30 nov 2015

Reseña: Submission, de Michel Houellebecq

Michel Houellebecq, Submission (Nueva York: Farrar, Strauss & Giroux, 2015). 246 páginas. Traducido del francés por Lorin Stein.

Las calles de varias ciudades australianas han visto en los últimos meses manifestaciones de grupos nativistas radicales como Reclaim Australia cuya principal consigna es su oposición al islam y a los inmigrantes. Por fortuna, en general, los australianos no prestamos demasiada atención a estos loonies y seguimos con nuestras vidas en una sociedad que es multicultural y, sobre todo, mayoritariamente pacífica.

Se ha hablado mucho en la prensa de esta novela de Houellebecq, cuya publicación coincidió con la matanza en la redacción de Charlie Hebdo. Es muy posible que el novelista francés disfrute de la atención que suscita con sus declaraciones, que suelen estar impregnadas de un tinte reaccionario, cuando no abiertamente xenófobo. El caso es que Submission sorprende, pero no porque sea un alegato en contra de una de las tres principales religiones monoteístas de Occidente – que no lo es – sino por la falta de claridad de los planteamientos ideológicos que la sustentan y, especialmente, porque si buscaba ser una sátira distópica, no lo consigue en ningún momento.

Por lo que a mí respecta, prefiero siempre un vaso bien lleno que un micrófono. Fotografía de ActuaLitté
El narrador protagonista, François, es un solitario académico alcohólico que se encuentra, valga el cliché, en la flor de la vida a sus 44 años. Su especialidad es un escritor del siglo XIX, Joris-Karl Huysmans, de quien confieso nunca haber oído nada antes de leer este libro. La existencia de François podría muy bien ser la de cualquier solterón de gran ciudad europea: comidas precocinadas o de servicio a domicilio, mucho alcohol, demasiado tabaco y poco sexo. En la Francia de la segunda década del siglo en que nos encontramos (es decir, en poco más de un lustro) se produce una más que improbable situación en la que un partido islamista, llamado los Hermanos Musulmanes, consigue que sea su candidato (el ficticio Ben Abbes) el que se enfrente al del Front National (la muy real Marine Le Pen).

En las calles hay enfrentamientos y escaramuzas constantes, pero a François eso no parece molestarle demasiado. No demasiado, hasta que los padres de la jovencita estudiante de ascendencia judía a la que se estaba beneficiando de vez en cuando, deciden que Francia es un lugar demasiado peligroso y emigran a Israel y se llevan a la encantadora Myriam con ellos.

Y entonces gana Ben Abbes. Y su victoria conlleva un inverosímil y a todas luces dramático reajuste social y cultural: se instaura la ley sharia, las universidades se islamizan y quien quiera continuar trabajando en ellas deberá convertirse, someterse. François renuncia a cambio de una aparentemente excelente pensión y se va de París en busca de algo que no sabe muy qué es: una guía espiritual, sea lo que sea eso.

Entretanto, increíblemente, resulta que Francia mejora: desciende el paro, disminuyen los enfrentamientos violentos y prácticamente desaparece el crimen. Ante la disyuntiva entre no ser nada o someterse a un régimen que le va a hacer la vida muy fácil (y le va a permitir beber todo lo que quiera y tener hasta tres esposas sabiamente escogidas por una celestina) François se abraza a la farola.

Es una pena que una novela que tiene un comienzo muy bueno, cautivador, que suscita el interés del lector con muchas elaboradas observaciones metaliterarias, se despeñe en el tramo final hacia la banalidad y la vulgaridad. Lo que me resulta también intragable es que sean muchos los críticos que adulen a Houellebecq por esta novela, diciendo que Submission funciona muy bien como novela de política ficción. Bollocks. A otro perro con ese hueso. Como sátira, es un intento fallido porque por momentos nos presenta a François como alguien por quien deberíamos sentir compasión (la muerte de sus padres, divorciados mucho tiempo atrás, le deja más bien frío).

"Excusez-moi, ¿Have you seen my friend François?" Avenue de Choisy, in the heart of the Parisian Chinatown. Fotografía de besopha 
La novela se sustenta en una ambigüedad deliberada (lo cual no quiere decir que esté bien calculada) que personalmente me deja un tanto confuso: si buscaba ser una narrativa humorística, el final no remacha en modo alguno el tema ni el desarrollo, en buena medida desigual, del resto. A ratos lo que hace es bordear la parodia de un personaje nihilista, cuya perspectiva es siempre cínica y desengañada. Como novela distópica política, ya lo he dicho, no funciona, por mucho que muchos críticos (la categoría de crítico literario al que le pagan por escribir) la aplaudan.

Otro aspecto realmente curioso de Submission, una novela que trata supuestamente de un imparable proceso de sometimiento de la población francesa en general a la religión islámica, es que en realidad no hay ni un solo personaje de cierta enjundia que sea un verdadero musulmán. La mayoría de los que aparecen son simplemente conversos que han actuado por intereses puramente personales. Tampoco hay una descripción de la religión musulmana que sea acorde con la realidad: las divisiones internas del islam que en ciertas partes del mundo están en el origen de brutales crímenes no parecen interesarle a Houellebecq.

