La
primera sensación que uno siente al caminar por las calles de Christchurch es
que algo falta en esta ciudad. Pasados unos momentos tras esa intuición inicial,
la explicación es evidente: le falta la vitalidad que tenía antes del terremoto
que destruyó la casi totalidad del centro. Casi diez años después de la catástrofe,
Christchurch continúa reponiéndose poco a poco. Pese a la salvaje masacre que
un malnacido cometió hace unos meses, otro duro golpe para esta hermosísima ciudad
de la isla Sur de Nueva Zelanda, Christchurch sigue adelante.
Ningún otro
edificio muestra más claramente los efectos de la destrucción que la Catedral.
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El río
Avon discurre junto al monumento oficial de recuerdo a las víctimas.
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La playa de Waimairi, en la parte norte de Christchurch. La temperatura del agua era 17 grados. Nadie en el agua, por supuesto. |
Desde
Waimairi se ve el nuevo muelle de Brighton, reconstruido a petición popular.
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Lo que
uno puede encontrar en las frías aguas al este de Christchurch.
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Helecho:
símbolo neozelandés por antonomasia.
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