David Sedaris, Let's Explore Diabetes with Owls (Londres: Abacus, 2014). 275 páginas.
David Sedaris
es colaborador habitual de The New Yorker,
y de hecho hasta diez de las piezas que integran esta colección aparecieron
anteriormente en la revista. A Sedaris se le suele catalogar como humorista o
cómico, aunque trabaja en muchos medios y ha escrito libros para todos los
gustos (que no he leído, me apresuro a añadir).
Let’s Explore Diabetes with Owls es una colección heterogénea, una mezcla
de viñetas satíricas, fragmentos autobiográficos en clave humorística y monólogos
dramáticos cuyos esperpénticos narradores se ridiculizan a través de sus
propias palabras. Sedaris, por tanto, no busca la risa fácil, pero si a veces la
consigue, no es porque sus escritos desplieguen el humor de manera evidente. Lo
que se percibe (y con mayor frecuencia se agradece) es una airada ironía, la
crítica velada de un observador paciente, o la hipérbole del cronista de una
realidad absurda.
No es difícil identificar
algunos de los temas que son fijaciones para el autor: los animales muertos (la
taxidermia, el coleccionismo de ejemplares, la crueldad que los niños son
capaces de infligir a inocentes animales), la inevitable discrepancia entre
padres e hijos, los malos hábitos extendidos en nuestra sociedad actual, o
incluso temas puramente escatológicos (‘#2 to Go’ cuenta las experiencias de un
viaje a China, en donde “Una vez vi montones de flemas, relucientes como ostras
recién desbulladas, en escalones y escaleras mecánicas. Las vi congeladas, tal si
fueran manchas de aceite en las aceras, o supurando, pared abajo.” (p. 191, mi traducción)
Para mi gusto,
lo mejor de este volumen son los autodestructivos monólogos. ‘I Brake for Traditional Marriage’ lo narra
un hombre que, furioso porque el vecino estado de Nueva York ha aprobado el
matrimonio entre personas del mismo sexo mata a su esposa, a su hija y a su
suegra. “Puede que esto parezca injustificable, pero si la homosexualidad ya no
es pecado, ¿quién puede entonces decir que matar también lo es? Si te sienta
bien, hazlo; eso es lo que los legisladores del estado parecen decir. ¿A quién
le importa lo que pueda pensar toda la gente decente?” (p. 168, mi traducción)
El breve relato lo cuenta desde la celda de la comisaría a la que le han
llevado tras atropellar a un chico (“casi seguro que era gay”) a la puerta de
una escuela. Y explica que “si fuera gay, probablemente me soltarían” (p. 173),
y acto seguido le planta un beso en la boca a su compañero de celda, Diego
Rodriguez, inmigrante ilegal.
Jesus Shaves
Let’s Explore Diabetes with Owls es una lectura entretenida, pero me quedo
con la certeza de que los relatos funcionarían mucho mejor en vivo, en el
formato de standup comedy. Pienso que
se pierde mucho en materia de entonación, pausas, esos guiños extratextuales
que permite la lectura ante el público, la re-presentación de un texto en interacción con el público.
Por cierto, el poema que cierra el volumen bien podrían habérselo ahorrado, pues deja muy mal gusto de boca.
Por cierto, el poema que cierra el volumen bien podrían habérselo ahorrado, pues deja muy mal gusto de boca.
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