Para que una ficción distópica sea verosímil, hace falta dotarla de elementos que sustenten esa verosimilitud. Mientras que las andanadas a la línea de flotación del sistema político y el establishment académico y cultural francés (y por ende, europeo) son muy acertadas y rebosan humor, el conjunto lo es menos. Es muy fácil caer en la patochada cuando no se sabe muy bien qué hacer con una idea que sobre el papel es buena. Naturalmente, lo más lógico es caer en el non-sequitur.

La traducción al inglés de Soumission, a cargo de Lorin Stein, es un texto ejemplar en muchos aspectos, con una clara y acertada tendencia a favorecer lo extranjerizante en la traducción. La pena es que esta edición de Farrar, Strauss & Giroux en tapa dura tenga algunas erratas, algunas de ellas de bulto, como “Acquitaine” (p. 119)

Soumission ya está disponible en castellano (Sumisión, Anagrama, traducción de Joan Riambau) i en català (Submissió, també en Anagrama, amb traducció a càrrec de Oriol Sánchez Vaqué). 

25 nov 2015

Reseña: After Darkness, de Christine Piper

Christine Piper, After Darkness (Crows Nest: Allen & Unwin, 2014) 297 páginas.

Todos guardamos algún secreto que ocultamos y defendemos contra viento y marea, ¿o acaso no es así? El narrador de esta novela de Christine Piper, el doctor Ibaraki, conservará ese secreto hasta su vejez, cuando el hallazgo insospechado de unos restos humanos en los terrenos de un antiguo hospital le llevará a tomar una decisión que debió haber tomado muchas décadas antes.

La novela, que constituye el debut de su autora en el género novelístico (tuve el enorme gusto de poder traducir un tremendamente impactante ensayo suyo, titulado ‘Unearthing the past’ para la revista Hermano Cerdo, que ganó el Premio Calibre de Ensayo en 2014 y que puedes leer aquí) comprende la década anterior a la II Guerra Mundial en Japón, los años anteriores al inicio de la contienda en Broome, en la costa norteña de Australia Occidental, y unos cuantos meses del año 1942 en uno de los campamentos para extranjeros “enemigos” internados por las autoridades australianas tras el bombardeo de Pearl Harbour. Australia no fue el único país en encerrar a residentes japoneses (y a ciudadanos australianos de ascendencia japonesa): recomiendo el librito de Julie Otsuka The Buddha in the Attic para una muy original narrativa centrada especialmente en las mujeres que arribaron a los EE.UU. antes de la II Guerra Mundial.

Tras completar sus estudios de medicina, Ibaraki, hijo de un reputado cirujano, solicita un puesto en un centro de investigación biológica y epidemiológica del ejército japonés. Poco después se casa con una joven hermosa e inteligente, Kayoko. Las exigencias del trabajo le alejan del hogar, y cuando Kayoko pierde al bebé que esperaban, el joven matrimonio se rompe. Poco después, Ibaraki se desprestigia en público y es cesado. ¿Dónde puede ir a vivir y trabajar? “Australia beckons”, como dicen en inglés.

Ibaraki llega a Broome para hacerse cargo del hospital japonés de la ciudad, donde prestará atención médica especialmente a los buzos dedicados a la recolección de perlas. En Broome lleva una vida retraída y tranquila: solamente su ayudante, una monja australiana llamada Bernice, parece querer saber algo más que la imperturbable fachada que el doctor ofrece a quien con él conversa. Pero el doctor Ibaraki reacciona de manera agresiva cuando Bernice trata de cultivar su amistad.

Pero tras Pearl Harbour, el hospital cierra e Ibaraki es arrestado y trasladado a Australia Meridional, al campo de prisioneros de Barmera, en el que también están alojados – en secciones separadas – alemanes e italianos.

La entrrada al Campamento 14 de Barmera. Fotografía: Australian War Memorial.
Piper escribe con un aplomo admirable para alguien que no había publicado una novela anteriormente. Los capítulos alternan las diferentes épocas y escenarios siguiendo un ritmo narrativo muy apropiado al carácter del narrador protagonista, el doctor Ibaraki, un hombre que es reservado incluso en la retórica y el estilo en el que narra su vida. Como buen médico, examina sus propias emociones, pero no las demuestra. Lejos de ser un síntoma, su circunspección es más bien la raíz del problema. El tema central de la novela giraría en torno al conflicto interno que aflora con la confrontación entre el valor de lo humano y la adhesión a ideologías intransigentes y tradiciones mal entendidas, que agresores belicistas convierten en un horrendo sistema binario, pintado en blanco y negro: si no estás con ellos, estás contra ellos.

La autora, de padre australiano y madre japonesa, llevó a cabo una investigación exhaustiva de las condiciones en que vivieron los internados en los campos. En la novela se refleja la muy diferente experiencia que tuvieron los japoneses procedentes de las antiguas colonias holandesas (en lo que hoy es Indonesia) o Singapur frente a los hijos de japoneses nacidos en Australia, algunos de los cuales prácticamente no sabían hablar japonés. Se sentían (y se sabían) completamente australianos, pero la justicia nunca es algo que se prodigue durante una guerra.

After Darkness fue galardonada con el Premio The Australian/Vogel en 2014, que está dedicado a manuscritos de autores jóvenes sin publicar. Es un debut brillante, que sin duda animará al lector a esperar una próxima segunda entrega por parte de una escritora con mucho futuro por delante.

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