David Wallace-Wells, The Uninhabitable Earth (Penguin, 2019). 310 páginas.
Habitualmente
siento la necesidad de comentar cumplidamente los libros que leo, sean del
género que sean (ficción, no ficción, poesía, etc.). Con este libro, que lleva
por subtítulo A Story of the Future [Una historia del futuro] voy a
hacer una excepción. Solamente voy a decir que la hipótesis o predicción que
desarrolla el autor es devastadora, pavorosa y lamentablemente imparable. Hace
unos meses, mientras cenábamos con mi amigo Will, le sugería que, por
desgracia, pienso que ya hemos cruzado una línea, que hemos sobrepasado un
punto del cual no hay retorno. Y que todos y cada uno de nosotros hemos
contribuido nuestro granito de arena a que ello haya ocurrido.
Un dato como
aperitivo: “La escala de la transformación sigue siendo extraordinaria, incluso
para quienes fuimos criados en mitad de ella y subestimamos todos sus
arrogantes valores. El 22% de la masa terráquea fue alterado por los seres
humanos entre 1992 y 2015. El 96% de los mamíferos, según su peso total, son
humanos y su ganado; solamente el 4% son animales salvajes.” (p. 154)
El libro está
dividido en dos partes ('Cascades' y 'Elements of Chaos'), pero en mi opinión ambas
forman parte de un todo. Además, cuenta con una extensa sección de notas que,
sorprendentemente, no están marcadas en el texto.
De manera que voy
simplemente a citar algunas de las muchas frases y numerosos párrafos que me
han llamado la atención, por alguna u otra razón; e invito a quien las lea a
dejar sus impresiones debajo en forma de comentario. Se mire como se mire, la
premisa que postula Wallace-Wells es, no ya preocupante, sino espantosa; y es
algo que semana tras semana, mes tras mes, se confirma.
“Ya
hemos rebasado el estado de condiciones medioambientales que, en un primer
lugar, permitieron al animal humano evolucionar, en una apuesta incierta y no
planeada respecto a exactamente qué puede tolerar dicho animal. El sistema
climático que nos creó y que dio lugar a todo lo que ahora conocemos como
cultura y civilización humanas está ya, como si se tratase de un padre,
muerto.” (p. 18)
“La
creencia de que se podría gobernar, o gestionar, el clima de forma verosímil
por parte de una institución o un instrumento humano disponible en un breve
tiempo es otro ingenuo engaño.” (p. 25)
“Desde
que comencé a escribir sobre el calentamiento, a menudo me han preguntado si
veo alguna razón para el optimismo. Y el hecho es que soy
optimista. Dada la posibilidad de que los seres humanos podrían dar lugar a un
clima que sea hasta seis o incluso ocho grados más caluroso a lo largo de los
próximos siglos – que harían inhabitables grandes extensiones del planeta
conforme a las definiciones que empleamos en la actualidad – un desorden así de
degradado cuenta para mí como un futuro alentador.” (p. 31)
“El
mapa de nuestro nuevo mundo lo dibujarán en parte procesos naturales que siguen
siendo misteriosos, aunque decididamente lo hará más la mano humana.” (p. 140)
“Pensamos
en el cambio climático como algo lento, pero en realidad es desconcertantemente
rápido. Pensamos que los cambios tecnológicos necesarios para evitarlo van a
llegar rápidamente, pero por desgracia son engañosamente lentos – especialmente
cuando lo juzgamos por lo pronto que nos van a hacer falta.” (p. 179)
“Observando
el futuro desde el promontorio del presente, cuando el planeta se ha calentado
ya en un grado, el mundo de un calentamiento de dos grados semeja una pesadilla
[…]. Mas un modo en que podríamos conseguir abrirnos camino sin un
desmoronamiento colectivo hacia la desesperanza es, aunque parezca perverso,
normalizar el sufrimiento climático a la misma velocidad que lo aceleremos, tal
como hemos hecho con tantísimo dolor humano a lo largo de los siglos…” (p. 216)
¿Nuestro gran fracaso colectivo? |
“La
sensación de que somos especiales en el cosmos no es garantía alguna de que seamos unos buenos administradores. Pero sí nos ayuda a centrar nuestra atención en lo que
le estamos haciendo a este planeta tan especial. […] Solamente hace falta
observar las opciones que hemos escogido, de forma colectiva; y, de forma
colectiva, en estos mismos momentos estamos escogiendo destruirlo.” (p. 225)
Todas
las citas que figuran arriba son, como es habitual en este blog, mi propia traducción
del inglés. Como decía más arriba, somos unos cuantos los que estamos persuadidos
de que es ya demasiado tarde. Quisiera estar equivocado, por supuesto.
El
libro se ha publicado en castellano este mismo año, bajo el título de El planeta inhóspito, en Debate. La traducción corre
a cargo de Marcos Pérez.
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