Ah, qué lejanos
quedan ahora aquellos tiempos de mis estudios de posgrado. Recuerdo bien el
artificio que nos rodeaba, esa improductiva ociosidad disfrazada de muy serio
afán invertido en inanes cuestiones académicas. Y sin embargo, fueron dos años extremadamente
disfrutados, de logros realizados a base de mucho esfuerzo, sacrificio,
insomnio, algo de estrés y renuncias de todo tipo. Todo culminado en un trabajo
final de investigación, que incluyó la traducción de dos actos de una sangrienta
tragedia jacobina, en la que un obeso mediocre chupatintas me marcó como
incorrecto … ¡el uso del futuro de subjuntivo!
¿Alguien quiere decir algo sobre algún tema en alguna parte? |
El volumen creado
por el artista canadiense Scott rebosa humor. Hay sátira a espuertas; la
historia no deja títere con cabeza y los dibujos redundan en esa visión mordaz,
incisiva y cáustica. Son dibujos sencillos, unas pocas líneas bien marcadas sobre
un fondo blanco que resultan ser harto expresivas. La lectura resulta fácil y
adictiva: en apenas una hora puedes haber terminado el volumen. Y sin embargo,
vas a querer empezar a releerlo al día siguiente.
La creación artística, como bien sabe todo el mundo, puede perfectamente comenzar a engendrarse en la barra de un bar. |
Mención aparte
merecen las clases de Dibujo y Pintura que Wendy tiene que dirigir en alguna
oscura escuela de enseñanza secundaria. Ir a dar clase pasado de rosca siempre
ha supuesto un reto insalvable, y con el paso de los años se puede convertir en
una tumba profesional para algunos.
Los inicios siempre suponen un reto. |
No, no se trata de un compromiso. Es la toma de conciencia de una derrota. |
Wendy, Master of Art es la tercera entrega de Scott con Wendy como protagonista. Puede que algún día consiga leer las dos que la antecedieron. Entretanto, a ver si alguien se anima a llevarla a la pantalla, sea en formato de animación o suplantando sus rocambolescos trazos con actores de carne y hueso. Las risas están garantizadas.