8 abr 2011

Gracias, Max

"Maruru; Merci - An Offering of Gratitude," wood engraving, by the French artist Paul Gauguin.Courtesy of Yale University Art Gallery, Yale University, New Haven, Connecticut.


Decía el escritor Enrique Vila-Matas en un artículo hace unos años: “aunque no he entendido nunca nada, yo he seguido siempre adelante buscando y encontrando siempre en la literatura, […] el sentido del mundo”. Con frecuencia uno cree que no entiende nada de nada, y podría pensarse que la vida no tiene sentido alguno. Y sin embargo, se puede recibir en el lugar menos esperado una especie de señal que te ayuda a seguir en esa búsqueda. Será siempre con más o menos ganas (más frecuentemente lo segundo), mas es búsqueda al fin y al cabo.

Hace ahora poco más de un año una persona a quien no conocía de nada, Max Salisbury, nos hizo un regalo. En enero pasado tuve por fin la oportunidad y el placer de conocerle y de ser agasajado en su hogar de Liverpool. A pesar del intenso frío que hacía en la ciudad del Mersey por aquellas fechas, Max y Sara nos prodigaron un exquisito calor humano, que dejó una profunda huella.

Soy consciente de que mis palabras nunca podrán devolver ese calor —y estoy por lo demás totalmente seguro de que Max me diría que no hace falta. Y no obstante, durante mucho tiempo he querido ofrecerle algo muy personal y entrañable a Max. Y sé —y desde luego eso me resulta muy frustrante— que el valor literario (si lo tienen) de mis palabras nunca podrá compararse al valor humano del afecto y la atención dispensadas.

Gracias, Max.



Pictures of a deceased child’s life were sent
from a distant place – snaps of her joyful smile.
Such times of delight had come to an end
when four brutal waves razed a wondrous isle.
Playfully cheeky with her best school mate,
unevenly balanced on a boogie board,
laughing or smiling, showing off her plaits,
blowing five candles, in awe of white snow,
her first birthday bash, a ride on the lake.
Her life cruelly ended: six years, nine months.
He gently placed all on a single page,
it was to show a life story of sorts.
How he could do this, I still do not know:
Yet I am grateful, and I must say so.

1 abr 2011

El ensayo como hackeo, de Ander Monson

Entra porque se halla frente a una puerta, y resulta que está cerrada.

Ayer apareció en Hermano Cerdo (haz clic aquí) mi segunda colaboración con la revista. Se trata de la traducción de un ensayo del norteamericano Ander Monson, titulado ‘El ensayo como hackeo’, que fue publicado originalmente en 2009.
La historia personal de Monson tiene algunos aspectos muy singulares; resulta bastante interesante. En el ensayo explica él mismo un poco sus circunstancias. ‘El ensayo como hackeo’ es una lectura muy sugestiva: Monson te invita a pensar, cosa un tanto aventurada en estos tiempos que corren.
Reproduzco un extracto que, pienso yo, tiene un gancho especial:
‘Estamos rodeados de hackeos. El mundo está hecho de ellos, de ingeniosidades. De respuestas técnicas a problemas específicos, lo que equivale a decir que el mundo está compuesto de diseños. El ensayo es uno de ellos, una tecnología readaptada en cualquier situación dada para solucionar una clase de problema, uno que no sabe que está destinada a resolver hasta el momento que lo resuelve. Es una exploración; cumple la función de arte, caminando en aguas más lóbregas.’
Espero que te resulte estimulante y te apetezca leer el resto. Si prefieres leerlo en el original inglés, puedes encontrarlo aquí.

Actualizado el 2 de mayo de 2020: Como Hermano Cerdo ha pasado al purgatorio de las revistas digitales, si has llegado aquí porque te interesa el texto completo del ensayo traducido al castellano, mándame un correo a la dirección de contacto que encontrarás a la derecha.

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