ir revelando detalles a su antojo. El suspense es solamente un aliciente añadido a la atmósfera de malos augurios y oscuros presentimientos que crea Alarcón.

El desenlace es explosivo: cuando un Nelson hambriento, cansado y desorientado regresa a la capital, su destino ha dejado de estar en sus manos. Sus intentos por convencer a su exnovia Ixta de que vuelva con él y criar juntos al bebé que ella lleva en sus entrañas (Nelson sospecha que el bebé es suyo) son sueños inasibles e inalcanzables. La tragedia está servida, y solamente se necesitan aditamentos como el azar y el alcohol para que la sangre, por así decirlo, llegue al río.

Con numerosos, complejos personajes bien desarrollados y un estudiado ritmo narrativo, At Night We Walk in Circles resulta ser una excelente novela, pese a que Alarcón decide no profundizar en algunos aspectos narrativos secundarios que dejan interrogantes en el aire: por ejemplo, ¿hasta qué punto se insinúa que Nelson pudiera ser bisexual, como Henry?


La novela la ha publicado ya en castellano Seix Barral (en traducción de Jorge Cornejo) bajo el título de De noche andamos en círculos. Recomiendo, para quien quiera contrastar otras opiniones, esta reseña de Santi Fernández Patón en Hermano Cerdo.

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