23 jun 2021

Reseña: Wendy, Master of Art, de Walter Scott

Walter Scott, Wendy, Master of Art (Canadá: Drawn & Quarterly, 2021). 273 páginas.

Ah, qué lejanos quedan ahora aquellos tiempos de mis estudios de posgrado. Recuerdo bien el artificio que nos rodeaba, esa improductiva ociosidad disfrazada de muy serio afán invertido en inanes cuestiones académicas. Y sin embargo, fueron dos años extremadamente disfrutados, de logros realizados a base de mucho esfuerzo, sacrificio, insomnio, algo de estrés y renuncias de todo tipo. Todo culminado en un trabajo final de investigación, que incluyó la traducción de dos actos de una sangrienta tragedia jacobina, en la que un obeso mediocre chupatintas me marcó como incorrecto … ¡el uso del futuro de subjuntivo!

¿Alguien quiere decir algo sobre algún tema en alguna parte?
Para esta Wendy, que ha llegado a Hell para estudiar una maestría en Bellas Artes en su universidad (¡Universidad del Infierno!), la entrada en el posgrado es motivo de grandes esperanzas y ambiciones: “Es aquí donde por fin conseguiré ser yo misma y definir lo que significa la práctica artística (y el éxito) para mí.” (p. 14, mi traducción) Unos 90 segundos después, se lanza a la calle en busca de un bar.

El volumen creado por el artista canadiense Scott rebosa humor. Hay sátira a espuertas; la historia no deja títere con cabeza y los dibujos redundan en esa visión mordaz, incisiva y cáustica. Son dibujos sencillos, unas pocas líneas bien marcadas sobre un fondo blanco que resultan ser harto expresivas. La lectura resulta fácil y adictiva: en apenas una hora puedes haber terminado el volumen. Y sin embargo, vas a querer empezar a releerlo al día siguiente.

La creación artística, como bien sabe todo el mundo, puede perfectamente comenzar a engendrarse en la barra de un bar.
Sea el grupo de estudiantes de posgrado, sea la escena nocturna de bares y clubes, sea la atmósfera de charlatanería e impostura que siempre hay en las aperturas de exposiciones y galerías, para Wendy todo se hace una montaña casi imposible de superar. Las crisis existenciales y filosóficas se suceden una tras otra (digamos que a ritmo de cogorza) y, a pesar de ello, consigue crear. Exactamente qué valor tiene lo que crea nunca termina de estar claro.

Mención aparte merecen las clases de Dibujo y Pintura que Wendy tiene que dirigir en alguna oscura escuela de enseñanza secundaria. Ir a dar clase pasado de rosca siempre ha supuesto un reto insalvable, y con el paso de los años se puede convertir en una tumba profesional para algunos.

Los inicios siempre suponen un reto.
En el desenlace Wendy termina y defiende su tesis. Bravo. “Defender” siempre ha sido una palabra que parece estar cargada ideológicamente. ¿Dónde quedan los enemigos o contrincantes de quienes hay que defender una tesis? Wendy quizás lo solucionaría pidiendo otra cerveza.

No, no se trata de un compromiso. Es la toma de conciencia de una derrota.

Wendy, Master of Art es la tercera entrega de Scott con Wendy como protagonista. Puede que algún día consiga leer las dos que la antecedieron. Entretanto, a ver si alguien se anima a llevarla a la pantalla, sea en formato de animación o suplantando sus rocambolescos trazos con actores de carne y hueso. Las risas están garantizadas.

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