Yo fui cocodrilo que te hostigaba en tu barco de pirata,
mientras con tus chillidos y tus risas ahuyentabas el peligro.
Fui la mueca de fingida sorpresa cada vez que golpeabas
mi trasero con el tempo del columpio,
mas ahora yo me sé hombre viejo y cansado.
Fui la mano que, cuando te caías, te levantaba,
fui brazos que te rodeaban cuando tenías frío,
mas ahora soy endeble tobillo, próximo a quebrarse.
Fui mago de palabras, revelador de mundos,
inventor de paradojas y hechicero de tu risa,
mas ahora soy jardinero que siembra silencios,
soy la mirada perdida detrás de la ventana,
la mano dolorida que recorre el edredón
que en otro tiempo, no tan lejano, te cubría.
Fui gigante que te llevaba en sus espaldas,
fui quejido fingido que tus dedos arrancaban,
fui ogro que se desvanecía con tus besos
a primera hora de la mañana.
Fui coloso cuyas pisadas en arena dorada repetías,
mas ahora yo me sé hombrecillo enjuto, seco, retraído.
Fui nube blanca para tus ojos, fui viento en tus mejillas,
fui sol, fui luz, fui abrazo,
fui padre y anhelé ser tu guía,
mas ahora soy sombra, soy crepúsculo y escarcha.
Fui pues alegría mientras estuviste en mi vida.
Ahora no soy otra cosa que tristeza.
(Para mi amada Clea, mi babita, in memoriam, septiembre de 2010).
(Para mi amada Clea, mi babita, in memoriam, septiembre de 2010).
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