Charlotte Wood, The Natural Way of Things (Sydney: Allen & Unwin, 2015). 316 páginas.
El inicio de esta
novela de la australiana Charlotte Wood no puede ser más inquietante e
intrigante. Dos mujeres jóvenes, Yolanda y Verla, despiertan en un lugar
extraño después de un sueño inducido mediante drogas. Han sido secuestradas, y
el carcelero les pregunta quién de las dos quiere ser la primera. Cuando una de
ellas exige saber dónde se encuentra, el carcelero le dice que no es el lugar
lo que importa, sino saber en qué va a convertirse.
A las dos las
esquilan como si fuesen ovejas. De hecho, el lugar se revela como una vieja
granja abandonada en alguna remotísima parte del outback australiano.
Poco después descubren que hay otras ocho chicas. La granja es de una extensión
enorme y está rodeada por una cerca electrificada con alta tensión; no hay comunicaciones
de ningún tipo y no parece que haya vecino alguno alrededor. Además de esas
trece personas, solamente hay canguros y conejos, cacatúas, kookaburras
y serpientes.
Los carceleros
son tres. Boncer es un tipo cruel, violento, lascivo y obviamente
desequilibrado. El contrapunto a Boncer es Teddy, mochilero desempleado con
ganas de aventura. Y Nancy, la falsa enfermera que se ha apuntado a esta
empresa para ganar dinero y cambiar de aires.
La brutalidad, la
violencia y los insultos se convierten en la norma desde el primer día. ¿Por
qué las han secuestrado y encarcelado en este lugar tan inhóspito? ¿Por qué las
han rapado y les han dado unas ropas ridículas? ¿Por qué las encadenan y las
obligan a realizar trabajos forzados y a dormir en lo que son unas sucias
perreras?
Pronto las diez
prisioneras atan cabos y caen en la cuenta de que hay algo que las une: todas
han estado involucradas en algún escándalo sexual. Descartada la opción de que
se trate de un reality, lo poco que los carceleros revelan apunta a una
corporación llamada Hardings International, cuyo lema reza ‘Dignidad y Respeto
en un Entorno de Protección y Seguridad’.
Con el paso de
las semanas y luego los meses la anunciada visita de Hardings sigue
posponiéndose, la comida comienza a agotarse y las interacciones entre
prisioneras y carceleros acentúan las tensiones. De pronto, un día el
suministro eléctrico se corta. Los carceleros son por tanto también víctimas de
la corporación.
Desde el comienzo
de la novela Wood escoge adoptar dos puntos de vista: Yolanda y Verla son
mujeres muy distintas, pero la situación de brutalidad, violencia e injusticia
las une. Yolanda encuentra unas trampas y se convierte en cazadora de conejos,
y gracias a los roedores que atrapa ella el grupo humano sobrevive en su
cárcel. Verla, por su parte, pasa tiempo recogiendo setas, poniendo a prueba su
toxicidad y con un plan en la cabeza.
El método favorito de Yolanda para conseguir comida. Y conejos, en Australia, hay demasiados. Fotografía de fir0002flagstaffotos. |
The Natural
Way of Things pone de
relieve la fuerte misoginia latente en la sociedad australiana. El lector ha de
concentrarse desde un principio en la historia, los simbolismos y detalles que
importan. Que la historia resulte plausible o no en nuestra época es lo de
menos. Por algo se denomina ficción. La cautividad, la brutalidad, la
deshumanización de las diez mujeres son las ideas en las que Wood pone el
acento. Los cambios jerárquicos que tienen lugar cuando se hace evidente que
Hardings ha abandonado a todos en ese lugar desolado le permiten a la narración
una progresión, un desarrollo lógico y verosímil.
¿Alimento o veneno? Verla sabe lo que busca, y qué hacer con ello. Fotografía de H. Krisp. |
Por supuesto que
no no voy a desvelar el desenlace, pero sí quiero mencionar que no todos llegan
a salir del espantoso recinto en el que han quedado encerrados, tanto los
carceleros como las jóvenes prisioneras. Como no podía ser de otro modo, por
cierto.
Pienso que The
Natural Way of Things será llevada al cine o la televisión en un futuro no
muy lejano. La narración parece en buena medida estructurada con ese objetivo
último. Que sea en forma de largometraje o de serie está por ver, pero valdrá
la pena, sin duda alguna.
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